Capítulo 4

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CLAREE

-¿Si sabes que regresará cierto? .-Alejandro se sentó al lado de la beta mientras le pasaba un cerveza.

-Lo se, pero no han pasado ni dos meses y la casa ya se siente vacía ¿Qué vamos a hacer en cinco años?.

-Es cuestión de costumbre Claree, créeme, los primeros meses siempre son los más duros.

Claree suspiro viendo las estrellas en el cielo.

-El alfa te matará si se da cuenta de tu enamoramiento.- La beta se tenso mirando a su amigo.

-No sé de qué estás hablando.

-¿De verdad jugaras esa carta conmigo?

-Si, porque no se como rayos puedes pensar que estoy enamorada de una niña, la cual, cabe aclarar he visto desde que era una bebé.

Alejandro solo la miro con indiferencia.

-Esta bien amiga, lo que digas.

Claree le dio un puño en su brazo mientras le robaba su cerveza, ya se había acabado la de ella y quería más.

-Es imposible Alejo y lo único que me ganaría son problemas, ella es la princesa de la manada, pero yo, podría ser expulsada, incluso peor si es que el alfa está de malas.

-No creo que ella permita algo así.

-Es una niña.- Negó con la cabeza.- Es impresionable y manipulable, está confundida con sus sentimientos, y cuando crezca me superará con mucha facilidad.

-¿Es así?.-Alejandro miró al cielo.-Santiago en medio de lo loco que esta tiene razón en algunas cosas, él me decía que la forma en la que ustedes se miran, cómo interactúan la una con la otra, hay algo allí Claree, algo que no se puede explicar, solo sentir y admirar.

Claree trago mientras cerraba los ojos.

-Ella cree que somos destinadas.

El beta la miró asombrado mientras le golpeaba el brazo.

-¡Joder! El gurú de mi hermano siempre tiene razón, como lo odio.

Claree se rió y le devolvió el golpe.-No significa nada, está confundida.

-Y dele con lo de confundida.

-¡Es que lo esta!.-Se pasó una mano por la cara con fuerza.-Demonios, si por mi fuera le diría que sí, que la luna nos quiere juntas y sigamos para adelante, pero tu sabes mejor que nadie que un beta no puede ser destinado de una omega.

Alejandro se tocó de forma ausente el cuello. Cuando era más joven, poco antes de llegar a la manada había estado unido a una omega, la chica había sido el amor de su vida, lastimosamente él no fue el de ella. Cuando la loba encontró a su pareja destinada dejó atrás al chico, solo, con el corazón roto y miles de deudas por pagar.

-Esto es distinto, los omegas saben cosas, si ella te dice que lo siente, puede ser real.

-¿Así que debería confiar en las palabras de una quinceañera que nunca ha salido al mundo, que ha sido sobreprotegida toca su vida, de quien soy mejor y única amiga, cuando dice que soy el amor de su vida?.

Alejandro se levantó suspirando, le dio una palmadita en el hombro a la loba y se giró para entrar.

-Solo digo.-habló antes de irse por completo.- Que no te cierres, menos cuando la luna parece cachetearte con señales. 

Hojas de otoño - EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora