12. "La tormenta"

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El sonido de su celular era tan fuerte y molesto, que Naruto gruñó con hastío y luego golpeó el colchón con la palma de la mano, en forma de protesta.

—¡Ashh...!— raspó y abrió los ojos, al fin dándose cuenta de que no estaba en su casa. Cuando se sentó, vió a Sasuke en la cocina con una pequeña y divertida sonrisa, pero concentrado en lo fuera que estuviese haciendo.

Naruto miró entonces hacia la ventana como las fuertes gotas de lluvia golpeaban el cristal, y con las nubes oscureciendo el cielo, el departamento estaba un poco en penumbras. Al fin tomó el teléfono y frotando su nuca contestó la insistente llamada.

Estás con Sasuke ahora, ¡¿cierto?!— la sorpresiva pregunta de Bee lo dejó con la boca abierta —¿Qué le dijiste? Me acaba de llamar para decirme que se tomará un par de semanas de descanso ¡¿Tienes idea de cuánto dinero pierdo con eso?!

—Yo no sé nada. No lo he visto desde ayer— mintió descaradamente, mirando de reojo al pelinegro, que ni se inmutaba al escucharlo —Pero es bueno que se tome un tiempo— sonrió muy complacido.

Como sea...— bufó reticente —Pero tú si no tienes vacaciones, así que mueve el culo y ven, que abrimos en dos horas.

—¡¿Qué?! Pero si está lloviendo a cántaros...— señaló hacia la ventana como si el gerente lo estuviese viendo, pero éste colgó sin responder —No sé quien va a ir con éste clima— farfulló arrojando al teléfono al colchón y luego volvió a mirar la tormenta —No quiero mojarme— protestó en voz baja.

—Tengo un paraguas— dijo Sasuke desde la cocina, y Naruto se volvió a acostar después de un suspiro.

—Ese no es el punto— señaló con gestos exagerados de sus manos y al recordar los reclamos del gerente, volvió a sonreír —Vacaciones, ¿eh?

—Nunca he tenido unas. En realidad no sé que hacer, pero sigues insistiendo en... lo que sea que quieras— murmuró bajo — Trabajando de madrugada no puedo pagarte.

—¿Puedo hacerte otra petición?

—¿Otra?

—No hables más de deberes o pagos... Es frustrante— se puso de pie y acercó a la barra de la cocina, para apoyarse en ella. Sasuke lo miró por detrás de su flequillo y luego negó una vez —¡Bien!— exclamó de repente —A pesar de tener que ir a trabajar bajo la lluvia, estoy muy contento. Hasta estás cocinando para mí...— señaló el plato de empanadas de carne que Sasuke estaba armando.

—¿Quién dijo que es para tí?— preguntó malicioso —Tendrías suerte si te doy una.

—¿Me harás ésto? ¿De verdad? ¿No que era un buen chico?— protestó con llanto fingido, logrando que el pelinegro rodara los ojos.

Naruto entonces se quedó un rato observando lo que hacía. Tenía mucha agilidad y rápidez con las manos para armar los pequeños paquetitos de masa, y pronto terminó con un gran recipiente a un lado, antes de limpiar la encimera. Su semblante estaba más altivo, e incluso sus mejillas ya tenían un poco de color, aunque los golpes y marcas en su cuello se mostraban sobre su pullover oscuro, recordándole que no todo estaba bien. Pero al menos era un avance, uno precioso para él; incluso un beso por gusto propio.

—¿Nunca te han dicho que pones cara de estúpido cuando te quedas viendo algo?— preguntó Sasuke, pero al Naruto sonreír a la supuesta ofensa, carraspeó y se alejó hasta el fregadero.

—Usaré tu ducha— anunció —No te esfuerces mucho— aconsejó entonces mientras tomaba la ropa que había empacado y se encerraba en el baño.

Naruto se duchó de prisa, luego se secó y comenzó a vestirse, pero manteniendo esa alegría en su semblante. Era refrescante saber que Sasuke estaría alejado de la vida nocturna por un buen tiempo, y más aún que podría compartir con él, esperaba en más de una ocasión.

Cerrando el cierre de su pantalón, la puerta se abrió repentinamente, haciéndolo quedarse inmóvil por un momento. Sasuke había entrado, pero después de mirarlo de reojo, se acercó al botiquín y sacó un frasco de pastillas.

—Es hora de mi analgésico— explicó la intrusión, pero se quedó apoyado en el lavamanos después de meter la píldora en su boca, mirándolo atentamente.

Naruto asintió, y luego tomó su camisa del gancho donde la había dejado para ponérsela, pero los ojos de Sasuke eran despiadados, otra vez sustituyendo su actitud relajada por una nerviosa y avergonzada. Notó como recorría su torso desnudo, quedándose en su abdomen, y para ocultar su sonrojo, tuvo que darle espalda.

—Por detrás también te ves bien— lo escuchó decir antes de salir del baño.

+++

Después de una rica comida, por más de una razón, Naruto tomó el paraguas que Sasuke le prestó y se dirigió hacia el Blue Line. Ya la lluvia no era tan fuerte, pero en la calle no había ni un alma. El agua de los canales corría con fuerza y las veredas estaban llenas de hojas caídas. Como supuso, apenas par de hombres buscando bebidas asistieron al bar. No hubo show, y de los chicos solo Neji asistió, para después marcharse a los pocos minutos.

Odiaba al gerente por hacerlo salir de aquel departamento calentito donde estaba Sasuke, para tener que vigilar un local vacío, así que no escatimó una mirada fastidiada cuando después de la media noche decidió cerrar al empezar a llover de nuevo con fuerza.

No hubo remedio, el viento lo obligó a cerrar el paraguas para evitar que se rompiera, y terminó empapado incluso antes de salir del Barrio Rojo. En el último de los bares, el cual aún tenía mesas puestas en un portal, vió a un grupo de hombres a los que no les importaba la tormenta. Bulliciosos tomaban y molestaban a varias prostitutas, incluyendo entre ellos a un muchacho bastante joven. Naruto estrechó los ojos cuando creyó reconocerlos. Solo segundos bastaron para notar que eran los hijos de puta que abusaron de Sasuke. Había jurado hacerlos pagar, y estaba dispuesto a  enfrentarse a los cuatro a la vez, pero después de gruñir y dar un paso hacia ellos, su teléfono sonó. Lo ignoró una vez, cuando aquel de nombre Yahiko lo miró, pero ante la insistencia caminó hasta un alero cercano y se pegó a la pared para contestar.

¿Todavía estás en el bar?— preguntó Sasuke —Anunciaron que la tormenta está desbordando los canales.

—¿Estás preocupado?— preguntó serio, mirando a Yahiko de reojo como se levantaba con sus hombres y entraban al local, cuando el viento sopló más fuerte.

No salgas de allí— exclamó.

—Ya voy para allá.

¡¿Escuchaste lo que te dije?!

—Tengo que colgar o mi teléfono se arruinará— respondió y guardó el celular antes de reanudar su camino, no sin mirar en dirección al bar donde entró Yahiko, manteniendo la mandíbula apretada.

HeartBeat (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora