CÁPITULO 14

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-Llegó mi Ferrari favorita. –dice mi mejor amiga, abrazándome en cuanto me encuentro con ella en el patio del hotel.

-Estaba deseando llegar, ya no aguantaba un minuto más a las amigas insoportables de Magdalena hablar de ropa de la temporada –me gustaba la moda y la ropa, pero ellas lo hacían demasiado estresante.

Suelto un suspiro amarrando mi cabello en una coleta alta, hacia bastante calor allí.

-¿Cómo estuvo tu vuelo? –cuestiono caminando a su lado, entrando al hotel. En un rato iríamos al circuito.

-Bien, la verdad. Dormí todo el viaje.

-Qué raro, ni tienes facilidad para roncar –ella me empuja y ambas reímos.

-¡¿Pero qué mierda?! –Abro mis ojos grande en cuanto mi amiga me agarra con fuerza acercándome a su rostro, observando una parte puntual de mi cuello.- Eso es un chupetón. A mí no me engañas.

-¿Qué? –Rápidamente deshago mi coleta, acomodando mi cabello alrededor de mi cuello.- Dios, no puede ser. Vamos a mi cuarto, necesito cubrirme esto.

La agarro del brazo arrastrándola dentro del ascensor y presionando el piso donde estaba mi cuarto.

-Mierda –susurro viéndome en el espejo del ascensor. Volteo a ver a Gina con una sonrisa inocente.- Iba a contártelo, pero no por celular y todo esto pasó anoche.

-¿A quién te diste? –dijo con una sonrisa divertida.

-A Leclerc.

-¡¿A Leclerc?! –me sobresalto al escuchar su grito, peor aún en cuanto veo a Magdalena y sus dos amigas del otro lado de la puerta del ascensor.

-¿Qué sucede con Charles? –cuestiona ella, observándome.

Arreglo mi cabello disimuladamente, aclarando mi garganta.

-No te debe explicaciones. Permiso. –Gina me agarra del brazo pasando por un costado de ellas, hasta la puerta de mi cuarto. Paso la tarjeta rápidamente y me adentro allí con Gina.- Ahora sí, cuéntame todo ya mismo. ¿Lo hicieron?

-Lamentablemente no, pero casi.

Abro mi maleta sacando el pequeño bolso con cosméticos, agarrando la base y todo lo que usaría para taparme aquello.

-¿Casi? Detalles por favor. ¿Te...? -hizo una seña bastante obvia con sus dedos.

-Eres tan explícita Gina. –digo rodando mis ojos, parándome frente al espejo del baño mientras ella se paraba en la puerta.- Sí y no preguntes más.

-¡Dios mío! Siempre tuve razón.

-Una llamada interrumpió el momento, de su jefe –hago una mueca al recordarlo, aunque intentaba no pensar mucho en el momento porque realmente ahora no podía desquitarme con nada.- Estoy jodida Gina.

-Lo sé, se te nota en esa mirada de tonta.

La veo de mala forma desde mi lugar, pero igual yo sabía que tenía razón.

-Aunque siempre pareciera que sucede algo para arruinarnos todo. No tengo idea de que somos, de qué pasará con nosotros.

-No pienses tanto en lo que pueda pasar, de todas formas no tienes idea de lo que sucederá de aquí en más. Permítete disfrutar los sentimientos, los momentos y ya luego ves como solucionas el resto. Creo que es obvio que el también siente cosas por ti.

Luego de un rato de haber conversado y decidir que ella tenía razón, que debía de disfrutar más los momentos en vez de preocuparme tanto y no vivirlos como correspondía. Llegamos al paddock y en el trayecto me encontré con Isabel, con quien intercambiamos número y al igual con Gina, se habían caído muy bien.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora