Leonel lo empujó fuertemente contra un muro en un pasillo de la escuela y Samuel se quejó.
—¿Qué tienes que ver con mi mujer? —le preguntó enojado.
—Susana y yo... —pausó para recordar lo que ella le pidió— somos amigos ya lo sabes.
—¡Cobarde me han dicho que los han visto juntos! Demasiado.
—Somos muy buenos amigos —insistió Samuel.
—Entonces tú debes saber, mariquita, con quién me engaña.
Samuel frunció el ceño.
—¿En serio? —inquirió burlón.
—La desgraciada se quejó todo el semestre de mi falta de atención y ahora que la tiene no me deja que la toque —confesó halagando íntimamente a Samuel— porque tú has de saber que ella se acostaba conmigo.
—¡Asi se le llama a desahogar tus ganas?
—No te metas en nuestros asuntos Shamu.
—¡Me he metido más de lo que te imaginas idiota! —lo retó y lo empujó con fuerza.
—Sé que Susana te gusta, gordo asqueroso, pero no sueñes con que te mires siquiera.
Samuel sonrió.
—Uno nunca sabe.
Leonel lo miró con desprecio
—Claro —Leonel lo miró con desprecio—, para lo único que servirías sería para autocastigarse —sonrió con — porque con una ballena como tú encima debe ser horrible sentir que te mueres de asfixia —su risa y su hervir la sangre de Samuel.
—¡Si le faltara el aire no iba a ser por culpa de mis kilos te lo aseguro!
Leonel no comprendió al instante sus palabras, pero cuando lo hizo, volvió a enfadarse.
—¿Qué te ha dicho Susana?
—No necesita hablar, su cara insatisfecha lo dice todo.
—Mira ballena, de un tiempo acá te veo muy creido y de una vez te advierto que no sigas. Ahora estamos en la escuela, pero en cuanto salga ya verás.
—Te vas a ir conmigo —ordenó Leonel ese mediodía a su novia de mala manera, obligandola a caminar hacia su auto.
—No Leo, no quiero.
—Vamos Susana, no eres una Santa. Voy a estar fuera el fin de semana y necesito un poco de acción.
—¡No quiero, ya te dije!
—¿Por qué no?
—Porque solo me usas. Tu manera de tocarme es muy frustrante.
—¿Vas a decirme que ya no te gusta cómo lo hago? —dijo mimoso.
—Por favor Leo, no lo hagamos más difícil. Esto debe terminar.
—No.
—¿Por qué no? No me amas.
—¿Y eso qué? Tenemos algo mejor. Soy un chico muy activo y eso te vuelve loca —dijo provocativo, acercando su vientre.
Susana ladeó el rostro y miró a Samuel observándolos.
—No te me acerques, nos están viendo.
—No me importa, si lo dices por el gordo menos.
La chica lo empujó.
—Me voy con él.
—¡Yo te llevaré!
—No... —Leonel la tomó de un brazo con fuerza.
—Te vas conmigo, es una orden.
—¡Suéltame!
—Vamos a pasar la tarde juntos en tu cama, ¿qué te parece?
—Sabes que no, mis vecinos son muy chismosos y..
—Entonces vamos a algún lugar en mi coche.
Susana no lo deseaba
—No, Leonel.
—¿¡No !? —exclamó apretándola.
—Ya no te quiero, ni te deseo.
Leo la jaló con tanta fuerza que lastimó su muñeca y la hizo gritar.
—Déjala en paz Leonel —ordenó Samuel.
Susana comenzó a llorar por el dolor.
—Por favor Sami, no te metas.
—¡No voy a dejar que te maltrate!
—Uy qué miedo, la ballena asesina me va a atacar.
—Haré más que eso.
—Sami —gimió Susana preocupada por el.
—Amo a Susana y ella me quiere —confesó haciendola palidecer.
—¿Qué broma es esta? —preguntó Leonel a su novia.
—Yo soy con el que te ha sido infiel —agregó Samuel envalentonado.
—¿Qué tonterías dices?
—Es la verdad —decidió confesar las chicas—. Sami y yo nos hemos acostado.
—Pero ¿por qué porque con él? ¿por que con esto?
—Porque es muy dulce y me gusta.
—¡Qué asco!
—Además es mejor amante que tú —le reprochó Susana ignorando a los curiosos que empezaron a rodearlos.
—Por favor Susana, míralo bien.
—Ya lo hice.
—¿Ya lo viste desnudo?
—Sí y me sigue gustando —replicó adolorida de la muñeca— es mejor que tú.
—¿Cómo que es mejor que yo? Soy un atleta tengo músculos.
—¿Eres un maldito egoísta en la cama, con un estúpido organo que no te sirve más que para orinar!
Un murmullo general se escuchó y por fin fueron conscientes de ser el centro de atención. Leonel enrojeció.
—Sabes que no es cierto.
—Susy —musitó Samuel
—No miento, jamás me tocaste como Samuel. Jamás te preocupaste de mi placer —lo miró fijamente y sus ojos delataron lo que sentía él—. Me hizo sentir mujer y quiero estar siempre a su lado.
Leonel estaba rojo de ira.
—¿Y desde cuándo me engañas?
—Desde hace un par de meses.
—¿Y desde entonces, ustedes...?
—Sí —dijeron Samuel y ella al mismo tiempo. Leonel apretó los puños, después golpeó su auto con tanta fuerza que lo abolló.
Fueron la comidilla de la escuela, pero al menos su relación era abierta. Solo allí pues nadie en su casa sabía que por fin eran novios.
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EL ROMANCE DE SUSANA
RomanceCarlos Ortiz era un apuesto productor de televisión exitoso, sin intenciones de atarse a ninguna mujer y es que a pesar de que habían pasado los años, aún olvidaba el dolor tan grande que Susana Guzmán le causó al engañarlo. Por eso, cuando regresó...