El mejor error¹ ☘ ChanIn

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—Devuélveme las escrituras maldito imbécil —gruñó Sejong.

—Págame lo que me debes —respondió el alfa Shin.

—Te voy a pagar, pero necesito las escrituras —replicó Sejong.

—No te daré nada hasta que me pagues.

—Mi padre morirá sin medicamentos, necesito hipotecar la mansión. Vamos, Shin, dame las malditas escrituras —dijo con desesperación.

—Pues tú serás el culpable de su muerte.

—¿Qué sucede aquí? —habló Chan en la puerta de la oficina del alfa ladrón.

—Mi señor —Shin hizo una reverencia—, su dinero lo tendré para fin de mes como ya se lo había prometido.

—No te pregunte eso, Shin —la voz de Chan fue dura.

—Nada —soltó a la defensiva Sejong—. Nada que le importe a un líder del norte —si había gente de la capital que no soportaban a los del norte, muchas veces les llamaban salvajes por ser un pueblo más libre.

Entonces, Shin tuvo una idea.

—Mi señor, ¿estaría dispuesto a aceptar propiedades como pago por mi deuda? —preguntó a Chan. Sejong palideció.

—No te atrevas maldito —sentenció el alfa Yang.

—Depende de que propiedades son —dijo Chan con cautela, Sejong parecía furioso, como si en cualquier momento se lanzaría sobre Shin a romperle el cuello.

—¿Qué le parece la mansión Yang? ¿Conoce a los Yang? Pues el coronel está a punto de morir y su familia está arruinada, usted podrá tomar la mansión fácilmente incluso las tierras de los Yang —ofreció, Chan volvió sus manos puños tratando de soportar el asco que sentía por el alfa mayor, el tipo pensaba que era igual que su padre, ese alfa que solo quería más y más poder, no con Chan se equivocaba.

Sin embargo, había algo que le llamó la atención, el coronel Yang está muy grave, lo que le dice que Jeongin era sincero y que de verdad le preocupa su padre, el corazón de Chan se dobló y su alfa gruñó herido al imaginar al dulce omega sufriendo la muerte de su padre.

—Acepto la propiedad, Shin —dijo Chan, el mencionado de inmediato buscó las escrituras para entregárselas a Chan, Sejong se quedó sin palabras, deseaba lanzarse sobre Shin y matarlo.

—Con esto pagas tu deuda —dijo Chan y salió de la oficina sabiendo que Yang Sejong lo seguiría—. Hablemos en mi casa —pidió en cuanto el alfa salió a la calle junto a él.

Caminaron por el pueblo en silencio hasta llegar a la mansión Bang, cuando llegaron a la sala Chan se volvió a mirar a su invitado.

—Toma —entregó las escrituras—. No tienes que pagarme nada, sé que tu familia está en una situación difícil ahora, incluso puedo ofrecerte un préstamo único para los medicamentos de tu padre.