Compararse con el resto ha sido algo doloroso para Sarah. Desde su niñez ha crecido rodeada de comentarios sobre su cuerpo. La vida le ha mostrado que era atractivo y que no. Ha crecido bajo la sombra de los estándares.
Seokjin aparece en su vida pa...
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Último año de la universidad. Comenzaba a ser estresante sin siquiera tener la fecha de los primeros parciales.
Me había tardado más de la cuenta en terminar mi carrera y la presión comenzaba a sentirse sobre mí. Las expectativas de mis padres, de mis hermanos mayores, incluso de los amigos de mis padres. Siempre había hecho hasta lo imposible por hacer lo que ellos querían y no decepcionarlos.
Mi primer fallo fue cuando mis compañeros se graduaron y yo no pude pasar las últimas tres materias. Me sentí devastada por defraudarlos así que me prometí estudiar cada día de este año para lograr el título de Arquitecta, como mis hermanos y mis padres. Un orgullo más.
Busqué algo que ponerme. A diferencia de Fiorella, no solía planear que vestir con antelación. Me probé un jean celeste y una blusa. Me paré frente al espejo e intenté convencerme de que me veía bien, pero la ansiedad comenzaba a crecer en mi pecho poco a poco.
Cambie el jean por uno más oscuro, la blusa dejaba ver parte de mi abdomen. Lo cubrí con mi mano mientras me veía al espejo. La ansiedad era una presión que me aceleraba la respiración. Finalmente cambié la blusa por otra, no era la mejor opción, pero era mejor que las anteriores. Tomé mi chaqueta y bajé para desayunar junto a mis padres.
-Llama cuando necesites que pasemos por ti, Sarah. Estaremos por esa zona -papá acomodó su corbata coral. -Les avisaré, tal vez vaya a la casa de Fiorella para estudiar. Debo irme ya, adiós -me acerqué a la puerta. -Iremos a caminar esta tarde, hija. Deberías venir con nosotros, sería bueno que hagas ejercicio para bajar un poco de peso, cariño. Te verías un poco mejor. Te amo, ten un buen día -volteó para seguir con sus cosas. Ignoré su comentario para poder largarme de una vez.
Los comentarios de mi madre habían dejado de afectarme o tal vez me había acostumbrado a ellos. Fiorella me esperaba una cuadra antes de la universidad. Su cabello azabache bailaba con el viento. Su perfecta sonrisa resaltaba con su piel bronceada gracias a sus vacaciones en alguna de las islas a las que le gustaba ir sus padres.
- ¡Te he echado de menos! -me jaló hacia sus brazos. -Hemos hablado todos los días -intenté alejarme. -No es lo mismo, Sarah -bufó-. ¿Cómo te preparas para tu último año? -Estoy nerviosa, pero confió en que me irá bien -debería hacerlo. -Bien, vamos. Estamos retrasadas -tomó mi mano para apresurar el paso.
Las miradas siempre se enfocaban en nosotras. Tal vez por la notoria diferencia. Quizá porque no veían normal una amistad como la nuestra. O simplemente no entendían como alguien tan hermosa como Fiorella era amiga alguien como yo, eso había escuchado alguna vez.
Fiorella era delgada. Su cabello azabache largo, le llegaba hasta la cintura. Su piel bronceada y sus pecas sobre sus mejillas y nariz. Ojos avellana y una sonrisa encantadora. No era extraño que tuviera muchos pretendientes, no solo por su belleza, su cuerpo y su forma tan elegante de vestir, sino por su personalidad atrapante. Sabía desenvolverse al hablar con otros, tenía confianza en ella misma.
Yo era su sombra, todo lo contrario. Prefería la soledad, encerrarme en mi misma. No tenía un buen estilo para vestirme, prefería las remeras extra grandes, pantalones anchos y chaquetas que sean el triple de mi talla. Intentaba ocultar los defectos de mi cuerpo debajo de las capas de tela. Mi cabello castaño, lacio caía en una coleta alta. Mis ojos oscuros y mis mejillas siempre de un rosa cálido.
Mi cuerpo era mi mayor inseguridad. Mi vientre abultado, mis brazos y piernas anchas. Mis estrías por subir y bajar de peso constantemente. Prefería ocultarme detrás de mis diseños y de la sombra de Fiorella. Solo podía existir.
Me senté en el último banco, como de costumbre, detrás de la pelinegra que me había acompañado. La clase había comenzado cuando la puerta se abrió para que un joven alto, de pelo café, ojos brillantes y una sonrisa encantadora, entrará. Su personalidad encantó a la profesora sin siquiera haber emitido una palabra.
-Lo lamento, soy nuevo y no podía encontrar la clase. -No te preocupes, recién comenzamos... -Seokjin... Kim Seokjin.
