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San siempre estuvo acostumbrado a la soledad.

Cuando vivía en Namhae tampoco habían tantos niños con los que jugar, un pueblo pequeño y con granjas usualmente no era lugar para parejas jóvenes con niños pequeños y un gran futuro que la mayoría se iban aprobar mejor suerte a las ciudades más grandes, por lo tanto, en su colegio apenas eran una docena de alumnos por curso en pequeñas salas. San siempre se acostumbró a estar solo gracias a la poca cantidad de niños que habitaban en Namhae y como la mayoría era de zonas un poco más rurales y no tan cercanas al centro del pueblo, jugaba él solo a la pelota frente a una pared, se quedaba haciendo tortas de barro y hojas en su pequeño mundo y creando pistas de autitos de juguete por todas partes, se divertía él solo en el parque frente a los adultos que iban a pasear y usualmente su cumpleaños la pasaba él solo con su familia en un lindo almuerzo familiar junto a sus abuelos.

Cuando se mudaron a Seúl para su secundaria y por la universidad de su hermana, San tampoco hizo tantos intentos para tener amistades, tan acostumbrado a estar solo que le causaba pánico acercarse a las demás personas, porque aparte, tampoco no sabía hacerlo.

Sin embargo, San nunca se sintió realmente solo, siempre tuvo a alguien a su lado en quien apoyarse, un amigo en su primaria que el cual ya no recordaba, sus compañeros que le ayudaban a estudiar en secundaria, y Wooyoung en la preparatoria, Seonghwa añadiéndose en la universidad.

Pero ahora San se sentía solo, demasiado solo.

Ver su lista de contactos en su teléfono le hizo darse cuenta de eso, eran menos de 30, sus familiares cercanos, compañeros de trabajo con quienes no tenía mucho contacto, Wooyoung y Seonghwa.

¿Cómo es que nunca se había sentido solo, si siempre lo había estado?

Su ruptura con Seonghwa le había hecho darse cuenta de varias cosas, San nunca había sido cercano a la gente, cuando lograba acoplarse a un grupo lo suficiente, luego se daba cuenta que lo apartaban al pasar el tiempo, saliendo sin él o subiendo conversaciones a las redes sociales que él no recordaba haber visto, porque creaban grupos de chat sin él... San nunca le había tomado tanta importancia a eso, pero ahora que lo pensaba, nadie nunca le había tratado como un gran amigo -definitivamente, Wooyoung y Seonghwa no contaban en eso-.

San no era un ermitaño, a él le gustaba salir en realidad, pero hace mucho no lo hacía... Porque no tenía con quién.

Se secó las lágrimas con aspereza en la manga de su ropa, Wooyoung había salido a comprar y gracias a eso San pudo llorar un poco sin ser cuestionado, desde que se fue a blanco hace dos días y Wooyoung tuvo que ayudarlo, apenas encontrara la oportunidad de llorar a solas lo hacía, en el baño, en la cocina, mientras Wooyoung dormía a su lado, San lloraba como un niño pequeño y se desahogaba en silencio con tal de no preocupar a Wooyoung de nuevo, a San no le gustaba ser una carga para los demás con sus problemas y demonios personales, porque pensaba que nunca eran lo suficientemente malos para quejarse en voz alta de ellos.

Respiró profundamente, dejando de llorar para calmar un poco su rostro y que no se viera rastro de llanto en sus ojos antes de que Wooyoung llegara, jugó con sus dedo encima de sus rodillas en silencio, últimamente San odiaba el silencio, le hacía sentirse el doble de mal, pero tampoco tenía la energía suficiente para colocar la televisión o algo, estaba agotado, muy agotado de su mente.

Cuando la puerta sonó, y la voz de Wooyoung se escuchó en el departamento, fue como que todo se volvió de un color más intenso, la repentina soledad de su corazón apaciguándose un poquito mientras se levantaba hacia Wooyoung.

"Traje ramen instantáneo y un par de dulces", dijo Wooyoung mostrando las bolsas, San suspiró al ver los mochis de matcha que tanto le gustaban al fondo de la bolsa y su estomago rugió en hambre, no había almorzado lo suficiente.

𝑻𝑶𝑿𝑰𝑪 𝑩𝑶𝒀𝑺 ⸗ ʷᵒᵒˢᵃⁿ #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora