EL ROBO DEL ZAFIRO I

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Eran casi las 14:00, los dos grupos extraños ya habían partido, uno antes que el otro.

Kitty estaba en el cuarto que le ofreció Lucas, pensando en Gato. Tenía la duda de volver a entrometerse con otro gato, no quería pasar nuevamente un espantoso momento, sin embargo, cada vez que lo veía su cabeza y sentidos se rompían, se le quedaba viendo cuando estaba distraído, como quien no quiere la cosa.

Fue sacada de sus pensamientos por el retumbado sonido en su puerta.

- ¿Quién? – pregunto Kitty acercándose lentamente.

- Soy Gato, tu compañero. No es necesario que abras, solo dime cuando empezaremos la búsqueda – trato de sonar tranquilo.

- En un momento bajo y partimos – contesto - ¿Los demás grupos? – cuestiono con una oreja en la puerta.

- Un grupo se fue en la madrugada, lo creas o no, y el otro unas horas después – dijo frotándose la nuca.

De un solo movimiento rápido Kitty salió de su cuarto, con cara de sorpresa.

- ¿¡Qué esperamos!? – grito la gata negra bajando las escaleras en segundos.

Fueron a buscar a Lucas para comentarle que se irían de una vez por todas, pero no lo encontraban, por lo que decidieron no avisar.

Ambos se encontraron en una habitación, asintieron a la misma vez y caminaron a la salida, pero un estruendo los detuvo.

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Alex estaba algo nervioso, no veía a Emma por ningún lado.

Por la mañana tomaron untos desayuno en casa de la gata blanca, y como era demasiado atenta negó todo tipo de ayuda en la cocina. Emma era demasiado terca, pero independiente, eso le gustaba a Alex.

Pero ahora, estaba arrepentido de dejarla sola, su cabeza le repetía una y otra vez que debió acompañarla, a pesar de que posiblemente recibía una mala cara.

Supuestamente fue a comprar para el almuerzo, aunque la demora fue extensa.

Sus manos sudaban y sus piernas estaban tipo tembleque, tembleque. Abandono su sitio estando dispuesto a buscarla cuando a lo lejos la vio, estaba tranquila, sana y salva, al observar sus ojos verde agua percibía paz y calma.

- Lamento haberte hecho esperar – dijo ella sonriendo.

- No te preocupes, no es como si estuviera alterado ni nada de eso – alardeo mientras reía nervioso.

- Bueno vámonos – continuo segura.

En camino a casa Alex aprecio a una señora que se acercaba a Emma.

- Querida Emma, ¿cómo estás? – dijo la señora mientras tomaba la estatura de la gata blanca.

- Hola señora Imelda – sonrió ella – Me encuentro de maravilla, ¿y usted? – pregunto.

- De igual manera, la mayoría de niños a conseguido un buen hogar – contesto muy emocionada - ¿Cómo esta Kitty?

Alex escuchaba la conversación, parecía que la señora Imelda conocía a Emma y a Kitty.

- Como siempre testaruda y revoltosa – rodo los ojos para acompañar.

Imelda rio un poco ante la acusación – Me alegra que sea la misma de siempre – agrego mirando a la nada pensativa.

- A mí también – concordó Emma – Lo lamento, pero tengo que irme, hoy tengo un invitado – prosiguió para después dar un paso al costado permitiendo que Imelda viera al gato de ojos escarlata.

INTRUSO DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora