Ríndete, porque yo ya lo hice

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"¡Noticias de última hora!

Siguiendo el caso del joven que se suicidó a causa del bullying y el abuso sexual que recibía en su escuela, el presunto violador Eric Cartman ha sido hallado intentando cruzar la frontera con México junto con su madre. Actualmente se encuentra en custodia y será privado de su libertad hasta el juicio que se celebrará en una semana.

Siguiendo con la misma historia, al huir hacer unas semanas se permitió investigar la casa de los Cartman en South Park donde se encontró en la habitación del joven un tarro de vaselina que, según los informes, efectivamente tiene el ADN de Thomas Stone, lo que coincidiría con lo relatado en su carta de suicidio."

Luego de eso, Tweek decide apagar el televisor.

El chico da un largo suspiro en el sofá de su casa, grandes ojeras surcan sus ojos como las noches que no ha dormido, su pijama está sucia y desatendida como su propio cuerpo, su cabello antes brilloso ahora está graso y sin vida, sus uñas ya se encuentran inexistentes en sus dedos y el ánimo que carga es tan pesado como sus demonios internos.

Es sábado, pero lo siente tan duro como un lunes de exámenes. Los hombros tensos, la mente en blanco y a la vez en negro, la ansiedad palpitando en sus oídos como si fuera una alarma de incendios avisando el augurio del humo oscuro. Nada estaba bien ahora, ni adentro, ni fuera.

Pensó que ver televisión le haría olvidar sus desvelos, pero no es el caso, porque todo lo que las noticias le muestran es desgracia, dolor, penuria, intriga, suspenso, muerte y eso, todo eso, es solo un recordatorio de que el mundo al igual que él, son una mierda.

Nuevamente estaba ahí, con los ojos reposando sobre sus expresiones marchitas, pecas como constelaciones que ahora parecen manchones de pintura, errores naturales. Otra vez entre sus pensamientos, se repite una y otra vez la misma escena de aquel día.

—No, no pienso decírselo a Kenny—Avisó, comenzando a alterarse de nuevo—por favor Craig, te lo pido, no le digas, no puedes, eso, eso es...

—Bien, no se lo diré—Sus palabras debieron aliviarlo, pero en cambio, un dolor de estómago y un sistema de alarma se posó en su cuerpo, porque en todo lo que llevaba de relación con Craig... él nunca lo había mirado como lo estaba viendo justo ahora.

Con decepción.

—Craig—Lo llamó, el pelinegro suspiró.

—Está bien Tweek, sé que es difícil para ti y...

—Deberíamos terminar. —Un silencio doloroso absorbió la escena, como si un objeto hueco cayera sobre ellos.

—Tweek, no le diré a Kenny, no, no tienes que...

—No se trata de Kenny, ni de Butters, ni siquiera se trata de ti.

—Vamos amor, no te pongas así, perdón si yo...—Intentó tomarlo de la mano, pero la apartó bruscamente.

—No, se acabó Craig, simplemente, solo terminemos—Se levantó rápidamente y corrió hasta la puerta—No me vuelvas a buscar nunca más. —Corrió, corrió como pudo a pesar de que lo llamaban, pesadas lagrimas caían de sus ojos mientras se ahogaba en suspiros dolorosos que se atoraban en su garganta. No solo lo lastimaba el hecho de estar rompiendo con la persona que tanto amaba, si no que le lastimaba más saber que nuevamente estaba hiriendo a alguien con sus acciones.

Pero era un cobarde, y los cobardes como él nunca dejan de huir.

Ahora estaba ahí, una semana después de aquel día lamentándose cada segundo por todas las decisiones de su vida. Craig lo había intentado buscar en clase, en los descansos, en la salida e incluso había ido a su casa. Lo llamó de día, lo llamó de noche, le escribió mensajes y dejó cartas bajo la puerta. Pero sin importar cuanto hiciera, simplemente lo ignoró, lo dejó ser hasta que el día jueves todo esfuerzo dejó de existir.

The Abyss | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora