Capítulo 7

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Una semana después del suceso, Nene decidió tomarse unas vacaciones. Se lo merecía, sus propios compañeros no creyeron que iba a sobrevivir. Muchas veces le preguntaron si vió algún tritón o sirena, pero se mantuvo firme a su palabra. La existencia de Dritan y de la pequeña piraña seguía siendo un secreto dentro de su mente. Llegar a casa temprano fue lo mejor que pudo haberle pasado, dormiría las horas que fueran necesarias con tal de recuperar cada gota de sudor derramada en su informe. El papeleo no era su fuerte, olvidar la fecha de entrega y no saber que poner eran sus mejores excusas. A Nene la cabeza le daba vueltas. Tanto cansancio le hizo tirar la mochila a un sillón, los zapatos y el pulóver a cualquier lado, sus propios pasos lo condujeron al sofá, y sus párpados oscurecieron la vista.
El molesto sonido del timbre lo prohibió de su siesta de cinco minutos. Con ganas de quedarse en el mismo lugar, ignoró al timbre, pero no pudo con el móvil y su vibración. Furioso de no poder descansar en su salida temprano contestó la llamada reconociendo la voz que le pedía que le abrieran la puerta. Nene olvidó que su hermana Neneka le iba a visitar, y nuevamente olvidándose del descanso abrió la puerta.

-Madre mía-Neneka notó el cansancio en los ojos de Nene-Hagamos lo de siempre, yo cocino y te despierto a la hora de la cena.

-Bien.

-Pero te vas a dormir a tu cama.

-Y tu entra y cierra la puerta.

Neneka adoraba ver a su hermano mayor dormir igual que un niño. El susto de hace una semana hizo que su relación de hermanos volviera a ser la de cuando eran niños. Crecer y madurar era ser independiente. Con el miedo que Nene volviera a irse y esta vez no regresara, se conformaba con prepararle la cena. Una vez todos los platos estuviesen listos, Neneka fue a despertarlo, no obstante, Nene lo hizo solo por una pesadilla. Por muy adulto que fuera nunca dejó de buscar brazos que le consolaran el susto. Abrazado a su hermana quiso contarle sobre el sueño, más, lo único que recordaba era un pez gris de muchos dientes.

-Ya estoy mejor.

-Me comentaste hoy en el almuerzo que tomarías vacaciones. ¿No crees que es mejor visitar el campo?

-Aún no he decidido a donde iré.

-Nene, alejarte del océano creo que es mejor. Solo por unos días.

Decirlo eso a su hermano le estrujó el alma a Neneka. Nadie mejor que ella para saber cuánto Nene amaba el océano y la vida marina. Decidió cambiar de tema informando de que se podía ir a comer. Nene no dijo nada, quizás Neneka tuviese razón. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Mirar su pie, recordar a la piraña y su sueño, definitivamente debía de ir a verle.

-Si claro, como si supieras donde se encuentran-se trató de convencer a si mismo que la idea era una ridiculez.

-Nene, ¿de qué hablas?

-De una tontería que se me pasó por la cabeza. Vamos a comer, tengo hambre-dijo mediante un bostezo.

-Preparé tu favorito.

-Ya vuelves a mimarme.

Una cena tranquila donde a Nene se le iluminaron los ojos al ver pizza casera. Si hubiera sido él, habría tomado lo primero que hubiera en el refrigerador o simplemente pediría a domicilio. Saboreó cada trozo hasta no quedar nada en su plato, las pizzas caseras de su hermana eran un capricho. Como segundo jefe de la cocina dispuso de lavar la bajilla, aunque su mente no paró de mostrarle a la piraña. El tema de las vacaciones volvió a salir como pensamiento en voz alta, sin embargo, fue una mentira que el bosque le guardaba una aventura. Cierta hora de la madrugada donde Neneka ya dormía, Nene hizo una reservación por su móvil a un hotel cerca de la costa.

Soy Libre, No Una MascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora