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Franco estaba despierto desde hace un buen rato, se había quedado observando a Sara mientras los primeros rayos de sol entraban por la ventana que él mismo había abierto unos minutos atrás.

La encontró más hermosa que nunca, un leve sudor recorría su frente por el calor que desprendió toda la noche, haciendo que los cabellos de su frente se pegaran a esta y parte de sus mejillas, bajó la vista hasta sus pecas, estaban regadas por todas partes. Unas más grandes que otras y; otras más claras y obscuras.

Los labios de su amiga siempre habían sido bonitos, mordibles, besables y mientras pensaba aquello se acercó por inercia pues el rosado natural de estos parecía muy atractivo.

Franco no supo en qué momento sucedió pero la beso solo rosando los labios, algo tan suave, un simple toque que descargo todos sus temores.

Ya la había besado, no era algo nuevo, pero tomaba más importancia, algo que había reprimido durante años.

Sentía algo extraño por ella.

<<Siempre lo había sentido>>

Se alejó tan rápido como pudo haciendo mover la cama y a la vez despertando a Sara que frunció el ceño tapándose los ojos.

Franco la observó ponerse de pie y darle la cara, repentinamente las mejillas de la mujer habían tomado un tono sonrosado, y lo miró adormilada.

Franco bajo su vista por su cuerpo, el ligero movimiento había hecho que la camisa se le levantara hasta los muslos y dejara a la vista su tanga, Sara lo vio respirar bruscamente y darse la vuelta para mirar por la ventana.

-¿Franco? ¿Qué sucede?- en aquellas horas de la mañana la voz de la castaña sonaba ronca.

Franco se repetía que debía calmarse, tal vez el reencuentro con ese hombre le habían hecho aflorar sus temores, pues no quería alejarse nuevamente de su amiga y quizá por eso la beso.

-Nada. Vete a bañar, yo iré a preparar el desayuno.

Sonó brusco sin querer.

-¿Y Quintina?- cuestino carraspeando.

Sara observó que Franco seguía agitado y no quería darle la cara, estaba con unos simples pantalones de dormir que se le ceñian al cuerpo, dándole una gran vista de sus glúteos.

-No esta, ni ella ni Eva.

La castaña no preguntó el porqué, Franco seguía tan retraído como la noche anterior.

-Te veo abajo.- le dijo levantando las cejas y saliendo de la habitación.

Franco giró mirando la ropa de Sara acomodada en una butaca, se acercó y tomó el vestido para apretarlo contra su nariz oliendo todo el aroma de ella.

¿Qué le sucedía?

¿Por qué no podía controlarse?

Se dirigió a la ducha molesto, Sara ignoraba todo el remolino que había dejado allí dentro.

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-¿Entonces te beso? ¿que sentiste?

La sonrisa que Norma tenía en la cara no ayudaba en nada.

-Pues es que no sé qué decirte, igual no es la primera vez que lo hace, Norma.

-¿No?- Norma se sorprendió abriendo los ojos de más.

-Pues no, pero en esas ocasiones nunca sentí algo más allá, mejor dicho no sentía nada extraño....ahora no sé porqué siento algo extraño.

-¡Sarita! !tú y Franco se enamoraron!- celebró abrazando a la mayor.

ERAS TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora