Capítulo 20 - Hacia la libertad en esa casa

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La noche llegó, y había una hoguera preparada. Eren se sentó junto al resto de titanes cambiantes, muchos días atrás. Eren todavía no les había contado el plan, y ellos estaban ansiosos por saberlo. Más que nada, necesitaban conocer por qué afirmó que ellos querían destruir el mundo.

—Esta era la única manera para liberar a Eldia —comenzó Eren—. Lo supe desde que entré en contacto con Historia.

Eren continuó hablando de cosas que ya todos sabían, sobre el pasado de Eldia y cómo esta había acabado siendo odiada por el mundo. Aun así, no divagó y respondió sus dudas.

—He de obtener el poder de los nueve titanes cambiantes para así poder acabar con la maldición y el odio hacia Eldia —les dijo.

Ellos se asombraron, sobre todo fueron Pieck y Porco los que más se exaltaron, oponiéndose a ser comidos por el demonio que azotaba al mundo. Zeke ya lo escuchó en los Caminos, y Bertolt y Reiner parecían tener una ciega fe en él, aunque también porque estaban agotados. Cansados de luchar.

—No os lo estoy preguntando —matizó Eren—. Solo os estoy informando.

Porco y Pieck callaron, aunque arrugando el ceño. Eren se levantó, suspirando.

—He estudiado todas las posibilidades, todas las alternativas que existen. Y esta es la única. Si me convierto en el Titán Primigenio, como Ymir Fritz, la única que obtuvo el poder de los nueve titanes, quizás pueda poner un fin a todo esto. Si funcionará o no nadie lo sabe, ni siquiera nuestra creadora. —Eren se detuvo un momento, y miró al cielo—. Desconozco si me lo mostró Ymir o fue mi propia consciencia, pero vi diferentes alternativas de cómo podría haber acabado el mundo. Como si fueran historias alternas, con algunos sucesos que variaban, pero todos tenían algo en común: yo era el problema central. Siempre era el demonio que todos temían. En una de estas realidades yo poseía el poder de tres titanes, y conseguí que los titanes desaparecieran temporalmente. 

»Sin embargo, muchos años después, la historia se volvió a repetir: el árbol de la materia orgánica volvió a nacer, y alguien consiguió de nuevo el poder de los titanes. De alguna manera, la maldición nunca acabó de desaparecer. Y entonces pensé: si deshiciera la maldición de los titanes cuando tuviera el poder de los nueves titanes, el Titán Primigenio, ¿habría una pequeña posibilidad de que los titanes desaparecieran para siempre? Al final, acabaría como todo empezó. Quizás no sirva para nada, quizás esté equivocado, pero en este mundo que nos ha tocado vivir, es la única manera de intentar conseguir la libertad de nuestro pueblo —finalizó Eren.

Todos acabaron aceptando el destino que les había impuesto Eren. Al fin y al cabo, aunque quisieran resistirse, Eren tenía el poder de cuatro titanes cambiantes ya en su poder. Nadie podía hacerle frente. Llegó la última noche, sobre todo de los titanes cambiantes. Eren se convirtió en titán y se los fue comiendo, tal y como habían acordado. Esa era su misión. Así era como tenían que ser las cosas. Se despidió de todos y el último fue Reiner, preparado para entregar su vida. Eren había regresado a su forma humana para despedirse de quien fue, sin duda, el hombre que lo cambió todo.

—Desde siempre me maldije por todas las acciones que hice —dijo Reiner, apenado. Se contuvo las lágrimas, aunque sus ojos estaban entreabiertos—. Hice todo lo posible para conseguir que mi madre fuera feliz, brindarle una vida y que estuviera orgullosa de mí. Pero lo único que conseguí es que fuera convertida en titán. Aun así, quería creer que todas las decisiones que había tomado, aunque estuvieran equivocadas y hubieran arruinado mi vida, iban a tener un beneficio mayor. Así que estoy feliz de que finalmente mi vida haya tenido sentido, Eren. —Reiner se acercó a él y acomodó su mano sobre el hombro de Eren—. Gracias a ti conseguiremos que todos ellos sean libres. Tú has hecho que mi vida tenga un significado.

Shingeki No Kyojin: Sin la CaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora