La maldad dentro de mi

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Disclaimer: Este libro no busca estigmatizar de ninguna forma las enfermedades mentales, simplemente busca dar un mensaje utilizando la desatención de un defecto psicológico llevándolo a su máxima (hipotética) consecuencia, pero recalco, no busco crear polémica sobre las personas que realmente lo padecen.

...

POV. Tweek

Yo nunca he sido una buena persona.

Tic, tac, tic, tac.

Era el sonido del maldito reloj en el aula de clase, el profesor que daba la lección me miraba fijamente mientras recitaba cada palabra del libro de texto.

Tic, tac, tic tac.

Mis compañeros a mí al rededor también me miraban, me miraban con un cierto temblor en sus cuerpos y unos ojos expectantes a lo que haría.

Tic... ¿cuándo fue que me diagnosticaron?

Creo que tenía 8 años, recuerdo vagamente el color blanco de la habitación con tiernas figuras de animales pintadas en las paredes. Por la naturaleza de mis trastornos no presté mucha atención a la conversación de los adultos, pero si recuerdo como mis padres me miraban con lastima y me decían que a partir de ahora debía tomar unos medicamentos.

Esos medicamentos... yo los odiaba.

Nunca fui bueno para tomar píldoras, eran secas y arenosas por lo que se me quedaban en la garganta a pesar de que tomaba mucha agua al pasarlas, el sabor tampoco era de mi agrado por lo que saber que cada cierta hora al día debía ingerirlas era como una maldita tortura para mí.

A pesar de que me decían que era para sentirme bien en realidad siempre me sentía mal, siempre estaba mareado, somnoliento e incluso creo tener lagunas mentales por lo mismo. No era divertido, y para un niño algo que no era divertido era algo inconcebible.

Entonces llegué a la secundaria, un nuevo entorno donde si bien mis maestros estaban al tanto de mis problemas no se tomaban tantas molestias como los de primaria, mis padres también me permitieron una libertad sobre mi propio cuidado que se sintió como un respiro...

Porque significaba que, si nadie me pedía tomarla, no era culpa mía si no lo hacía, ¿no?

Tic, tac, tic, tac...

Una furia creciente se empezaba a subir por mi cuerpo como la bilis antes de vomitar. El lápiz en mi mano era víctima de la presión entre mis dedos, mis labios se apretaban fuertes uno al otro y mi cuerpo no dejaba de temblar con molestos tics en mi ojo derecho.

Todos lo veían venir, se avecinaba la tormenta que era yo.

Tic.

Mi mano izquierda tocaba con fuerza la madera de la mesa.

Tac.

Mi cuello empezaba a crear otro tic en mi cuerpo.

Tic.

La voz del maestro se hizo cada vez más lenta.

Tac.

El lápiz cedió en mis dedos.

—¡Alguien apague ese maldito reloj! —Tomé la silla en la que estaba sentado y la aventé con fuerza hacía el pizarrón donde reposaba el objeto de mi furia. —¿No ven que ese ruido es supremamente fastidioso? Agh—Ahora tomé la mesa y la pateé hasta hacerla caer frente mis compañeros, muchos gritaban, otros lloraban y algunos tuvieron la valentía de irse del lugar.

—Tweek, cálmate, vamos con el consejero y...

—¡Cállese maldito estúpido, sus clases siempre son los más odiosas! —Le apunté al profesor con la parte puntiaguda del lápiz y lo vi temblar del miedo, levantando las manos en son de rendición. 

The Abyss | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora