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—¿Por qué? — preguntó Zabdiel, con los puños apretados, como sinónimo de su malestar — ni siquiera he terminado la universidad. ¿Por qué quieres que me case con Olivia Rodrigo?

—Es una buena chica — le respondió su madre, parecía que estaba hablando del clima — Ella es inteligente, tiene las mejores notas de tu clase y es carismática. Su familia mantiene buena posición económica; no por nada, su padre es el director de un banco. Y ni siquiera puedes quejarte de que es fea, porque cumple con todos los estándares de belleza de hoy en día. Además, se conocen desde la guardería.

—No niego que Olivia es bonita — Zabdiel le dio la razón a la mujer — pero para serte sincero, no me gusta. — El chico dio vueltas por su habitación, mientras hablaba con su madre. Desde su punto de vista, ella había perdido la razón — En realidad no me gusta nadie. No estoy preparado para casarme.

—¿Por qué no te gusta? — ella no podía entenderlo: no había hombre en este mundo que no pudiera enamorarse de Olivia Rodrigo — Ella fácilmente puede ser catalogada como la mujer perfecta. Estás siendo irracional, Zabdiel, si me das una buena razón para que no quieras casarte, lo reconsiderare. Pero es el tipo de oportunidades que no encuentras dos veces en la vida.

—No me gusta y ya. ¿No puedes conformarte con eso? — El joven de cabello rizado, y varias pulgadas más alto que su madre, cortó la conversación — Por favor, no insistas. No quiero casarme.

—Puede llegar a gustarte — Noemí no era una mujer que se rindiera fácil. Cuando algo se le metía en la cabeza no descansaba hasta lograrlo; además, con la baja de las acciones de su esposo, en la empresa familiar; un matrimonio como ese no perjudicaría a nadie. No fue ella quien lo propuso, fue su amiga y madre de Olivia, quien tuvo la idea en primer lugar. Misma idea que brilló en la mente de Noemí como un arcoíris, ambos eran chicos hermosos y ya podía imaginarse a unos nietos preciosos.

Zabdiel amaba a su madre. Odiaba verla hacer pucheros, cuando no estaba de acuerdo en alguna de sus ideas; y odiaba mucho más que la mujer inmadura como era, solía dejarle de hablar por emberrincharse cuando algo no salía como quería.

Y era débil ante eso. Siempre quiso complacerla para hacer que ella se sintiera orgullosa de él, pero casarse con Olivia era, algo que estaba fuera de sus límites.

—Tengo novia — Dijo el joven — por eso, no puedo casarme.

—Tonterías, ninguna chica será tan buena como Olivia. Termina esa relación y cásate con Olivia, me lo agradecerás en el futuro.

—No puedo madre, de verdad que no. Pídeme lo que quieras, menos eso.

—Pero no quiero nada más que eso — ella hizo un puchero tristón y se abrazó a sí misma.

Zabdiel pensó y meditó en que decirle, con el fin de que, desistiera de la idea y nada se le venía a la cabeza; nada aparte de decir que tenía una enfermedad sexual y por eso no podía estar con ella; pero eso, le provocaría un infarto a la mujer. Descartó la idea en ese momento.

Finalmente, después de pensar un rato llegó a una conclusión y esperaba no arruinarlo de por vida.

—Está bien — le dijo con un tono de voz preocupado — voy a decirte la verdad y espero no me odies por esto. Madre, no puedo casarme con Olivia, porque soy gay. — su madre abrió la boca por la sorpresa.

No podría creerlo, negó con la cabeza una y otra vez y después gritó:

—¡Mientes!


~✧.*~

¡Adaptación!, créditos a la autora original: KEKOSAS (muchas gracias 💖)

Cualquier error, no duden en avisar para corregir.

Espero disfruten esta nueva historia. <3

¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? [Chrisdiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora