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Ian organizó una cena formal para presentarte con sus padres, hace más de cinco meses que se veían y salían, pero no eran nada oficial aún. Él solía ser conservador con su familia, hablaba lo justo y lo necesario, por eso vos no tenías idea de como eran, nunca los viste, solamente sabías que su mamá se llama Elisa y su papá Lionel.
Terminaste de cambiarte y maquillarte, querías estar linda para que su familia se lleve una impresión buena de vos. Diste unos últimos retoques al maquillaje, no era nada exagerado pero tampoco tan natural, lo habitual en vos era delinearte, era como tu marca personal, para finalizar te pusiste un poco de highlighter.
Ian te mando un mensaje avisándote que estaba afuera esperándote, agarraste una cartera, te despediste de tus viejos y saliste para encontrarte con él. Te estaba esperando afuera del auto y en cuanto te vio sonrió feliz escaneando tu figura de pies a cabeza, estabas hermosa. Subieron al auto y puso en marcha el vehículo hacia su casa, mentías si decías que no estabas nerviosa, nunca habías pasado por una situación así antes, por ende los nervios estaban a flor de piel, pero confiabas en qué todo iba a salir bien y que Ian te iba a cuidar en todo momento.
Llegaron a una enorme casa de un barrio privado, cada casa que pasaron te deslumbraba más, eran casas de lujo que no estabas acostumbrada a verlas de cerca. Los dos bajaron e Ian te agarró de la mano, lo veías nervioso, los dos lo estaban y se apoyaron mutuamente, iba a estar todo bien. Entraron a la casa, era cálida, ordenada y limpia, la casa olía a perfume ambiental de naranja, suspiraste viendo toda la decoración.
― Se ve que tu mamá tiene buen gusto ―dijiste mirándolo. Él sonrió por el comentario y asintió.
― Si, es enferma de la decoración. No te sorprendas si de la nada ves un cuadro o un florero medio turbio. Para ella es arte.
Te reíste por el comentario e Ian te llevo para la cocina donde se encontraba su mamá terminando de poner la mesa, empezaste a hiperventilar, no pensaste que se encontrarían tan pronto.
― Mamá ―dijo Ian llamando la atención de la señora Scaloni.
― ¡Hola querida! un gusto soy Elisa puedes decirme Eli ―sonrió al verte y te dio dos besos, entonces recordaste que era española.
― Un gusto Eli ―dijiste de la misma manera.
― ¿Y papá? ―preguntó Ian buscándolo con la mirada pero no había ni rastros de él.
― Está arriba terminando de vestirse. Siempre tan impuntual ese padre tuyo.
Tomaron asiento esperando a que Scaloni aparezca, se hacía esperar, pensaste mientras te tomabas un vaso de agua y Elisa te preguntaba cosas sobre vos para ir conociéndote un poco más. Sinceramente la señora te había caído muy bien, ahora sabías de dónde Ian heredó esa amabilidad que te derretía el corazón. No pudiste evitar preguntarte curiosa como sería su papá y que cualidades habrá heredado de él.
