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Sarita se retorcía los dedos disimuladamente, pues su ánimo había cambiado desde que vio a ese mujer... Rosario Montes.

Eva por fin había entablado conversación con Ruth y eso de alguna manera le alegró, todos sabían que Eva era la mamá de Ruth pero ella aún no, por lo que a la mujer le tocaba conformarse con tratarla con cariño.

Sarita estaba algo aburrida, aunque el evento iba de maravilla y le llenaba ver a su hermana feliz y realizada junto a Oscar, la preocupación y el ahogo en el pecho no la dejaban en paz.

¿Celosa? Jah, cero.

Pero es que nunca le gustó esa mujer para él, sabía que no le traería nada bueno y además el pobre de su amigo no sabía que Rosario había sido la mujer con la cual Demetrio la engaño.

Solo....se le revolvió el estomago.

Lo correcto sería decirle la verdad pero sabía lo que eso desataria y no quería involucrarlo, no.

¿Y si Franco necesitaba ayuda?

Negó con la cabeza, eso era ridículo, era obvio que esa mujer le gustaba.

¿Qué estarían haciendo? ¿Por qué no aparecía pronto?

-Sara ¿te pasa algo?- los ojos de Norma estaban espectantes y se apreciaba la confusión en su rostro.

-Hmmm, no.- respondió insegura.

-¿Sí?, pues dicelo a tu cara.- comentó bromeando.

Sara parpadeó y negó mientras se ponía de pie, a lo mejor era una tontería pero quería ver que estaba pasando con su amigo, porque ante todo seguía siendo el Franco de siempre, y ella no podía dejar de preocuparse.

-Ya regreso.

A paso apurado llegó hasta el pasillo de los baños, en donde había estado anteriormente. Asomó medio cuerpo sin entender de qué hablaban pero sí noto cierta cercanía, es que Rosario siempre había sido así de.... cariñosa.

-¿Piénsalo, si?, aun estamos a tiempo.-  escuchó como le decía a Franco, seguido de eso tomó el rostro de él y lo beso.

Apretó los puños y las aletas de su nariz se abrieron dándole paso a la Sarita enojada que todos conocían. Tan solo fue ver eso y se descompuso.

¿Por qu...

¿A caso lo que Franco y ella tenían no era nada? y ¿por qué se estaba haciendo esas preguntas tan estúpidas?

Resopló.

Ellos no tenían nada, no tenía porque ponerse así, cuando ella misma no había dejado hablar a su amigo. Sara no era tonta, solo que estaba tratando que las cosas no se salieran de la línea.

Sabía como la miraban esos ojos azules pero ¿sólo era eso? Claro, no podía ser más obvio, Franco la deseaba y ya, no había más.

Como la inundó la rabia.

Como la inundó el desesperó de que ni su amigo la pudiera ver normal.

Iba a decirle unas cuantas verdades pero alguien la tomó del brazo y tiró de ella haciéndola girar de golpe.

-¿Qué... Demetrio, ¿qué quieres?

El hombre la soltó mirándola de arriba abajo mientras elevaba las cejas.

-¿Por qué estas tan enojada?

-Que te importa, ¿qué quieres?- volvió a preguntar mirando hacia atrás.

-Sé lo que haces, Sara. Y esa estúpida mentira de que tú y Franco son algo no me la creí ni un segundo. Ahora bien- Demetrio tomó a Sara por los brazos para asormarla por el pasillo y susurrarle al odio -mira eso, que bueno que no es tu novio porque ya tendrías cuernos.

ERAS TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora