Octavo error: pedir perdón y no permiso

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-Ace-

Después de haber dicho su nombre, ambos hombres se quedaron en un silencio  pensativo, donde ninguno apartaba la mirada del otro.

-vístete Ace- murmuro Marco

-ehh- eso descoloco por completo a Ace

-por favor vístete, nos vamos- Marco comenzó a buscar la ropa del pelinegro.

Ace solo acato la orden y como pudo, bajo del escritorio y comenzó a buscar su ropa interior, que por casualidades de la vida estaba hasta el otro lado la habitación. Entre tropezones y la poca dignidad que le quedaba, termino de vestirse.

-¿listo?- pregunto Marco

-aja- respondió el pelinegro que aun estaba abrumado con todo lo que hasta el momento había experimentado

-vámonos- y sin mayor demora, tomo la mano de Ace y salieron de la oficina. Pero su pequeña huida se vio interrumpida por cierto pelirubio que los observaba desde en inicio del pasillo.

-maldición- murmuro por lo bajo Marco

-¿que pasa?- pregunto Ace que hasta ese momento seguía en las nubes

-tu hermano nos esta viendo-

-¿Sabo?-

-A caso Luffy es rubio-

-Luffy es pelinegro- afirmo-Un momento, como sabe que tengo otro hermano- se le quedo viendo intrigado

-eso no importa- contestó sin dejar de ver al pelirubio que poco a poco se acercaba a ellos -¿puedes correr verdad?-

-que clase de pregunta es esa- respondió extrañado -claro que puedo correr-

-perfecto, a la cuenta de tres corremos-

-ehh-

-uno-

-¡espera!, como que correr-

-dos-

-¿a dónde?- 

-tres ¡corre!- grito Marco y salio corriendo con Ace del lado opuesto al de Sabo

-¡¡¡¡¡ACE!!!!!¡¡¡¡EXIGO UNA EXPLICACION!!!- e igual que el dúo, Sabo salio corriendo detrás de ellos

-¡ME VA A MATAR MI HERMANO!- gritaba Ace mientras seguía corriendo de la mano de su profesor 

-Es mejor pedir perdón que permiso Ace-yoi- le respondió Marco con burla mientras se acercaban a la entraba de la universidad.

Y sin mas contratiempos, ambos hombres llegaron frente a un automóvil negro.

-Sube- le ordeno Marco

-¿porqué?- pregunto Ace

-solo lo diré una vez, te hare gritar, gemir, sudar y olvidar tu nombre, para que solo recuerdes el mío, mientras te hago venir un sin fin de veces, recostado en mi amplia cama- y sin vacilar se acerco a su oído-dejare tu cuerpo lleno de marcas para que me recuerdos todos los días-

Y sin esperar respuesta, empujo a Ace dentro del automóvil y partió.




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