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Jeongguk se había enamorado una vez. Él había sido lo suficientemente mayor para saberlo mejor. Para saber mejor de muchas maneras diferentes.

Sí, lo más obvio es que estaba prometido a otra persona, y no a cualquiera, sino al príncipe de otro reino. Su matrimonio ayudaría a cimentar la nueva alianza. Era importante, y Jeongguk lo sabía, pero él tenía dieciocho años, era un hombre nuevo y no era muy consciente de lo inamovible que era su papel en el reino; todavía se consideraba intercambiable con Jihyun a pesar de que le dijeron que él era el que heredaría y que Jihyun era el segundo en la línea.

Se enamoró de una sirviente. Se había dicho una broma estúpida en voz alta y ella se había reído. Ella tenía el pelo rojo. Si no lo hubiera hecho, no estaba seguro de haber hecho algo más que mirarla y compartir una sonrisa. Pero el pelo rojo era raro, lo que significaba que ella o sus padres habían emigrado de Irlanda, y él estaba intrigado.

Su nombre era Diana, y aceptó sus insinuaciones después de que él pasó algunas semanas mirándola a escondidas. Tenía curvas gruesas y le encantaba el sonido de su risa. Actuaba como un tonto en esos días, dispuesto a hacer cualquier cosa para hacerla reír un poco más.

Jihyun se dio cuenta, pero no dijo nada. No por meses. Al principio, todo lo que hizo fue sonreír y preguntar si Jeongguk estaba disfrutando todo su tiempo atendiendo asuntos secretos en sus habitaciones de los que no podía ser interrumpido. Un día, más de un año después, hablo con Jeongguk. Su expresión había sido preocupada, como si pensara que su hermano se había vuelto loco– ¿Qué crees que estás haciendo con ella? Es una sirvienta y tú estás prometido a otra persona

–La amo– dijo Jeongguk. Simple y llanamente, la amaba. Era fácil estar con Diana. Ella lo hizo tan fácil, y lo miró como si se preocupara por él sin importar el título o su apariencia. Habían estado juntos durante bastante tiempo y podía imaginar un futuro con ella. Un futuro con ella era todo lo que podía imaginar. Antes de conocerla, ni siquiera podía imaginarse a sí mismo envejeciendo lo suficiente como para sentarse en el trono, pero ahora podía ver un camino al que podría conducir su vida– Eres tan capaz de casarte con el Príncipe de Bussan como yo

–Y lo haría en un instante si pensara que te traería felicidad, pero no puedes casarte con ella. Incluso si eso es lo que quieres, incluso si es lo que ella quiere, no podrías. Nunca lo permitas. Un plebeyo no puede ser reina. Ni siquiera una princesa– agregó Jihyun cuando Jeongguk estaba a punto de decir que abdicaría si eso era lo que hacía falta– No te voy a decir que no te puedes enamorar, o que no puedes coquetear con quien te llama la atención, pero debes recordar cuál es tu realidad

–¿Y cuál sería esa realidad?– Jeongguk preguntó, un poco rotundamente. No quería un sermón de nadie, y menos de su hermano. No de Jihyun, quien siempre lo había apoyado siempre hasta ahora.

–Que eres un Príncipe, y no puedes casarte por amor más de lo que lo estaban nuestros padres. Ninguno de nosotros lo está

–Son felices juntos– dijo Jeongguk.

–Son felices juntos ahora– argumentó Jihyun– Eran prácticamente desconocidos cuando se conocieron. Madre era hija de un noble de la frontera. Él la había visto un par de veces pero no hablaba con ella. Tu marido va a ser el mismo: un extraño. Está sirviente... tú No puedo tenerla y ser un príncipe, y lo sabes

Jeongguk lo sabía. Asintió con la cabeza a su hermano y no le dijo que había estado pensando en huir. Él y Diana podían irse a las Islas de Verano donde no tenían miembros de la realeza ni nobles y la gente podía vivir sus vidas con quien quisiera.

Convenció a Jihyun de que lo pensaría y sería más realista sobre su futuro, y al día siguiente encontró a Diana y se lo contó. No lo que Jihyun había dicho, sino su plan, que podrían huir juntos y casarse y ser tan iguales como no podrían ser aquí– Me preocupo mucho por ti, Jeongguk– dijo, 'Jeongguk' porque había dicho que le gustaba decirle solo por su nombre, y a él le gustaba cómo sonaba saliendo de su boca– pero era tengo entendido que esta relación no era seria. Estás prometido, ¿no es así?– Jeongguk asintió y ella le apretó las manos como si lo sintiera– Disfruté nuestro tiempo juntos, pero esto es todo lo que quería de él. Me gusta donde estoy. No deseo que cambie

Los Príncipes • GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora