¿Zee Enstein? ♡

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Mi respiración seguía agitada, no podía quitarle la vista de encima al chico. -Era tan irónico e increíble que me asustara más vivo que muerto.

¿Vivo? ¿Vivo? ¿¡Cómo podía estar vivo!? Jamás, en todos mis años trabajando en la morgue me había tocado atender a alguien que milagrosamente volviera de la muerte.-Aunque científicamente eso era algo imposible.

Traté de calmarme, me acerqué un poco, pero manteniendo una distancia razonable y comencé a pensar en las posibles razones de algo tan imposible.

"Tal vez sí estaba vivo, pero nadie se percató, lo encontraron a las orillas de un río ¿no? Lo más obvio era que estuviera muerto, lo encontraron pálido y no parecía tener signos vitales, la golpiza "casi" lo mató, al punto en que su pulso y su respiración eran débiles, pero el asesino lo dio por muerto, y solo para asegurarse lo tiró al río. Y él sorprendentemente sobrevivió..."

Me acerqué un poco más.

-Ah, disculpa-murmuré ¿Podrías despertar? Dije

Podría sonar estúpido, pero me aterraba tocarlo es decir, ¡hace unos minutos estaba haciendo bromas sobre su pene!

De solo pensarlo un exagerado rubor me cubrió el rostro.

"Dios, acaba con esto de una vez" me rogué a mí mismo.

Puse mi mano sobre su brazo y lo moví ligeramente, me percaté que parecía estar cada vez más frío ¿o era mi imaginación?

-Oye, despierta, vamos -le dije un poco nervioso.

Pero entonces, percibí que su débil respiración era apenas perceptible, me horroricé cuando su pecho se detuvo. Coloqué mis manos en su pecho y recosté mi cabeza en él, colocando mi oreja sobre su corazón.

No se escuchaba nada ¡ah! ¡ahí estaba! Pero su latido fue tan débil y tardó en ocurrir el siguiente.

- ¡Dios santo, se está muriendo! -me lamenté horrorizado.

¿Y qué iba a hacer ahora? Sin duda su diminuta respiración se estaba deteniendo por completo a causa del agua en sus pulmones ¿Y qué iba hacer? Yo solo era un médico forense ¡Me dedicaba a abrir muertos, no a revivirlos!

Podía correr e ir por ayuda, sin duda estuve por hacerlo, pero entonces, mis manos, que aún permanecían sobre su pecho, dejaron de sentir sus débiles latidos.

- ¡No, no, no! -le rogué paranoico-. ¡No te mueras, con una mierda no dejare que te mueras!

Coloqué mejor mis manos sobre su pecho y ejercí presión varias veces seguidas, como recordaba de mis años de estudio, necesitaba sacar el agua de sus pulmones.- Lo mire, pero no había cambio alguno.

- ¡Vamos! -me desesperé haciéndolo de nuevo, y nada.

-Sin pensarlo mucho, le presioné las aletas de la nariz con dos de mis dedos de mi mano izquierda y tomando su mentón con mi mano derecha me incliné hacia él.

Mil cosas pasaban por mi mente en ese momento, pero ninguna estuvo relacionada con que se trataba de un hombre al igual que yo y que estaba por darle respiración de boca a boca para tratar de salvarle la vida, si no era que ya la había perdido a causa de mi lentitud.

Mi boca abierta se posó sobre la suya y con una simple orden de mi cerebro procuré pasarle todo el aire posible. - Fue extraño, fue húmedo, pero a la vez tan placentero.

Me aparté y volví a ejercer firmes presiones sobre su pecho hasta llegar a contar a diez, y volví hacia su boca, casi como si ésta me llamara con urgencia.

Esta vez me incliné con más seguridad, presionando nuevamente su nariz y dejando salir aire dentro de su boca.

Regresé a su pecho y repetí la acción con cierta desesperanza, pero antes de que terminara. - Comenzó a toser con violencia. Rápidamente me acerqué y lo ayudé a sentarse con cuidado, continuó tosiendo fuertemente, escupiendo para mi sorpresa, una buena cantidad de agua.

SEDUCCIÓN HOMICIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora