Silenciosa petición

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Este capítulo tómenlo como regalo por tanto drama así que, en resumen: sexo.

...

Ahora que el alivio se había asentado en su vida, Craig empezaba a arrepentirse de haberle dicho a sus padres que era gay, pero, sobre todo, de haberles avisado de su nueva relación con Tweek.

¿Porqué? Porque ser homosexual no te hace más libre que una persona heterosexual.

Diciembre se había ido tan rápido como el mismo año, la nieve aún dejaba huella en el frio pueblo y, lo más importante para aquellos dos jóvenes, cumplían un mes de formalizar su relación.

A veces sentía que todo era demasiado rápido y otras veces, demasiado lento. Las dos familias se habían reunido en las festividades para conocerse un poco más, los dos pares de padres resultaron tener cosas en común por lo que los encuentros resultaban amenos. Claro, excepto en la parte donde Laura les mostraba a sus invitados las fotos de sus hijos desnudos cuando eran bebés, sobre todo no era divertido verle la fase metrosexual que tuvo a los 10 años cuando sus padres aseguran que empezaron a sospechar de su sexualidad, lo cual resultó un tanto indignante.

En fin, tal vez la parte realmente mala de aquella aceptación homogénea de sus familias era la parte en la que Craig no tenía permitido cerrar la puerta de su cuarto cuando Tweek estaba de visita, incluso la pobre Tricia había sido arrastrada a las restricciones de sus padres ya que cada vez que querían salir a cualquier parte obligatoriamente la niña los tenía que acompañar.

Al menos hasta que un frio día de enero, se cansó.

—Ugh, ya no puedo más con esto de ser niñera de dos homosexuales—Comenta a su hermano mientras caminan a la cafetería de los Tweak, donde recogerían al rubio para ir al cine.

—No creas que yo estoy disfrutándolo tampoco. Si fuera por mí, te dejaría abandonada donde sea para tener un jodido momento de privacidad. —Replicaba su hermano, también cansado de la situación. —Pronto cumpliré 17 años, como si no supiera de consentimiento expreso y esas cosas.

—Pues qué bueno que digas eso, porque tengo una propuesta para ti—El de chullo la mira con ojos achicados, la pequeña de ya 15 años sonríe ampliamente con malicia. —Resuuuulta que Ike Broflovski me invitó a salir—La mente de Craig falla ante la imagen del niño canadiense y su hermana juntos, un instinto protector surge de sus entrañas.

—Empiezo a entender porque mamá es tan sobre protectora, creo que ahora siento el mismo miedo—Comenta en forma de respuesta, la chica hace un puchero y se cuelga del hombro del chico.

—Vamooooos, te juro que solo iremos al cine, patinaremos en hielo y vuelvo aquí para recogerte—Suplica balanceándose en el poste de luz que es su hermano—créeme que no es divertido ver un gay con depresión y otro joto con problemas mentales besarse como si fuera una maldita novela tailandesa. —Ante lo último no puede evitar darle un golpe en la cabeza, pero irritado, lo piensa.

—Te doy tres horas, si te llamo en cualquier momento y no me contestas juro que te busco en donde sea y golpearé a ese niñito hasta que parezca estadounidense. —Le advierte con los ojos abiertos, ella sonríe y le da un beso en la mejilla.

—Gracias, gracias, ¡gracias! usen condón. —Suelta antes de huir cuando ve al pelinegro querer jalarle el cabello por bocona. Luego vuelve a su camino y no tarda en llegar al lugar que siempre huele a granos de café molidos y pan recién hecho.

Ahí estaba de nuevo, aquel rubio que se veía incluso más tierno con un delantal puesto, terminando de recibir los últimos pedidos de sus clientes. En cuanto sus ojos se conectan a través del vidrio de la ventana, es como si ese amor burbujeante floreciera como la primera vez que lo miró diferente.

The Abyss | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora