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Iba de puntillas hacia la habitación de Enzo, claro, con el permiso de tía Hanna. No quería llegar cuando ya estuviera despierto y cómo era tradición para nosotros en estás fechas llevaba en mis manos en pequeño pastel de chocolate rectangular con una vela solitaria a la que pidiera soplar

Abrí la puerta tan delicadamente como me fue posible y me alegre tanto de ver su espalda extendida con la cabeza enterrada debajo de su almohada - Feliz cumpleaños a ti - cante lo más desafinada que pude aunque no te nota que esforzarme demasiado en ello porque tenía una voz terrible cuando de canto se trataba pero era parte de la tradición

Si risa ahogada fue mi recompensa a mi última estrofa alargando de más la última vocal de su nombre, me acerque con extremo cuidado pues mis reflejos no son lo mejor. Diría que el canto, mis reflejos y mi gusto por la ropa es mi top tres de mis defectos

- Buenos días, bebé - dijo saliendo de su escondite con el cabello alborotado y el torso desnudo para sentarse - gracias por tan bella melodía - sonrió tomando mi cuerpo para llevarme con él de regreso a su cama

- Conozco gente que canta peor - me defendí levantando mis hombros con el brazo extendido para poner fuera de peligro el pastelillo

- Seguro que si - rio él no del todo seguro - sin embargo para mí fue perfecto - concluyó besando mi nariz

- Debes morderle - dije sonriendo cuando mi mano comenzaba a cansarse de la postura

- Estás lista- pregunto tomando el pastelito de mi mano, asentí cuando lo coloco entre los dos - Uno, dos y tres - contó haciendo que cada uno mordiera un extremo - por otro año a tu lado, bebé

- Por otro año a tu lado, Zozo - iguale cuando mi bocado fue tragado antes de ser arrastrada dentro de sus cobijas acomodando nuestros cuerpos para dormir otro rato - felices catorce - susurré besando la mano que tomaba la mia antes de dormir

...

Tia Hanna nos enseñó la importancia de la amistad verdadera y cada cuadro en su casa nos hacía recordar que fuimos bien instruidos - Tienes la chaqueta que se ponía él - le pregunté sentada en el sillón observando la chaqueta que pertenece a tía Hanna, algún día no muy lejano tendría la mía

Asintió tomando su té matutino - Está en su habitación - respondió con dulzura admirando lo mismo que yo - como muchos de nuestros recuerdos - completo sorprendiendome, no podría imaginar más objetos de los que ya hay en esta sala

- Eres muy fuerte, tía - admiré su temple pensando en su posición - yo no podría hacer lo mismo que tú - admití observando el alboroto que pasaba en su jardín con motivo de Enzo

Asintió entendiendo - Perdí a Ditier cuando tenía quince años, él iba por mi a la escuela - soltó una tierna sonrisa negando con cariño - pasaba cada minuto con él y fue un golpe realmente duro, me desmorone pero él se aseguro de que estuviera bien sin él antes de marcharse - sus ojos se cerraron - las promesas son duras - soltó con una pequeña risa

- Yo no podría pisar una pista sin Enzo aunque se lo hubiera prometido - dije observando cómo mi padre abrazaba a Enzo de su cabeza - los recuerdos me atormentarían y mi corazón me lo reprocharía. - un huevo se abrió en mi pecho solo con la idea - Eres tan fuerte tía - solté

Se acarició el estómago con abandono sin dejar de ver la habitación - Supongo - fue todo lo que respondió con otra angelical sonrisa

Hace unos días Enzo había llorado por no creerse suficiente, solo lo escuché sin comprender del todo sus palabras pero después mamá me comentó que tía Hanna no podía cargar pesado porque acababa de sufrir la perdida de un bebé de un embarazo nada planeado por una falla técnica, según sus palabras

Hope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora