¿Solo Un Sueño? ♡

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La luz del sol se coló por la ventana hasta alcanzar mi rostro, maldije aún entre sueños por haber olvidado cerrar las cortinas y me di la vuelta para quedar boca abajo en esa suave y cómoda superficie sobre la que me encontraba.

Unos segundos después, me percaté de que esa superficie era peculiarmente diferente a la de mi cama, aún con los ojos cerrados y las cejas juntas a causa del desconcierto, pasé mi mano sintiendo la suave alfombra, y entonces me di cuenta que estaba en mi sala.

Abrí los ojos y me senté con rapidez.

"¿Cómo demonios llegué hasta aquí?"

Las imágenes de la noche anterior estaban difusas en mi cabeza, pero una apareció de golpe, un rostro muy hermoso y unos ojos peculiares.

- ¡Saint! Dije y miré a mi alrededor.

No había nadie, miré al sofá donde había dejado su ropa, pero tampoco estaba.

Desconcertado, me levanté y comencé a buscar con la mirada algún indicio de que de verdad había traído a un tal Saint Suppapong a mi apartamento después de haberlo resucitado milagrosamente.– Pero nada.

-Entonces todo fue un sueño. –murmuré.

Me percaté de mi tono un poco decepcionado. – Fue inevitable, había sido tan hermoso y real; Saint había sido tan hermoso y tan real, llevé las yemas de mis dedos hasta mis labios. – Era como si pudiera recordar el tacto de sus labios sobre los míos, sin duda, había sido el sueño más extraño, emocionante y vívido que hubiera tenido nunca.

Pero sólo había sido eso, un sueño, y ya era tiempo de despertar. – Al mismo tiempo, debía agradecer que lo fuera, ya que eso significaba que mi vida era tan tranquila como siempre y que no estaba teniendo ningún tipo de sentimiento inapropiado como los que siempre he odiado.

Mi reloj marcaba las diez, no era costumbre que me levantará tan tarde y aún no me explicaba el porqué de haber amanecido en la alfombra, cuando tocaron a la puerta.

"Creo que conseguí algo de alcohol después de todo" pensé dirigiéndome hacia la puerta para abrir "Eso explicaría cómo acabé donde amanecí y el magnífico sueño"

Oh, claro, – creo que olvidé mencionarlo. Yo, Zee Pruk, prestigioso médico forense, con un lindo coche, lindo apartamento, y un inquietante gusto por la muerte. – soy alcohólico.

Teniendo una juventud como la que yo tuve, y esa forma de pensar tan diferente, quizás hasta preocupante, uno se desespera fácilmente. – Ya he dicho lo poco que me importaba estar vivo o muerto, y por eso tantas veces estuve a punto de cometer una estupidez. – Pero Mark siempre estaba cerca, por lo que el hecho de que llevara un año sin verlo había hecho más frecuente mi uso del alcohol y pastillas antidepresivas. – Casi en exceso.

Es difícil y doloroso seguir viviendo cuando uno ya no lo desea, pero tengo un hermano y una madre en Chiang Rai, que al igual que Mark, se han preocupado mucho por mí, y a pesar del sufrimiento que me causaba seguir intentando, yo no podía remediar las cosas con una pistola o una cuerda, sería mandar todas las atenciones de los tres mencionados, al demonio.

Además, el suicidio es una cobardía. Morir es fácil, vivir no. – Siempre he odiado tomar "el camino fácil", por lo que aun teniendo la cuerda alrededor de mi cuello, o estando a un paso de caer desde la terraza, mi orgullo me impedía terminar tan fácil. – Yo era un luchador, la vida no iba a vencerme, no a mí.

Así que mis lapsos de depresión post–suicidas eran tan graves, el dolor era tan insoportable, que necesitaba antidepresivos y una cerveza, o quizás un añejo y exquisito coñac, por desgracia soy muy extremista. – Suelo abusar de ambas cosas hasta el punto de quedar inconsciente. – Creo que me han hospitalizado unas tres veces. Pero prefiero un par de visitas al hospital que continuar con el sufrimiento.

SEDUCCIÓN HOMICIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora