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Chuuya sólo despertó un par de horas después.

Su cabeza estaba llena de confusión, sobre todo porque su corazón se tambaleaba al mismo ritmo que la máquina a su lado, mientras que la mascarilla en su rostro que le ayudaba a respirar emitía un ruido un poco inquietante.

Parpadeos lentos le hicieron recuperar fragmentos de lo ocurrido, entonces deslizó sus dedos delicadamente sobre la zona que recordaba le dolía. Vendajes, parches y cinta quirúrgica, las sensación que le dejaban las texturas eran extrañas.

Quiso girarse hacia la derecha para ver si no tenía cadenas en las muñecas o una tobillera, pero todo lo que encontró fueron maletas. Y, con la noticia de que esta no era la misma habitación donde pasó mes tras mes.

Pero, tampoco estaba Nikolai.

Dejó de luchar contra su curiosidad, necesitaba calmarse y esperar, tener paciencia suficiente para no entrar en pánico y hacer peor la situación. La luz comenzaba a escasear, pero una brisa refrescante se colaba por las cortinas que se movían al son de la melodía del viento.

Su mente divagó de pronto, pensaba mucho en Kouyou, en los hermanos Akutagawa, sus subordinados, el pequeño Q. Su jefe... no tanto. ¿Ya se habrían dado cuenta de que seguía con vida? ¿Se rindieron de una vez por todas y lo dieron por muerto finalmente? ¿Ellos lo habrían rescatado ahora?

Se le hacía familiar ese chico de cabello lila con blanco, pero, ¿por qué? ¿Lo habría visto en algún momento antes? ¿Él pertenecía a la Agencia de Detectives y trataba de llevarlo de regreso a Yokohama? ¿O aún trabajaba para ese ruso y venía a matarlos a ambos?

Dazai tendría que aparecerse en algún punto, ¿verdad? Eran compañeros, se supone que lo eran. Aunque, no tenía ganas de siquiera escucharlo ahora.

Sin rencores, pero la victoria casi le cuesta su vida, así que... no le guardaba especial cariño para nada. Necesitaba encontrar algo más para hacer, además de ser simplemente el perro de compañía de idiotas egocéntricos y con una inteligencia que da miedo.

¿Qué quería hacer ahora?

Si estaban a salvo, o al menos eso podía recordar, ¿qué haría? Porque la monotonía en una rutina siempre terminaba aburriendo, y aunque le gustaran esos minutos de sencillez, requería retomar toda esa energía que perdió a lo largo de sus meses de descanso.

Se sentía en paz, su cuerpo quedó adormecido, y sus párpados comenzaban a cerrarse otra vez. El monitor cardíaco comenzó a sonar con urgencia, su propio corazón empezaba a latir cada vez más lento.

Después, un destello similar a un aleteo de mariposa lo trajo de regreso, y saltó de la cama al ver que ya no se encontraba solo. Al contrario, tenía más compañía de la que esperaba.

Dejó de importarle el resto cuando su mirada se encontró con la de Nikolai, con sus ojos, sus labios, sus mejillas, su rostro completo y sin nada que le impidiera verlo. Se veía emocionado de que despertara.

— Creo que mejor los dejo solos, me parece que lo necesitan– anunció la doctora en un susurro, también se le hacía un poco familiar — Estaré abajo por si ocurre algo

Cuando el sonido de la puerta resonó por la habitación, la mano de Nikolai retiró su mascarilla de oxígeno procurando tener cuidado, ya que no la necesitaría más. Los labios de su pelirrojo temblaron, los suyos se ensancharon en una leve sonrisa.

Chuuya saltó a sus brazos, o más bien lo atrajo a él a los suyos. Inclinado sobre su cuerpo envuelto en la manta que tanto le gustaba, se acercó lentamente a su rostro, besando su mejilla izquierda tan dulcemente que le hizo avergonzarse.

Iridiscencia // NikoChuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora