Ya había pasado una semana desde la sombra que vio Gato, pensaba que era alguien que seguía sus pasos.
Los días en su trabajo fueron increíbles, y algunos de los clientes llamaban a esos momentos excitantes, bueno, quien no lo llamaría así pensó Gato, pues sabía que rumoreaban eso por Kitty. Cada día llegaba con algo nuevo, más subido de todo que lo anterior.
Para él era excesivamente bueno. No dejaba de ambicionar y fantasear con esa dama.
Una noche al terminar su turno habló con Alex, quien le dijo que llegaría tarde a casa.
Deretorno a su hogar, se encontró con su amiga.
- Gato, ¿recuerdas que debía darte la información del zafiro? – le recordó ella mientras caminaban juntos.
- Aún sigues con eso – dijo él con algo de interés, pero cansado.
- Bueno, no quiero problemas, así que toma – le dio un papel con toda la información necesaria, pero algo llamo su atención.
- Dijiste...solo zafiro – en dicho pliego traía muchas más cosas, distintos tipos de robo, con sus recompensas y lugares de encuentro para ofrecer su utilidad.
- Bueno supuse que también que interesarían – dijo con una sonrisa fingida – Más el de ese ladrón que buscan – usando ironía al hablar.
Gato se fijo bien en las palabras escritas y si, la recompensa era enorme por ese ladrón, pero no decía el nombre de este, ni características, nada.
- Bueno, gracias, supongo – reconoció Gato.
- No hay cuidado – le dijo ella, alejándose para evitar más preguntas.
Dulcinea sabía a la perfección que a él le gustaba lo difícil por lo que la búsqueda de ese ladrón sería perfecta para llevar a cabo sus ideas. Gato la estaba ayudando sin darse cuenta.
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Gato fue a casa para dejar debajo de la almohada una carta para Alex informándole que se ausentaría unos días tal vez, que dijera que estaba mal y que lo cubriera.
Mientras se alejaba leía con detenimiento cada detalle del papel.
- Un ladrón... - se notaba el interés.
Caminaba hacia un establo para rentar una carreta y sin darse cuenta chocó con un gato de ojos negros, el mismo de la taberna, pero Gato no levanto la mirada, no le importo.
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Emma estaba preparando una serie de cosas para Kitty, sabía que iría tras el zafiro, necesitaban el dinero para ayudar al orfanato de San Ricardo.
Precisamente un orfanato donde se encontraban niños que les tomo cariño, y el único con más necesidades.
- Kitty, ¿segura que no quieres que te acompañe? – pregunto asustada su hermana.
- Tranquila Emmita, estaré bien – jugueteando con su cabeza como si fuera una pequeña, sacando unas risillas de su amiga.
- Cuídate ¿entendiste? – la amenazo Emma.
- Sisi, como digas mandona – bromeo Kitty.
- Cuando llegues harás grupo de dos – le advirtió la gata blanca.
- ¿Cómo sabes? – curiosa miro a su amiga.
- Tengo un amigo – dijo como respuesta – Ya participo de este robo, pero se alejó ya que su compañero fue un completo imbécil – continuo esta.
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INTRUSO DEL PASADO
Hayran KurguDos gatos empezaron a enamorarse con el tiempo. Los encuentros que tuvieron no fueron amistoso, al inicio. Nuevos amigos se presentan, y los enemigos no pueden faltar, pero estos no son nuevos. Los problemas se avecinan con gran antelación, pero uno...