LA DEVOCIÓN DE LA GUARDIANA

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―Cómo odio la clase de artes... ―Se quejaba Randy sentado en la banca afuera de un tienda de materiales, con una bolsa llena de sus propios materiales y Chie a su lado. ―Todavía fuera música, pero no se me da el dibujo más allá de las caricaturas.

―Mejor artes que ciencias, seguro no te gustaría repetir el ataque de las patatas asesinas ¿cierto? ―Se burló ella de su segundo día luchando de manera oficial con protegido y primo.

―Tal vez, pero ya quiero llegar a casa y tener todo esto a salvo antes de una pelea, los troqueos en la ciudad son más comunes por las noches desde que la luna... tú sabes.

Y no se equivocaba, desde que la luna se destrozó hace ya unas semanas, y aun cuando el maestro logró que la ciudad se calmara con su ilusión más asombrosa, todavía por las noches, cuando la gente veía el cuerpo creciente, y con el poder del Hechicero creciendo, los troqueos se extendieron un par de calles alrededor de la escuela, forzando al trío de ninjas a salir casi todo el día para patrullar y desvelarse más, al menos en clases bastaba con que el maestro se quede y manifieste ilusiones de Randy y Chie.

―Tampoco es tan raro y lo sabes, la única razón por la que Eiji chan y yo somos libres después de tanto tiempo, es porque tú estás destinado a enfrentar a yasabesquién, simplemente su poder también ha crecido desde ese día tan macabro. ―Explicó Chie con una expresión bastante neutral, como si quisiera sonreír como siempre pero al mismo tiempo no fuera capaz de esconder su preocupación ante la amarga realidad que amenazaba a la ciudad y, con mala suerte, al mundo.

Randy ya era consciente de su papel como el ninja desde hacía un tiempo, y si bien estaba emocionado, también estaba bastante preocupado por no estar a la altura, o de que el Hechicero sea libre antes de que esté listo, claro estaba, que tampoco dejaría a su protectora, mentor y amigo saber nada de eso para no preocuparlos, un pensamiento que compartía con la chica que sonreía a su lado como antes, recibiendo un mensaje de su primo, que seguía en el interior de la tienda con Howard.

―No entiendo por qué si entramos por igual ellos decidieron retrasarse con peleas ridículas, se supone que eso lo dejaron atrás. ―Dijo luego de leer el contenido.

―Porque tu primo perfeccionista quiere que mi amigo holgazán haga todo al pie de la letra, nunca acordaron nada relacionado con la escuela, sino con los asuntos ninja. ―Fue lo único que se le ocurrió a Randy como lógica. ―Tú ve con ellos, sabes calmar a Eiji mejor de lo que puedo controlar a Howard. ―Le sugirió, prometiendo cuidar sus cosas en lo que esperaba por los tres afuera.

―Sólo porque yo también quiero llegar a casa lo más pronto posible. ―Accedió ella, respondiendo rápido a su primo y entregando a Randy la bolsa de sus materiales. ―No tardo, o eso espero.

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―¡Cunningham! ¡No vuelvas a adelantarte si vas a dejarme con ese loco! ―Pidió Howard saliendo de la tienda, sin nada en sus manos.

―Sí me haces caso a mí, Eiji no pelearía contigo. ―Discutió Randy con una sonrisa traviesa, pues él fue quien le daba a Howard lo verdaderamente necesario mientras Howard solo ponía más chatarra en su bolsa, con el presupuesto tan corto que llevaba. ―¿Y se puede saber por qué saliste sólo tú?

―Porque Noriko aceptó hacer la fila con su prima si eso significa no esperar conmigo.

―Tiene sentido. ―Aceptó Randy incorporándose de la banca con sus compras y las Chie, se las entregó a Howard y luego le ofreció. ―¿Quieres unas bebidas? Como premio por soportar tanto. ―El gesto era en realidad porque ya tenía sed, Howard leyó su sarcasmo, pero con todo y eso, le tomó la palabra.

―Sorpréndeme, yo cuido esto. ―Dijo tomando su lugar en la banca y Randy sólo fue a la esquina de la cuadra para buscar la máquina de bebidas que vieron antes de ingresar.

El Trío TotalWhere stories live. Discover now