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Esto está muy mal. Christopher se repetía una y otra vez, su consciencia era consciente de sus actos, pero sus hormonas no, estaban alborotadas y necesitadas de placer; de los besos de Zabdiel y sus caricias.

—Ah — dejo escapar un gemido placentero. Su mano se movía al mismo ritmo que la de Zabdiel, ambas empapadas de pre semen, pegajosas, que se movían sobre un pedazo de carne, sensible y perceptible de las caricias.

—Chris — la voz de Zabdiel, la cual tenía un tono ligeramente grueso y carrasposo, le avisaba que el menor ya está a punto de correrse — más fuerte.

Christopher obedeció: movió su mano alrededor del miembro de Zabdiel, con un poco de fuerza y velocidad antes. Gimió y casi lloró, cuando Zabdiel también lo hizo con el suyo, insistiendo en llevarlo al orgasmo al mismo tiempo. Y así fue.

Luego de unos minutos, ambos descansaban y superaban sus propios orgasmos. El cuerpo pesado de Zabdiel estaba encima de Christopher; y el mayor, no hizo ningún esfuerzo por alejarlo, sintiéndose debilucho y necesitado de calor y cariño.

—Sigo pensando que esto está mal —Dijo suavemente al menor, Zabdiel le miró con los ojos interrogantes, como si no supiera el por qué, ni la razón de sus palabras.

—Somos novios, no está mal — mencionó como si fuera obvio.

Christopher se molestó al oír sus palabras. Su mente y corazón estaban demasiado sensibles, para escuchar las estupideces del menor.

—No somos novios, bueno si, pero de mentiras. Y no soy gay, tu tampoco.

Esta vez Zabdiel lo miró seriamente.

—Tampoco somos completamente heteros, diodos modos, ¿A quien le importa?, ¿Cuál es el problema si nos sentimos bien tocándonos? — Zabdiel pasó sus manos por su cabello, arreglándolo un poco— Lo hemos hecho varias veces desde que empezamos. A veces eres tú el que inicia, como hoy.
Christopher recordó como ambos estaba haciendo la tarea en la sala del comedor. Uno frente del otro, apoyándose y consultando sus dudas. Todo iba bien,  hasta que Christopher movió su pie y lo colocó encima de una pierna de Zabdiel, provocando un sobresalto por parte del rizado. Sonriendo de forma maliciosa, movió su pie hasta tocar el miembro de Zabdiel, que dejó escapar un gemido de excitación pura.

—Mierda, Chris.

Christopher por su parte empezó a mover su pie sobre aquella zona, a la que conocía como, peligrosa, enorgulleciéndose cuando logró conseguir una erección de Zabdiel. No tardó mucho para que ambos decidieran que era mejor terminar en la habitación. Vélez meditó sus acciones: por dios, estaba perdido. Estaba perdido por Zabdiel de Jesús y no podía dejar de estarlo, pero no debían, porque ellos eran mejores amigos.

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¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? [Chrisdiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora