SEOKJIN

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   Cargaba mis bolsas con las verduras y la carne por todo el centro comercial

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   Cargaba mis bolsas con las verduras y la carne por todo el centro comercial. Quería seguir caminando por si llegaba a olvidar algo y tenía que regresar.

   El corazón saltó en mi pecho cuando la vi a lo lejos. Caminaba con quien parecía ser su madre. Ambas cargaban bolsas y veían vidrieras.
   No sé si sería buena idea acercarme y presentarme. Tal vez podría esperar un poco para que su madre me conociera, en un lugar y momento adecuado.

   Volteé hacia el lado contrario pero el grito de Fiorella me sorprendió.

    — ¡Seokjin! —saltó muy feliz de encontrarme—. ¡Sarah! ¡Seokjin está aquí! —no quería mirar hacia atrás. Sentía que mis mejillas se habían encendido. No solo porque Sarah y su madre seguro caminaban hacía aquí, sino por la gente a nuestro alrededor mirando gracias a los gritos de mi amiga.

   Volví a girar. Sarah y su madre se habían acercado. Sarah sonreía algo apenada y su madre me inspeccionaba con su mirada. Finalmente curvó sus labios.

   —Seokjin, ella es mi madre. Mamá él es Seokjin, con quien salí anoche.
   — ¡Que guapo! —susurró lo bastante fuerte como para escucharla. Me limité a reír.
   —Gracias. Es un placer, señora.
   — ¿Cómo se ha comportado mi hija contigo? Ella a veces puede ser un poco reservada pero supongo que es por su físico. Pero ella es muy buena persona, tiene un gran corazón...

   Vi a Sarah incomodarse por la forma en que su madre hablaba sobre ella y su físico. Asentí con la cabeza sin quitarle los ojos de encima. Quería abrazarla y llevarla conmigo. Hacerla ver que no había nada de malo con ella, ni con su físico. Que era perfecta así.

   —Pero bueno... Veo que tú vas al gimnasio —observó mis brazos.
   —A veces —respondí soltando el aire.
   —Deberías convencerla, le he dicho que tendría que comenzar. Por su salud, claro.
   —Ya debo irme —no podía tolerar la situación aquí. Ver a Sarah sintiéndose humillada solo me hacía querer tomarla de la mano y apartarla de todos—. Te escribo luego, Sarah. Adiós, señora, un gusto. Adiós Fiorella, te veré esta noche también.

☆☆☆


   Lave las verduras y las dejé sobre la mesada. Terminé de arreglarme el cabello y tomé las llaves para ir en busca de Sarah y Fiorella.

   — ¿Habrá una cena especial hoy? —vi a Namjoon entrar a la cocina.
   —Creí que hoy no vendrías.
   —No lo iba a hacer pero Jisoo... ya sabes.
   —Discutieron.
   —Normal, ¿no?
   —No pueden vivir así Namjoon.
   —Ya soy un adulto, Jin. Puedo solucionar mis problemas solo.
   —Lo sé, pero eres mi hermano. Quiero verte bien, desde que mamá...
   —No la nombres.
   — ¡Ha pasado un año!
   — ¡¿Y qué mierda me importa?! ¡No la nombres, Seokjin!
   —Mamá te diría lo mismo que estoy pensando y que tú sabes.
   —Ella ya no está aquí. Se ha ido —tomó su chaqueta—. Y ya que no quieres que este aquí, me iré. Volveré mañana.
   —No he querido... ¡Namjoon! —escuché la puerta cerrarse de un portazo.

   Namjoon siempre había sido algo problemático. Sin embargo jamás había actuado como lo ha hecho en el último año.
   Tras la muerte de mamá se aferró a las drogas y el alcohol. A una vida que él creía placentera pero llena de oscuridad. No lo juzgaba, él quería una escapatoria de tanto dolor, pero no era la forma.

   Namjoon siempre había sido cercano a mamá. Eran como mejores amigos, él cometía las travesuras y mamá muchas veces lo cubría. Cuando ella se fue, Namjoon se vio perdido y solo, a pesar de tenernos a papá y a mí.

   Jisoo era su novia desde hacía tres años pero era una relación inestable. Nunca estaban bien, discutían a diario, pero Namjoon no quería dejarla. Supongo que le daba miedo sentirse abandonado otra vez.

   A veces temía por su vida, sobre todo en este tipo de situaciones, pero preferí dejarlo irse. Volvería esta noche y no mañana, lo sé.

☆☆☆

   Fiorella y Sarah no paraban de mirar la casa. Parecía ser un castillo para ellas.

   —Parece aún más grande con las luces encendidas —Fiorella levantó la mirada hacía el techo.
   —Y sin la mugre de los vasos tirados y la gente besándose por todas partes... —Sarah acotó.
   —No quiero ni recordarlo —negué con la cabeza.
   — ¿Puedo pasar al baño? —Fiorella interrogo con sus ojos bien abiertos como una niña.
   —Claro, al fondo a la derecha. O arriba a la izquierda, también hay otro doblando a la derecha y luego a la izquerd...
   —El primero que encuentre, gracias —corrió hacía las escaleras. Sarah soltó una carcajada.
   —Discúlpala. A veces su niña interior la domina.
   —Reaccione igual cuando nos mudamos aquí hace unos dos meses —caminé hacía la isleta. Sarah caminó detrás de mí—. ¿Te gustaría ayudarme a cocinar?
   — ¿Yo? —se señaló—. No soy muy buena, te lo advierto.
   —Yo te ayudaré, ven —se paró a mi lado—. Ten. ¿Puedes pelar esto?
   —Si. Soy buena pelando papas. Tengo un título y todo —bromeó.

   No pasó mucho tiempo hasta que Fiorella apareció. Pero fueron los mejores minutos de mi vida. Ella a mi lado pelando papas, yo preparando la carne. Riendo y charlando. ¿Mamá y papá habrían estado así?

   — ¡Qué bien huele! —la voz de mi padre se hizo presente. Sarah volteó sorprendida—. Tú debes ser Sarah —no supe cómo, pero mi padre la reconoció sin siquiera haberle mostrado una foto antes. Sarah se ruborizó y asintió.
   —Es un placer, señor.
   —El placer es mío. Y tú... Fiorella, ¿verdad? —ella asintió.
   —Chicas, él es mi padre. Cenará con nosotros hoy.
   —Claro, si no molesto.
   —Jamás molestas, papá.

   Nos sentamos a la mesa una vez que estuvo lista la cena. Mi padre y Fiorella hablaban sobre la universidad y sobre nosotros. Se habían vuelto confidentes y nos regalaban miradas juguetonas a Sarah y a mí.
   Le dedique una mirada fulminante a mi padre, intentando recordarle que no me avergonzara con mis sentimientos, aún no era el momento adecuado.

   Apenas me acomodé en el asiento el celular de mi padre sonó. Se disculpó para luego atender y alejarse tan solo unos centímetros cuando gritó:

   — ¡¿Qué?! ¡¿Dónde está?! ¡Voy en camino! —cortó el teléfono deprisa—. Discúlpenme chicas. Seokjin... —me aparté de la mesa y lo seguí.
   — ¿Qué pasa, papá? Me asustas...
   —Namjoon... —su voz se quebró—. Él...
   — ¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó, papá?!
   —Tuvo un accidente. Debo irme al hospital. Quédate aquí.
   —Iré contigo.
   —No. Quédate con tus amigas. Iré yo.

   El mundo se puso en pausa. Papá se marchó corriendo. Sarah y Fiorella observaban la situación desde el comedor. Me acerqué a ellas intentando contener la angustia y el miedo.

   —Seokjin, ¿está todo bien?
   —Mi hermano... —rompí en llanto.
   — ¿Qué pasó? —Sarah se puso de pie tan pronto mi voz se quebró.
   —Tuvo un accidente.
   — ¡Por Dios! —Fiorella llevó sus manos a su boca—. Podemos irnos si quieres, Seokjin o podemos acompañarte. Como tú quieras.
   —Quiero ir al hospital.
   —Te acompañaremos —Sarah se acercó aún más.
   —No. Vayan a descansar, yo iré solo.
   —No es bueno que estés...
   —Sarah, por favor —clave mis ojos llenos de lágrimas en los suyos—. Necesito estar solo. Por favor, te lo ruego.

   Ella se mantuvo callada. Compartió el dolor conmigo, en silencio. Asintió lentamente y tomó sus cosas.

   —Perdónenme. Ojalá está noche hubiera sido distinto —las acompañe a la puerta.
   —No tienes que disculparte —Sarah tomó mis manos—. Si me necesitas, escríbeme. Iré de inmediato.
   —Gracias. Pero lo mejor es estar solo ahora mismo.

   Las vi irse. La vi irse. Y el pecho se cerró tan rápido que el aire parecía inalcanzable.
Mi madre, Namjoon, mi padre, la vida misma. Todo parecía caerse sobre mí como si fuera una inmensa roca que me aplastaría.

   La ansiedad me encerraba en una sombra negra. Me sentía pequeño, indefenso, asustado. Tal vez no quería estar solo, pero no quería las miradas de lástima. No quería que Sarah y Fiorella cargaran con mis dramas familiares, ni con mi dolor o mis fantasmas.

   Tomé las llaves de mi auto y me fui al hospital. Rogando que Namjoon no se fuera. Que no me abandonará como mi madre. No podría soportarlo otra vez.


Love Yourself (Kim Seokjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora