parte 8

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La vida para Lily era solitaria. No es que fuera un ser demasiado social, le bastaba con la ocasional visita de Howard y Ginger. Era la primera vez que veía a Rose, y eso hizo que se relamiese, le gustaba la novedad. La hija de Howard. Había podido disfrutar de Margaret en su día, pero se había quedado con las ganas de catar a Rose.

_ Así que tú eres Lily. _ Rose tragó saliva, mirándola.

Lily era todo una fantasía sexual, una pelirroja pálida y exuberante… con aquellas grandes alas y cuernos… esa cola traviesa. Rose la miró, y no pudo evitar relamerse ante la imagen, lo que provocó que la pelirroja sonriese.

_ Bienvenida a mi pequeño rinconcito, Rose. ¿Qué puedo hacer para servirte? Si vienes a que cumpla alguna de tus fantasías. _ Se mordió el labio. _ Será todo un placer.

_ La verdad… me gusta mucha la oferta y no descarto aceptarla en otra ocasión… Pero no vengo por eso… _ Rose trataba de centrarse. Lily se rio.

_ Si vienes a pedirme que asesine a alguien, te advierto que no soy esa clase de demonio. _ Lily parecía encontrarlo tan divertido.

_ En realidad sólo me interesa hablar sobre el pasado… sobre el inicio del acuerdo de mi padre contigo. Sé que Ginger estuvo involucrada… y que mi padre quiso vengarse porque se acostó con mi madre… pero me falta mucho por saber.

_ ¿Y por qué no le preguntas a él?

_ Mi padre no quiere contármelo… y no permite a Ginger que me cuente nada en absoluto.

_ Ah… es muy reservado con eso. _ Lily se aproximó y le puso la mano en el hombro. _ Yo no te lo voy a contar… pero puedo hacer algo mucho mejor que eso…

_ ¿El qué?

_ Te lo mostraré.

Rose dio un gemido amplio… la cola de Lily acababa de meterse bajo sus falda, haciendo a un lado su tanga… y se había metido entre sus nalgas, directamente al agujero de su culo. Los ojos de Rose se pusieron blancos y se quedó con la expresión vacía y babeante.

Lily le sacó las tetas del sujetador y se las acarició con calma. La demonio tomó su aspecto masculino, como hacía con todas y cada una de las fulanas que convertía. Tomó el cuerpo dócil de la muchacha y se sentó en el suelo, haciéndola botar por encima de ella, penetrándola con cada embestida.

Por un momento dio la impresión de que, como a tantas otras mujeres antes que a ella, iba a borrar el cerebro de la muchacha… pues permaneció con los ojos blancos, moviéndose por inercia. Pero pronto sus ojos se tiñeron de negro y, como llevada por un deseo visceral, empezó a besar a Lily sin control.

_ Eso es, muchacha… deja que el recuerdo te envuelva… déjate llevar…

Mucho tiempo antes.

Christine remoloneaba en la cama. Le gustaba quedarse allí, con los ojos entrecerrados, mirando a Howard al despertar. Habían compartido ya algunos años de matrimonio, pero seguían enamorados como el primer día. Y después de una noche de sexo salvaje, nada le gustaba más que quedarse acurrucadita junto a él hasta el momento de despertar.

Apagó el despertador y, desnuda como estaba se encaminó a hacerle el desayuno a su maridito. Howard estaba muy tenso esos días, porque aquella misma noche iba a hablar con un inversor para ampliar la maquinaria de su taller. Habían quedado para cenar en la mansión de aquel hombre, Brad.

Brad era un hombre guapo, de piel morena, atlético. Estaba mirando en aquel momento una foto de Howard… aunque no le miraba a él, miraba a su lado, donde se encontraba Christine, con una gran sonrisa.

La escena podría llegar a parecer inocente… de no ser por el sonido de succión que se estaba produciendo, reverberando en aquel gran salón. Bajo la mesa había una mujer con las tetas y el culo hinchados de forma que parecía artificial. Tenía la mirada perdida mientras devoraba la polla de Brad completamente zombificada.

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