4. Planes a futuro

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Susana conocía el delicado estado de su madre con el embarazo y la preocupación de su padre por ello. A pesar de todo estaban felices con la ilusión de un nuevo bebé.

En casa de Samuel de pronto surgían los comentarios en contra de Susana y eso inquietaba al muchacho pues lo que más deseaba era que su novia lo fuera oficialmente.

—¿Les has dicho algo? —inquirió Susana.

—No, mi mamá casi me ahorca cada vez que te menciono.

—Entonces, sigamos así —dijo ella.

—¿Y tú?

—En mi casa todo gira en torno al bebé.

—¿Y no te pones celosa?

—No, ya estoy acostumbrada a vivir sin esa clase de atención.

Samuel vio su cara triste.

—No te preocupes, yo te daré todo el amor que necesitas.

Susana lo abrazó, era medianoche y como otras veces se habían encontrado en el jardín trasero de la casa para conversar y otras cosas.

—Más te vale, porque que de pronto te han salido muchas admiradoras.

Samuel se mordió los labios

—Tú tienes la culpa, te ves tan feliz conmigo que empezaron a creer que soy bueno haciendo el amor.

Susana lo abrazó.

—Ay mi gordito —dijo jalandolo de la cintura.

—Tú sí puedes decirme Shamu.

—No quiero.

—Dímelo, me haces sentir grande.

Susana sonrió con malicia y acarició su vientre.

—Y lo eres.

—Susy —advirtió.

—¿Te da miedo que me oigan gritar?

—No, pero...

—Sami —suplicó poniéndose de puntillas para mordisquearle el oído, su punto débil.

De Leonel se acordaban solo cuando se lo topaban, mas no por incluirlo en su conversación. Cumplieron tres semanas de noviazgo y poco antes de la cuarta Samuel la sorprendió con un regalo muy peculiar.

—Samuel —dijo sorprendida— es de oro vio la pulsera con pequeños dijes en forma de horca y se rió— ¿por qué?

—Para que siempre te acuerdes de mí.

—Mi amor siempre pienso en ti —aseguro y le dio un beso.

—Te amo.

—Sami —gimió emocionada.

—Oye no llores a menos que te toque donde te gusta —musitó en su oreja.

—Es que es el primer regalo que recibo en muchos años —confesó.

Samuel abrazó fuertemente, la amaba tanto.

—¡No se metan en mi vida! —replicó Susana.

—Entonces deja de darnos preocupaciones —dijo su madre

—La señora Aurora vino a reclamarle a tu mamá que andas coqueteando con Samuel.

—¿Qué?

—Ya conoces a esa familia Susana, son tan recapados y se sienten de la alta sociedad —dijo José Luis—

—El muchacho no es para ti —señaló Karina.

—¿Por qué no?

—Ay Susana, está gordo y feo.

—Sami no es feo y lo gordo ya se le quitará. Asi me gusta.

—Esas son tonterías —puntualizó José Luis—.  El caso es que doña Aurora te hará la vida un infierno si te nota interesada en Samuel.

—Papá, Samuel me gusta. Es tan bueno conmigo.

—Leonel te conviene más, no sé por qué lo dejaste —intervino Karina otra vez.

—Era muy frío conmigo.

—Pretextos replicó la señora, además ni te ilusiones que Aurora y su clan se van a ir pronto de la ciudad. A su esposo le ofrecieron un mejor trabajo en Los Ángeles.

—¿Qué? ¿Se van a ir de San Bernardino?

—Sí, me lo encontré ayer en la tarde —mencionó José Luis.

—Se irán apenas termine el ciclo escolar.

—¿Por qué no me dijiste? —inquirió Susana nerviosa.

—Susi, ellos se van yo no.

—¿No?

—No, ya soy mayor de edad.

—No te van a dejar solo con lo sobreprotectora que es tu madre.

—Tendrá que hacerlo.

—Pero ¿dónde vivirás?

—Aquí mismo, trabajaré y estudiaré y... —Susana se sintió intrigada con su media sonrisa—. Pensaba en que en el futuro, tal vez tú y yo...

—Sami...

—¿No querrías casarte conmigo?

Susana se rio nerviosa.

—¿Hablas en serio?

—Muy en serio.

—¿Sabes lo que significa casarte conmigo?

—¡Oh, sí, la hecatombe!

—Te exiliarían de tu familia.

—Si es para poder estar contigo, no me importa.

Susana lo besó en los labios.

—Si tú te arriesgas, yo también lo hago.

—Nada más hay un pequeño contratiempo.

—¿Cuál?

—Debo ir un par de días a Los Ángeles.

—¿Para qué?

—Debo recoger unos documentos personales. Pero volveré, así que no te emociones con que vas a estar sola mucho tiempo.

—Susana no es una chica decente —dijo Aurora

—Mamá, tengo 19 años, puedo decidir —respondió.

—Samuel tiene mala reputación y sé lo que hacen por las noches —aseguró viéndolo empacar su maleta.

El muchacho palideció y luego enrojeció.

—Mamá...

—Acepto que la veas como un desahogo a tus necesidades, pero sinceramente no la veo en tu futuro en una casa y con hijos. Ya ves a lo que se dedica su padre, vaya fracasado.

—Mamá Don José Luis es un mago, es un trabajo muy decente.

—Y Susana es su edecán, ¿qué no la has visto salir con esas ropas tan pegadas?

—Siempre usa un abrigo encima.

—Te imaginas la de propuestas indecorosas que recibe.

—Mamá, no me interesa nada más que lo mucho que la amo.

—No confundas el deseo con el amor, hijo

—No lo haré.

EL ROMANCE DE SUSANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora