Cap 8.

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Las cartas extrañas

-oh, Vernon, Petunia -dijo con la boca llena de comida -a pesar de que sea un mocoso desagradable, debo de admitir que está bien entrenado, mira la cantidad de comida que ha hecho -sin parar de meterse comida a la boca de la misma forma que su hermano y sobrino -¿no quieren prestármelo por un tiempo? -desde la cocina, Harry se encontraba asustado y adolorido, él sabía que sus tíos no dudarían en la oportunidad de deshacerse de él, y sinceramente él tampoco la negaría, pero con esa mujer no se iría nunca, después de todo había alentado a su tío a golpearlo más fuerte de lo que ya lo hacía.

-querida, esta vez lo sentimos, pero ... -sin embargo, no pudo seguir escuchando las palabras de su tía pues estos se pusieron a murmurar,

- JAJAJAJA, oh, mi querida cuñada, está bien, está bien comprendo su situación, si yo fuera ustedes haría lo mismo - la escandalosa voz fue lo único que pudo escuchar y luego solamente pequeños alagos hacia Dudley y Petunia, pero, ¿a que situación se refería ella?

Y ahora su situación había cambiado un poco, lamentablemente no para bien. Después de cinco años las tareas habían aumentado, al igual que los golpes e insultos de parte de sus Tíos, Dudley y su pandillucha de mocosos malcriados y gigantes.

Estaba entrando a la cocina cuando un fuerte y desagradable olor llegó a su nariz haciéndole ver una cubeta de metal que se encontraba sobre el fregadero, curioso se acercó y vio que el cubo estaba lleno de lo que parecían ser trapos viejos en agua putrefacta.

- ¿que es eso? - se preguntó así mismo, pero antes de acercar su mano una voz a sus espaldas le hizo voltearse a ver, y acercándose por el lumbral de la puerta estaba su tía.

-oh, veo que haz encontrado tu nuevo uniforme para el colegio - dijo sin voltear a verle.

-¿mi nuevo uniforme? - dijo volteando a ver nuevamente la cubeta -pensé que sería más agradable -.

- ¿agradable? - cuestionó con un tono burlesco -chico, ¿cuando algo en ti a sido agradable?. Ve, no se porque estás aquí metido, deberías de estar terminando tus cosas, o juro que le diré a Vernon -.

Sin mas remedio el pobre chico salió de la casa, otra vez hacia el jardín -jum, ¿agradable? -también se cuestionó a él solo - Ja! Hasta el perro pulgoso de la tía Marge es mas agradable que ella y su familia junta-dijo nuestras que con sus manos hacia movimientos un poco exagerados -, mujer cara de caballo, cuello de jirafa - dijo con mucho "cariño" a su "amada" tía.

Pero apenas salió de la casa se encontró cara a cara con el cartero, quien muy amable le entregó tres cartas que correspondían a a esa casa. Y el ni corto ni perezoso las empezó a revisar, la primera tenía un remitente de parte de tía Marge, quien estába de viaje, la segunda no era más que un cobro, pero la última si que le sorprendió, pues, ¿desde cuando un niño "huérfano" recibe una carta?, pues el si había recibido una.

-¿Uh?, pero que carta más extraña - dijo mientras la inspeccionada - ¿como saben que duermo en una alacena bajo la escalera? Esto es macabro, pero la leeré más tarde - sin más la guardo en el bolsillo de su pantalón, sin embargo, no se dio cuenta que una parte de la carta sobresalía de este.

Entro a la casa y dejo con total cuidado las cartas sobre la mesa, en frente de tío Vernon, quien las tomo y empezó a registrarlas junto a Petunia.

-al parecer Marge esta enferma - dijo mientras leía la carta - tal parece que comio algo en mal estado - informo a su familia mientras Harry trataba de salir de ahí para ir a su habitación.

Pero, vamos es Harry Potter, cuando la vida le da para bien?

-¡papá! - chillo cual cerdo - Harry lleva algo en el bolsillo - al escuchar esto, Vernon se levantó rápidamente y estrujo fuertemente al chico mientras Petunia lo revisaba hasta que encontró lo que buscaba.

-es... Vernon, es la carta, recuerda lo que nos dijo - su esposo entendió, tomo al chico y a su hijo llevándolos a cada uno a su propia habitación (alacena en el caso de Harry) y encerándolos en las mismas, para lego bajar con su esposa, y esa mañana solo se alcanzaban a oír los murmullos del matrimonio y los gritos desesperados de Dudley para que lo dejaran salir.

Pero Harry tenía la misma pregunta rondando en su cabeza, y era ¿Quien había enviado esa carta?
















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