Capítulo 23: Hacia las Estrellas

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El aerosmotus era hermoso, con sus globos alzados y rellenos de aire caliente y la cabina de madera con un barniz marcado por los años

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El aerosmotus era hermoso, con sus globos alzados y rellenos de aire caliente y la cabina de madera con un barniz marcado por los años. Sogas lo mantenían aferrado al suelo y quienes se disponían a viajar tuvieron que esperar a que las luces del muelle se apagaran para ascender.

Valeria y Máximo escribieron una carta para Mr. Meyoserdóromo para justificar la ausencia de ambos. No sabían cuánto tiempo estarían fuera de Ocassyum, y creían que no sería prudente informarle a alguien sobre su paradero real, por lo que solo le contaron sobre la amenaza que corrían y que Solunier ya no era seguro para ellos. En ningún momento mencionaron a los Lombardi, ni su investigación.

Iban a enviarle también una carta al tutor de Fred, Mr. Nogish, pero él se negó con insistencia, diciendo que no sería necesario y que posiblemente, al ver la firma de Fred en la carta, ni siquiera se molestaría en abrirla. Nadie quiso insistir más en ese asunto.

Annabel no tenía tutores a quienes avisarle sobre su partida, según lo que Valeria sabía los había perdido hacía muchos años atrás antes de su graduación, por eso había conservado su nombre real.

Cuando acabaron, Annabel se ofreció a llevar las cartas y tardó más de lo que esperaban. Aun así ese tiempo de espera Valeria lo invirtió en apaciguar el enojo y a enfriar las cosas luego de una calurosa discusión que había tenido con Annabel momentos antes de que se fuera.

Ambos hermanos se lanzaron a discutir sobre el problema que la nueva condición de Fred representaba para la huida, y Valeria no pudo evitar meterse en el medio cuando Annabel perdió los estribos, y eventualmente Máximo también saltó en defensa de Fred.

Al principio, Annabel había dicho que no iba a acompañarlos porque ya había dado por hecho que Fred se quedaría, pero luego propuso usarlo de carnada para darles más tiempo Valeria no podía confiar en ella. Por eso al final, y roja de la ira, decidió que iría con ellos porque corría el mismo peligro que cualquiera. Ninguno se opuso a ello, puesto que tenía razón, pero al menos a Valeria le agobiaba pensar que tendría que lidiar con ella y sus disparatadas ideas durante Dios sabe cuánto.

Una vez dentro del aerosmotus, sacó la brújula estelar del bolsillo y para su sorpresa la estrella encerrada tras la pantalla ovalada del aparato no brillaba con intensidad, sino que su luz era como si se tratara de una diminuta luciérnaga. Pensó que lo mejor sería atarle alguna cadena para poder colgársela al cuello, así podría evitar perderla en alguna situación extrema. Decidió que sería lo primero que haría en cuanto llegaran a las Tierras Desamparadas.

En cuando Annabel volvió, no perdieron ni un minuto más y cortaron las sogas liberando el aerosmotus. Al soltarse se elevaron con un movimiento brusco, cerraron la puerta (que era más como una escotilla) y Máximo, el único que sabía cómo pilotar, se paró frente al timón.

La madera a sus pies emitía un chillido debido al movimiento, Valeria no pudo evitar aferrarse a la pared al sentir cómo subían hacia el cielo oscurecido. Había tenido tiempo para pensar en que sería la primera vez que sus pies se despegarían de la superficie terrestre, pero había desperdiciado ese tiempo al estar enojada con Annabel.

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