EL ROBO DEL ZAFIRO II

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Las horas pasaban, un gato gris caminaba de un lado al otro desesperado.

Había pasado un día desde que se fueron, ayer partieron, algo normal, pero se supone que debían llegar a Andrias ese mismo día, y lo peor, ya estaba anocheciendo, el sol iluminaba casi nulamente el cielo, estaba preocupado por su pequeña, y más aún el saber que la persona que lastimo a Kitty vivía ahí.

- Escucha Kitty, no te pasara nada – decía Lucas mientras cargaba a la gata negra alejándola del lugar.

- Me duele el cuerpo – se quejó ella.

- Lo sé querida, aguanta – suplicaba Lucas, no era común en él ser cariñoso, pero su casi hija estaba moreteada, rasguñada y débil – Ese imbécil no volverá a lastimarte, lo prometo – unas lágrimas se dieron a conocer corriendo lentamente por sus mejillas.

- Gracias...papá – dijo Kitty antes de desmayarse.

Ese recuerdo hacía que el corazón de Lucas se estrujara, no sabía que era capaz ese hijo de su madre.

Sin pensar más se dirigió a San Lorenzo.

Decidió ir sin carreta, solo con el equino para llegar más rápido.

- Ese es tu blanco – indicaba Lucas.

- Ok – contesto ella segura - ¿Por qué hacemos esto Lucas? – pregunto.

- Tienes que aprender a defenderte – le dijo – Dependerás de ti, no necesitaras un estúpido gato para estar segura – acaricio la mejilla de Kitty – Serás la mejor querida, nadie estará a tu nivel, nadie te merecerá, porque serás más que todos juntos – anuncio emocionado y alegre.

- Espérame Kitty, solo has lo que te enseñe, sé que podrás – dijo Lucas cuando finalizo su recuerdo, las veces que la entrenaba eran divertidas, y más porque estaba convirtiéndola en una gata fuerte, inalcanzable, hermosa y sobre todo independiente. No dejaría que sufriera nuevamente.

Acelero el paso al igual que sus latidos. La posibilidad de que Kitty se encontrara con él eran altas. Si la llegaba a tocar sacaría boleto gratis al infierno.

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Gato estaba en un callejón cuando se levantó, vio en sus patas la máscara de Kitty y al tratar de localizarla...solo veía oscuridad, y la noche lo empeoraba.

¿Cuánto tiempo llevaba dormido?, probablemente horas, ¿Dónde estaba?, en un lugar lejos de su Kitty, ¿Qué le harían?, nada bueno, eso era seguro.

Se levantó adolorido por el golpe mientras respondía sus propias dudas.

Salió del callejón, la gente pasaba de un lado al otro, pero no reconocía a nadie, hasta ahora.

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Kitty estaba amarrada a una silla, manos atrás y pies atados, no podía pararse, su cintura estaba de igual forma atada.

Escucho unos pasos que se dirigían a ella desde lo oscuro.

- ¿¡Quién diablos te crees para entrometerte en cosas que no te corresponden!? – se quejó la gata negra.

- Ay amor, no me hables así si no quieres acabar mal – dijo una voz que reconoció al instante.

Su mirada se llenó de odio y rabia al ver la silueta de un gato acercándose más.

- No puede ser... - dijo Kitty bajando la mirada, no creía nada de esto, estaba soñando, era seguro.

- ¿No te alegras de verme mi vida? – pregunto burlesco.

INTRUSO DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora