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capítulo ocho: estrellas alrededor de mis cicatrices
Tell me I'm the one you can't forget . . .
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San Diego, 2019
ᅳ¿Por qué sigue aquí? ᅳdijo Cyclone, sin borrar su mirada de cabreo.
Me habían citado en su despacho, tras el encontronazo en las taquillas con Maverick. Él estaba allí también, sin mirarme.
ᅳSe queda ᅳsentenció Maverick. Cyclone soltó el suspiro más sonoro que se le pudo ocurrirᅳ. Es mi decisión.
Cyclone puso los ojos en blanco por un segundo y luego me miró, con los labios y la mandíbula apretados. Tenía los brazos en jarras.
ᅳEstá bien, pero sácala de mi vista.
Me fui sin mirar a Maverick, aunque tuve que forzarme a ello. No sabía como sentirme. Me había sentado, lo que me emocionaba, pero se había largado después de aquello porque, según él, yo merecía algo mejor. Intenté enfadarme con él, podría haberle gritado allí mismo. Pero no lo hice. De alguna forma sabía que volvería a mí.
Llegué al apartamento tras aquel encuentro con Cyclone y Maverick. Intenté no pensar en ello. Me duché y tuve que hacerme yo la cena porque por culpa de la tormenta el coste del pedido de UberEats salía el doble de caro.
Intenté dormirme, pero por culpa de todo el ruido de la lluvia y los truenos, y la luz de los rayos, me fue imposible. Y en parte también porque no podía sacarme a Maverick de la cabeza. Reviví aquel beso cuatro o cinco veces en mi cabeza, antes de que mi teléfono me devolviera la realidad.
Eran casi las dos de la mañana y alguien me estaba llamando. Me giré sobre la cama y vi mi pantalla. Maverick. Lo cogí al instante, intrigada y asustada por saber que quería.
ᅳDime que estoy haciendo ᅳespetó con un hilo de vozᅳ. Dime que hago llamando a una de mis alumnas a las dos de la mañana porque no me la puedo quitar de la cabeza.
Se me paró la respiración tras sus palabras.
ᅳDime que hago yo cogiéndole el teléfono a mi instructor a las dos de la mañana ᅳNos fue imposible soltar una pequeña risitaᅳ. Necesito verte.
