AVATAR

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Millones de años de historia y tristemente el ser humano apenas conoce un 6% de esta, la verdad es que no es un simple capricho del destino, la historia pudo haberse guardado y protegido cuando el ser humano tuvo sentido de razón y acceso a la escritura, pero un dolor en el corazón puede cambiar el rumbo de muchas cosas.

     Hace mucho, mucho tiempo, mucho antes de que siquiera existiera el primer juego de mesa, en el antiguo Egipto, hubo una pequeña oportunidad para todo: esclavos libres de la opresión, reyes libres para amar a una simple campesina, no iba a haber segregación de ningún tipo por algo tan poco importante como el color de piel, pudo haber sido así pero la tragedia golpeó a la puerta de la persona incorrecta, o bueno, la persona correcta para salvar a miles.

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Akhenaten no hacía más que jugar con inocencia en la calma de su patio real, sus estudios del día terminaron así que era un momento idóneo para ser un niño y divertirse como tal, o esa era la idea hasta que una navaja extraña voló y se clavó por delante de sus pies.

―¡Aaahh! ―Clamó el niño a causa de la sorpresa, por un momento pensó que se trataba de algún ataque al palacio en contra de su honorable padre. De inmediato buscó a su atacante siguiendo la dirección de dónde provino la navaja.

     Cuán grande fue su sorpresa al descubrir que, una niña, tal vez un poco más grande que él, corrió a su dirección con una sonrisa tranquila.

―Me disculpo por el susto, joven príncipe. ―Saludó ella con una reverencia y tomó la navaja por el puñal, revelando el cuerpo sin vida de una serpiente, cuya cabeza fue atravesada por el filo, el joven príncipe miró con asombro el cuerpo que dejaba caer arena roja. ―Pero pensé que no iba a notar a esta serpiente justo a tiempo.

―... No te disculpes, me acabas de salvar la vida. ―Reconoció el joven príncipe, pensando en lo linda que era su heroína. Antes de notar su ropa tan simple, símbolo de su esclavitud...

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―Ada ¿Cuánto tiempo hace que nos conocemos? ―Preguntó el joven faraón a la mujer que había nombrado como su guarda espaldas personal.

―Veamos... Cerca de hace quince años. ―Le dijo la mujer con un poco más de formalidad mientras pulía su daga.

     El día en que salvó al joven príncipe de ser mordido por una serpiente, este de inmediato pidió a su padre darle un entrenamiento en lucha para ascenderla como guardaespaldas real o... más bien personal, ya que Ada no sirvió al faraón, a su esposa, ni a nadie más del consejo por orden del propio Akhenaten, quien descaradamente pidió su ascenso para pasar tiempo con ella, admirando su destreza desde aquel primer momento.

―Se siente como si hubiera sido ayer, y sé que algo no ha cambiado en mí desde ese día. ―Meditó con la mirada al cielo a través de su ventana. ―Pronto llegará el día en que elija a mi esposa. Y ya elegí a la mujer correcta.

La mujer de ojos rojos e intensos como la sangre, sintió su corazón romperse ante esas palabras, los labios le temblaron mientras forzaba su sonrisa.

―Ya~ ya veo, la mujer que haya elegido sin duda será muy afortunada. ―Su mano tembló sutilmente antes de que pudiera recuperar su firmeza al guardar su arma.

―No, el afortunado seré yo, pero primero me gustaría saber lo que ella siente por mí, que sea ella misma la que me acepte por decisión propia. ―Pensaba en voz alta el joven de extravagante cabellera morada, por la cual el antiguo faraón había decidido adoptarlo y convertirlo en su heredero a raíz de su falta de estirpe propia, elección sabia pues resultó ser un digno aprendiz a lo largo de su infancia.

El Trío TotalWhere stories live. Discover now