TRILOGÍA SERENDIPITY MAGAZINE - Capítulos de prueba

TODOS MIS DESEOS - Capítulo 2

Holden siempre se había considerado un hombre bastante paciente y amistoso. Se encontraba al mando de Serendipity Magazine en España porque el resto de accionistas confiaban en él y lo veían capaz de llevar una plantilla entera sin mucho esfuerzo. En el pasado había demostrado tener bastante talento a la hora de sacar adelante un proyecto que llevaba varias décadas funcionando, y eso le ayudó a la hora de volar lejos del nido.

Pero esa mañana, cuando regresó a su oficina de Barcelona después de cuatro días en Londres, donde tuvo que escuchar a unos cuantos compañeros hablar sobre los cambios que estaban por venir, nadie le advirtió que se había desatado el apocalipsis.

Literalmente.

Luís, que se encargaba de marketing, apareció a primera hora en su despacho con una expresión digna de un film de terror. Traía consigo un montón de folios donde había impreso decenas y decenas de comentarios publicados en la web de la revista. Aunque eso no fue todo. Su propio correo estaba a rebosar de emails. Y él tuvo que pasar al menos una hora leyendo tantos como pudo para entender qué demonios estaba ocurriendo.

¿Cómo había pasado todo eso en su ausencia? No entendía hasta qué punto la nueva sustituta de Bárbara Martínez era capaz de prender fuego las redes sociales con una sección tan simple. Al menos, en apariencia. Nunca habían recibido muchas quejas cuando Bárbara estaba al frente. Solía ser una mujer bastante metódica en lo que hacía. Pero la chica nueva, Martina Nogués, era la otra cara de la moneda.

Él ni siquiera tenía el placer de conocerla en persona. Había aceptado darle el puesto porque venía recomendada por parte de Bárbara, y de ella sí se fiaba. Llevaban tres años trabajando juntos y la conocía bastante bien. Incluso se alegró al saber que por fin había cumplido su sueño de ser madre.

«Esto me pasa por no prestar más atención a los trabajadores», pensó, frotándose el mentón frente a la enorme pantalla de su escritorio. Los correos seguían entrando en su bandeja de email, y empezaba a agobiarse. También las redes sociales de la revista echaban humo. Se había desatado una guerra bastante curiosa respecto a los comentarios de la nueva redactora.

Muerto de curiosidad, se dedicó unos minutos a leer por encima los comentarios de Martina. Y vaya sorpresa se llevó.

«Ahora lo entiendo todo». Con ese pensamiento en la cabeza, llamó a su secretaria y le pidió que hiciera pasar a la nueva empleada a su despacho. Cinco minutos después, Martina entraba por la puerta con la misma expresión que hubiesen puesto las brujas al ser condenadas a la hoguera.

Holden se quedó prendado de ella casi de inmediato. No resaltaba precisamente por ser una belleza digna de estar en la portada de la revista. Pero tampoco era fea. En realidad, se trataba de una mujer con las facciones muy dulces y la mirada más curiosa del mundo. Sus irises brillaban de un marrón mezclado con verde oscuro que hacía competencia con la lisa, brillante y larga melena castaña que le caía por los hombros. Algunas pecas salpicaban sus mejillas y la nariz, y no era muy alta. Vestía unos pantalones sencillos y una blusa de color beige que resaltaba bastante el color bronceado de su piel. Se preguntó si sería natural o, por el contrario, era de esas mujeres que iban a darse rayos uva incluso en invierno.

Martina podía pasar perfectamente por una mujer sencilla, pero apostaba a que en el fondo era de las que tenían un fuego abrasador. A él le gustaban así, no iba a mentirse a sí mismo. Las mujeres dulces y tímidas eran sus favoritas. Y esa tenía pinta de ser de las que se sonrojaban con cualquier piropo y, a su vez, no se callaba nada.

«Céntrate, que se supone que debes pedirle una explicación y estás aquí sentado, comiéndotela con la mirada». Holden carraspeó y le hizo un gesto con la mano para que cerrase la puerta. Martina obedeció de inmediato. Ni siquiera se sentó, como si ya hubiese dado por hecho todo y solo esperase a recibir la peor noticia de todas.