SARAH

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   El tiempo pasaba volando junto a Seokjin

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   El tiempo pasaba volando junto a Seokjin.
   Luego de la taza de té que me preparó, nos sentamos en el sillón para ver algo de televisión. La risa de Jin era demasiado contagiosa, sobre todo porque no paraba de reírse con los capítulos de Modern Family. Creo que me causaba más gracia escucharlo, que ver los capítulos.

   —Mi cumpleaños será dentro de un mes. 
   — ¿En un mes? —él asintió.
   —Namjoon había sugerido Pool Party. Para ese entonces ya hará calor y Nam seguro estará mejor. Irás, ¿verdad?
   — ¿Pool Party? —claramente no quería decirle a Jin que me incomodaba vestir bikinis y más en público. Él asintió ante mi respuesta—. Tal vez.
   — ¿Tal vez?
   —Seguro iré, Jin.
   — ¿Sabes nadar? —asentí—. ¿Te incomoda algo? —muy a mi pesar asentí nuevamente—. ¿Qué te incomoda?
   —Mi cuerpo. No suelo decírselo a nadie, pero mi cuerpo me incomoda.
   — ¿Por qué?
   — ¿Cómo por qué? Soy gorda, Seokjin. Todos me miran con asco. Imagínate si uso bikini.
   —No eres... —pensó en cómo decir la maldita palabra que mi madre siempre me había dicho—. No deberías pensar así, Sarah.
   —Digas lo que digas, Jin, es una realidad. He crecido rodeada de esos comentarios de mierda.
   —Es por eso que no crees en los halagos —habló para sí mismo.
   —He intentado amarme. Eso del amor propio, lo hacen ver tan fácil pero no lo es, Jin. Te juro que me he mirado al espejo, me he dicho cosas bonitas pero solo he fingido —Seokjin prestaba atención a mis palabras—. No puedo engañarme. En mi interior sé que no estoy conforme con mi cuerpo. Que odio el tamaño de mis piernas, de mis brazos. Mi vientre abultado. Lo he intentado, pero todos me hacen ver como si yo estuviera mal. Como si ser así, no es ser bonita.
   —Eres bonita, Sarah.
   —Eres mi amigo, Jin. Por eso lo dices.
   —Lo digo porque lo eres para mí —intenté contener mis lágrimas—. Eres preciosa para mí y no me importa lo que el resto crea de ti.
   —Quisiera serlo, en serio, Jin. Quisiera sentirme hermosa —sentí la electricidad correr por mi cuerpo cuando la mano de Seokjin rozó mi mentón. Me obligó a mirarlo.
   —Eres la chica más hermosa que he visto, Sarah. No me interesa si no me crees —se acercó a mi rostro sin romper el contacto visual—. Eres hermosa.

   Secó la lágrima que corría por mi mejilla con su pulgar.
   No apartamos de inmediato cuando la puerta de la casa se abrió. Mi madre ingresó con unas cuantas bolsas, mi padre cerró la puerta mientras tenía la mirada fija en su celular.

   —Compré verduras... —mamá levantó la vista—. Oh, hola.
   —Mamá, papá. Seokjin vino para traerme los apuntes y de paso se quedó conmigo hasta que    ustedes llegaran.
   — ¿Ya te sientes mejor? Gracias, Seokjin —mamá le dedicó una sonrisa.
   —Gracias por venir —papá sonrió y se alejó hacía la cocina.
   —Sí, ya estoy mejor.
   —Bien. Decía que compré verduras. A partir de hoy, basta de comida chatarra. Comeremos sano, debemos bajar unos cuantos kilos de más. Sobre todo tú, amor. Por tu salud —nuevamente esa sonrisa como si lo que dijera no me doliera y se marchó.

   Volteé hacía Jin y le dediqué una mirada para luego ponerme de pie. Seokjin se inclinó hacía mi oído.

   —Eres hermosa —susurró.

☆☆☆

 
  Mamá y papá habían decidido irse a cenar juntos. Yo prefería quedarme sola en casa, tener algo de paz.
   Me senté en mi escritorio a terminar de pasar los apuntes que Seokjin me había traído, pero era casi imposible concentrarme luego de lo que él me había dicho.

  Trataba con todas mis fuerzas de no crear sentimientos por él. De no sentirme especial. No quería hacerme falsas ilusiones, siempre terminaba mal.
   Pero era imposible. Por más que lo negara, Seokjin ya había robado mi corazón. Ya lograba hacerme sentir especial. Ya estaba completamente ilusionada, pero aún tenía miedo. Tenía tanto miedo de que esto no fuera real, de que estuviera jugando conmigo.

   Una llamada en mi teléfono me devolvió a la realidad. Sonreí cuando vi su nombre en la pantalla.

   — ¡Hola! —saludó del otro lado.
   — ¡Seokjin!
   — ¿Qué hacías?
   —Terminaba los apuntes. ¿Y tú?
   —Recostado en mi cama. Pensaba en ir a ver a Nam pero papá me ha ganado de mano.
   —Mis padres decidieron ir a cenar. Así que también estoy sola en casa.
   —Tenemos mucho en común —reí por lo bajo ante su comentario.
   —Tenemos una vida emocionante.
   —En un mes será más emocionante —sabía que quería recordarme su cumpleaños.
   —Si —tomé un suspiro. Quería evadir el tema.
   —Te llamaré luego, debo hacer algo.
   —Esperaré tu llamada.

   Corrí hacía mi placar. Sabía que Jin no se daría por vencido y que intentaría con todas sus fuerzas e inteligencia, convencerme de ir a su fiesta.
   Di unos cuantos saltos hasta alcanzar la bolsa que estaba arriba de todo, donde guardaba mis trajes de baño.

   Me probé todos los que tenía. Puse mi mejor sonrisa mientras me veía al espejo, evitaba ver las zonas que no me gustaban, pero era imposible.
   Un traje de baño de dos piezas azul Francia. Otro fucsia. Una enteriza roja, otra negra. Volví al azul Francia. Recuerdo haberla comprado porque me enamoré en cuanto la vi, pero cuando me la coloqué mamá solo dijo: «Imagino que no saldrás así, ¿verdad?». Así ha pasado con cada uno de estos trajes de baño.

   Por el reflejo de mi espejo vi mi celular prendido. Olvidé que estaba en vibración y al acercarme vi las cinco llamadas perdidas de Jin. Abrí el último mensaje que me envió:

   —Ya que no respondes, creo que deberé subir hacía tu ventana... otra vez.

   ¡Mierda! Lo había enviado hace dos minutos. Corrí, me tropecé, caí pero alcancé una bata para cubrirme. No había terminado de atarme cuando escuché los golpecitos en mi ventana.

   — ¡Lo lamento! —le abrí para que entrará.
   — ¿Te estabas bañando? —se quejó mientras se arrastraba.
   —No —vi de reojo los trajes de baño tirados. Seokjin se reincorporó acomodando su ropa.
   — ¿Entonces...? —notó el desastre.
   —Estaba probándome trajes de baño —confesé apenada—. Para tu fiesta.
   — ¡Quiero ver! —se sentó en mi cama.
   — ¿Qué?
   —Si. Quiero ver.
   —Ni de broma. No te enseñaré.
   — ¿Y le enseñarás a todos los demás en la fiesta? —Arqueó una ceja—. Creo que merezco ser el primero en verte.

   Me quedé en silencio. Tenía algo de razón. Sentí mis mejillas arder, su mirada fija en mí se clavaba con tanto deseo que me hacía dudar si solo quería verme como una «amiga».
   Desaté lentamente la bata. Seokjin mordió su labio inconscientemente, su mirada estaba atenta a cada movimiento que yo hacía. Poco a poco la vergüenza desaparecía. De algún modo él lograba hacerme sentir en una confianza extrema.
 
  Abrí la bata, pero no me la quité. Solo dejé ver mi piel expuesta por unos cinco segundos. Volví a cubrirme.

   —Listo. Ya me viste —bajé la vista al nudo de la bata. Seokjin se puso de pie y se acercó.
   —No. No te vi.

Love Yourself (Kim Seokjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora