como todo cayó en picado

1.5K 77 1
                                    

Ya está, para mi aquí acababa todo. Después de años luchando por llegar a la cima, por hacer feliz a la gente. Por hacerme feliz a mi misma.

Un pequeño fallo, un simple desliz, un insignificante error. Significaba el fin de todo, y para mi lo era.

Después de días entrenando con La Roja, esforzándome al maximo para la Euro. Con un pequeño resbalón, para mi había terminado.
Me esperaban 9 meses de recuperación, después de una operación dolorosa, me esperaba una recuperación aún peor. Y aun que no tenia ganas algunas, sabía que tenía que hacerlo.

Y ahí estaba, enfrente del centro de rehabilitación del Barça, un sitio que jamás pisé. Y esperaba no tener pisar nunca. Pero a pesar de mis plegarias, mi día había llegado.

Entré a paso rápido, con mis muletas, que odiaba. Seguida por mi hermana, Alba. "Ale espera, no vayas tan rapido, te vas a caer" me repetía una y otra vez, pero no le hacía caso. Iba decidida, porque sabía que cuanto antes entrase, antes saldría. Y yo quería salir ya de allí, y acababa de entrar.

"Alexia, sé que estar aquí no te gusta y que preferirías estar en Las Rozas con tus compañeras preparándote para la Euro, pero esto es lo que te ha tocado, así que deja de intentar correr y hazme caso". Alba estaba indignada y agotada, no la culpaba, desde mi lesión no había quien me aguantase. Ni yo misma lo hacía. Sin embargo, ella seguía ahí apoyándome y ayudándome. Tendría que ser al revés, la mayor era yo.

"Perdón Albs, sabes como me hace sentir esto, y te lo estoy echando todo a ti, cuando tú no tienes la culpa, pero solo quiero salir ya de aquí". Alba me miró con cara de pena, lo odiaba. Durante estas semanas lo único que veía eran caras de pena, de mi hermana, mi madre, familiares, amigos, compañeras... No lo soportaba más, no quería consuelo ni que se sintiesen mal por mi. Quería una puta rodilla nueva.

"No pasa nada Ale, lo entiendo, pero esto va a ser duro y lo sabes. No puedes pensar que por llegar antes te vas a recuperar antes. Ojalá fuese así hermana, pero sabes que no". Y sabía que tenía razón, muchas veces la tenía, y lo odiaba.

Me acerqué al mostrador. "Buenos días, vengo a mi sesión con el fisio después de mi operación". Dije con mala cara a la recepcionista, quien con una sonrisa me dio unos papales. "Claro, Alexia, rellena estos formularios y espera sentada, enseguida le atenderán". Pobre mujer, con lo contenta que estaba, y le había tocado lidiar conmigo, en mi peor momento.

Sin rechistar me senté y esperé. A los 20 minutos, un hombre bajito y algo mayor, a mi parecer, se acercó. "Alexia, ven conmigo, vamos a empezar con tu primera sesión". Ya me había caído mal, autoritario, frío y borde. No es que yo pudiese quejarme mucho, ya que ese había sido mi comportamiento durante los últimos días, ¿pero no se supone que los médico tienen que ser amables?

Entré detrás de él a la sala. Era igual que él, fria y borde. Me desanimó más saber que tendría que pasar allí el resto de días durante 9 meses. No iba a soportarlo, pero tendría que aguantarme si quería volver al campo.

"Túmbate en la camilla y estira las piernas". Seguía siendo igual d frío, voz dura y rasposa, sin ganas de vivir y con ningún tipo de entusiasmo. Supongo que el tendría las mismas ganas de hablar, que yo de escucharle. Ningunas. Pero hice lo q me pidió. Al rato se acercó y empezó a tocarme la rodilla, un dolor horrible recorrió toda mi pierna. Este hombre era un incompetente, y no sabía lo que hacía. Esto no me iba a ayudar, me iba a hacer incluso más daño. No podía soportarlo, por lo que me levanté de la camilla.

"Alexia vuelve a tumbarte" me dijo el hombre, cuyo nombre no sabía, y me daba igual. "No pienso dejar que usted me atienda". Suspiré.
"Esto no va a funcionar, es mejor que lo deje. Ya está, no volveré al fútbol". Me sorprendí a mi misma cuando esas palabras salieron de mi boca, no volveré al fútbol, si me hubiesen dicho hace un mes que diría eso, habría empezado a reírme, pero ahora. Ahora, que estaba en mi peor momento, no pudiendo jugar, no pudiendo dormir, ahora esas palabras eran las más coherentes que había dicho en las últimas semanas. Y eran ciertas. Para mi, el fútbol, había llegado a su fin.

Sin ti no soy yo misma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora