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Un regalo, no sabía donde publicarlo, pero antojo escribir, algo de Urss x Third Reich, con esta temática, así que, bueno, además no me gustan los números impares.

—A-ah

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—A-ah...mierda... -soltó el ruso, sentía su cuerpo arder, leves gemidos salían de sus labios, apretando las labanas blancas de aquella cama, mientras se mastrubaba frente al alemán.

Reich miraba atento, hambriento (literalmente), deleitando se al ver tremenda polla, tan grande, tan gruesa, tan deliciosa.

El pre-semen escurria del húmedo glande, las venas sobresalientes sobre la piel, el alemán sentía que babeaba, deseaba tanto aquel pene, ese miembro, su cuerpo tembló en solo pensar en ser penetrado, respiraba más agitado, sintiendo como se dilatada más.

—So-Soviet...

—¿Lo quieres?, en estos momentos te ves como una puta tan desesperada, eso que solo lo estas viendo, tu aroma esta más fuerte -susurro, mirando fijamente al alemán el qual estaba arrodillado.

El soviético habria entrado en celo, su poco control se hiba al carajo con sentir aquel atractivo y dulce aroma.

El alemán arrodillado frente suyo, tan desesperado y manchó el piso con lubricante natural.

—Tengo hambre... -suplico, mirando al fin al de parche.

—Que perra. -sonrió, quería tomar ese cuerpo y marcalo como suyo, deseaba devorar lo, destrozar y convertir al alemán en su puta personal.

Las muñecas de Reich estaban amarradas al frente de su cuerpo, su ropa interior tan montada por lubricante, sentía su proprio miembros duro, sentía que hiba a explotar en solo poder probar el semen del contrario.

Ambos no sabían cómo acabaron en aquella tensión, en aquel momento, pero ninguno estaba cuerdo lo suficiente.

Urss gruño, tomando del pelo con brusquedad al alemán para obligarlo a sentarse en el suelo, con su mano cual sostenía toda su extensión la cual golpeo el rostro del menor, provocando un leve gemido de desesperación.

Las gruesas risas del soviético se escuchó, notando como la lengua del alemán no desaprovechada la cercanía para lamer y rodear su extensión.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta, mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones.

Sintió su cabeza empujada para atrás, obligado, con por los dedos del soviético habria su boca para sentir el grueso falo entrar, sin una invitación, que descortés.

ᦗ𝕴𝖓𝖈𝖚𝖇𝖔ᦗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora