Con el corazón martilleándole el pecho y el cuerpo ardiendo. Ace se retorcía de los calambres y el placer que Marco le proporcionaba. Se sentía en la gloria y en la pena. Era maravilloso y a la vez aterrador sentir todo al mismo tiempo. Estar con ese hombre debería ser delito.
Marco aun sostenía sus muñecas y su cara aun permanecía hundida en su cuello, aspirando cada poro de su cuerpo. Tenia los ojos llorosos, la cara roja y de su boca solo salían pequeños gemidos o jadeos, ya se había quedado sin voz.
-shhh...tranquilo- susurro Marco cerca de su oído- te haré ver estrellas y al mismo tiempo te sentirás arder en el infierno-
Ace solo se limitaba a balbucear una que otra palabra que no tenia coherencia
-date la vuelta- le pidió
Ace se coloco boca a bajo. Marco comenzó besándole la nuca y bajando por toda su espalda hasta sus nalgas.
-Esto de aquí, solo es mío y nadie más puede verlo o tocarlo- sentencio mientras besaba su pobre entrada maltratada y mallugada. Por su parte Ace solo se limitaba a jadear.
Cuando Marco termino de saborear ese manjar que por años se había abstenido de probar, se deslizo de nueva cuenta en su interior. No paso demasiado tiempo para que volviera a hacerlo llegar al clímax. No tardo mucho más en llegar el mismo al glorioso placer de liberación y la fabulosa sensación de haber llenado a su alumno de su esencia.
Para ese punto de la noche, Ace ya no tenia conciencia y se encontraba inconsciente, inerte del desastre ajeno y consigo que acababan de provocar,
Por su parte Marco no quería que llegara la mañana. Había tenido bastantes amantes en su vida. Sus aventuras siempre habían sido fugases y breves, nada serio. Nunca había vivido algo tan intenso como lo que acababa de experimentar. Nunca ninguna de sus parejas le habían provocado este sentimiento de querer eclipsar algo, en este caso, a alguien. Lo que Ace le había provocado desde el momento que lo conoció, fue un sentimiento de poseer, de acaparar y no soltar. De marcar y mostrarle al mundo que ese revoltoso pelinegro era de él. Dios se estaba volviendo loco.
Marco se modio el labio inferior y miro hacia donde el cuerpo de su acompañante descansaba.
-No voy a dejarte ir-
Marco enterró su cara en el cuello de su acompañante. Como pudo, halo hacia su cuerpo a Ace, en un abrazo que dejo el rostro de Ace en su mirada. Observo sus labios agrietados y secos, producto de sus gritos, gemidos, y aun así se le hicieron unos labios preciosos y sensuales. A pesar de la poca iluminación que prevalecía en esas cuatro paredes, pudo distinguir los atractivos rasgos que su alumno poseía, su piel tostada y esas pecas que tanto lo distinguían.
-Si, definitivamente no te dejare ir de nuevo- y con eso último, se dejo vencer por los brazos de morfeo.
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El amanecer llego demasiado temprano para Ace o tal vez el medio día llego. Se quedo viendo el techo y pensando en todo lo que había sucedido ayer. Nadie le podía quitar esa tonta sonrisa que se cargaba en esos momentos. Siempre había querido experimentar con alguien, quería sentir lo que esos personajes en sus videos sentían, ¡por dios!, había tenido envidia de su alrededor. Primeramente de la relación tan armoniosa y amorosa que se cargaba Sabo y Koala, y por otra parte la relación aventurera y desastrosa que se cargaba Luffy y el estúpido Law.
Pero en estos instantes se sentía volar, de alguna forma, no sentía de la cadera hacia abajo, pero, la vida es un riesgo carnal, y el había tomado ese riesgo. Tumbado en la cama de Marco, estaba convencido de que si o si, ese hombre era suyo y de nadie más, no había esperado quince años de su vida por nada.
Se dio media vuelta, esperando encontrar el rostro apacible y durmiente de su profesor. Grande fue su sorpresa al descubrir que el otro ya estaba despierto y mirando cada uno de sus movimientos.
-Buenos días- fue lo primero que se le vino a la mente
-Buenos días Ace.yoi- no era la respuesta que esperaba pero de algo a nada.
La tensión se podía cortar con un cuchillo, ambos hombres aun se miraban detenidamente sin parpadear o si quiera respirar (por parte de Ace). El primero en romper el ambiente fue Marco, que con un gran suspiro, atrajo a Ace sobre su firme y duro pecho.
-no me arrepiento de lo que hicimos-
-¿no?- la incertidumbre marcaba el rostro de Ace
-no, al contrario- suspiro-quiero todo de tí-
-ahh-
-tu mente, tus sentimientos, tu cuerpo, todo-
-no estoy entendiendo-
-Ace, coger te hizo tonto-
-Oye! ya era- y una risa estrepitosa se escucho por parte de ambos
-Enserió Ace, llevo años intentando luchar con estos pensamientos lascivos hacia ti-
-No lo creo Marco, yo llevo queriéndote por 10 años-
-¿Cómo?-
-Si por 10 años he intentado que me vieras como un hombre y no como un niño al que deberías cuidar solo porque conoces a mi padre de años-
-detente, no estoy entendiendo- trago saliva- me estas diciendo que te gusto desde que tienes 13 años?-
-si-
-¡Por Dios! Me voy a ir al infierno-
-Nos vamos, yo también cuento-
-Ace, tu padre se ha de estar retorciendo en la tumba-
-pues ahí déjalo, no creo que venga a vernos-
-Garp me matará- a este punto de la conversación, Marco se estaba quedando calvo
-No creo que.....- fue cuando Ace cayo en cuenta del problema que le esperaba en casa
-Ace? Estas bien?-
-El viejo nos matará, Sabo nos va a castrar, no le compre sus gomitas a Luffy- Ace comenzaba a hiperventilar
-Oye, calma!- intentaba apaciguar el ambiente Marco
-Es que no lo entiendes- expreso Ace con terror en la cara - no le compre las malditas gomas a Luffy!!!!, no me va querer hablar - y comenzó a llorar
Marco solo veía al otro hombre con una cara de no entender, como era posible que su mayor problema fueran unas estúpidas gomas.
-Ace, tranquilo de camino a tu casa pasamos por un kilo de gomitas y ya-
-¿enserió?-
-si, tranquilo-
-Entonces....-
-Entonces te gusto?- pregunto el pelinegro aun recostado en su pecho
-creo que eso ya quedo claro Ace- beso su frente
-mmmm...pero aun así, necesito que me lo pidas-
-Ace, aceptas que tus errores y mis errores estén juntos?-
Ace había escuchado declaraciones cursis, románticas, malas y hasta extrañas, y nunca creyó que la de él seria romántica y extraña a la vez.
-acepto, pero te harás cargo de cada error- hizo un pequeño puchero que fue besado por Marco
-Sería un honor cometer uno y mil pecados contigo-
Décimo primer error.- Tus errores y mis errores juntos
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CHAT EQUIVOCADO
General FictionTal vez fueron las prisas, tal vez fue su mala suerte o simplemente la vida lo odiaba. Una simple tarea que se tenia que enviar y el envió un video que no debía, a alguien que no debía, a una hora que tampoco debía y que no podía borrar.