Martina se arrepintió de haber acudido a la llamada de sus amigas después de un día agotador de trabajo cuando tuvo que aguantar las carcajadas de Vega durante cinco minutos seguidos.
Su amiga estaba riéndose como si el mundo fuera a acabarse, con el rostro enrojecido y los ojos brillantes de lágrimas, y todo eso mientras relataba —una vez más— cómo la oficina había recibido incontables llamadas de atención por parte del público. Pero eso no era lo más divertido, según Vega. Se había traído un ejemplar físico del último número de Serendipity Magazine para comentar por encima todas y cada una de las respuestas a los problemas de la gente.
—Es que es buenísimo —seguía diciendo, revista en mano—, le dijiste que escogiera entre su prometido y su vibrador. ¿Cómo se te pasó por la cabeza? ¡Si nunca quieres venir conmigo a un sex shop! —Luchando contra el ataque de risa que amenazaba con llevarla a la sepultura si seguía así, carraspeó y dejó el ejemplar a un lado—. Tendrías que haberlo visto, Barbi. Teníamos Instagram repleto de etiquetas en fotos donde enseñaban el Satisfyer y afirmaban haber dejado a sus parejas porque ninguno de ellos estaba contento con usar juguetes en la cama.
»Martina ha conseguido romper más parejas que la falta de confianza y los celos tóxicos juntos. Es la culpable de la revolución del vibrador.
La aludida se cubrió el rostro con ambas manos, mortificada. Ese día estaba siendo tan extraño que aún no lograba tranquilizarse. Desde que Holden Miller la llamó a su despacho no había conseguido respirar bien del todo. Notaba una sensación de ahogo similar a los ataques de pánico que sufría en la universidad antes de un examen. Y por si no fuese suficiente, saber que estaba en el punto de mira de muchísima gente no le ayudaba en absoluto a relajarse.
Lo único positivo de todo el asunto fue recibir una sonrisa divertida por parte de Bárbara nada más enterarse de lo ocurrido. No se enfadó, ni puso el grito en el cielo. Contra todo pronóstico se lo tomó como una anécdota más. Martina se preguntó si sería cosa del embarazo, de su boda reciente o simplemente de esa tranquilidad que siempre la envolvía.
Eran tan distintas. Mientras Bárbara pisaba fuerte y se hacía notar, manteniendo una enorme seguridad en sí misma, Martina se mostraba reacia a los escándalos, odiaba ser el centro de atención y siempre se trababa en los momentos clave.
Cualquier persona se preguntaría qué demonios las unía de forma tan íntima como para considerarse casi como hermanas. Pero allí estaban.
—¿Te importaría dejar de torturarme? No tiene gracia —se quejó Martina, harta de oír esa historia en boca de todos.
—Ni de coña. Esto es oro puro. Van a estar hablando de ello en todas las redes sociales lo que queda de semana, ¡me encanta!
Bárbara, acomodada en el sofá con una enorme almohada rodeándola, pasaba la mirada de una a otra sin saber muy bien qué decir. En ese momento luchaba por ser imparcial, como Suiza, pero le costaba muchísimo no reírse por las caras de Martina.
—Deberías tomártelo como un triunfo —comentó mientras se frotaba la prominente barriga de embarazada—. ¿Quién consigue llegar a un trabajo y besar el santo? Holden jamás me ha soltado un halago más allá de «buen trabajo, sigue así».
—A mí tampoco —añadió Vega—. De hecho, casi nunca se muestra cercano a los empleados. Los respeta y les echa un cable si lo necesitan, pero no sale mucho de su despacho. Si te ha dicho que está encantado contigo, debe ser cierto.
Martina apartó las manos de su cara con lentitud. Si Vega ya se había calmado, quizá hablarían de forma más tranquila.
—Solo está contento porque las ventas han subido como la espuma. Si hubiera sido un fracaso, me habría expulsado de la redacción de inmediato.
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TRILOGÍA SERENDIPITY MAGAZINE - Capítulos de prueba
RomanceCapítulos de prueba de la trilogía Serendipity Magazine. Ya disponible en todas las plataformas.