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Su respiración era lenta, sentía su cuerpo pesar, estaba toda su habitación rodeaba por aquellos ojos, escuchaba los suaves golpes en la puerta sabía que era Prusia.

No hiba a habria la puerta, no hiba a dejar que lo viera de esa manera, era un Alemán, pertenecía a la gran familia alemana temida por muchos, respectada por otros.

—¡No llores niño inútil! Eres mi primogénito y pertenece a esta familia te ves patético así nunca llegaras a gobernar

¿Por que de repente recuerda aquella palabras?

—Papa, lo lamento, por favor vamos a casa...

Rogó, recuerda que aquel día su padre ante el enojo de no conseguir dar un buen discurso lo regaño en frente de los soldados, recordó las miradas algunos apuntaban no reírse, otros simplemente miraban con desagradó, pero la mirada de decepcion de su padre le causa tristeza.

Por favor, mantengan la calma, Alemania volverá a ser un Imperio, solo denme tiempo

La mirada de odio de su gente, su gente estaba furiosa, su padre huyó, tomó el cargo, tomó la culpa, la gente lo culpaba, su governate ante la presión lo abandonó, quería calmar al pueblo.

Hermano, me prometes que volverás pronto

—Claro que si, será un viaje de negocios por eso te dejo con ------ para que te cuide

La mirada brillante, la mirada inocente de su hermano, una promesa que no cumplió, simplemente salió de huyendo, como siempre, tratando de escapar de los problemas.

Soltó un suspiro, miro de reojo sus brazos alistándose al notar la cantidad de aquello ojos, rápidamente camino asta el baño para mirarse, prendió la luz notando su cuerpo cubierto con estos, además ser seguido por más, rápidamente busco algo entre osea escombros de aver destruido su habitación encontró su navaja, la cual estuvo buscando.

Que conveniente.

De forma intitistiva comenzo a tratar de quitarse aquello ojos, estaban pecados a su carne, a su músculo del brazo, soltaba queridos de dolor, cuando consiguió quitar uno sintió como otro ojo se pego en el mismo lugar pero esta vez de forma más profundas, lágrimas mientras se miraba en el espejo, tenía asco de si mismo.

Trato de quitarse, trato de quitarse, trato de quitarse, pero a cada ojo retirado otro entraba en el lugar causando mas dolor, estaba cansado y a falta de sangre cayó al suelo, era doloroso, escucho la puerta habrirse y escuchó el grito del prusiano.

Weimar por que siempre causas dolor.

...

Su cuerpo reaccionó, apretaba sus brazos clavando sus largas uñas en estos, trataba de buscar un escondite, quería llorar, quería llorar, queri matar a ese maldito.

Todo era su culpa, si tan sólo hubiera escuchado.

Su gorvenante tenía razón, esos seres eran despreciables, ladrones y condiciones, el no sufrió consecuencia de los demás, el aún era despertado de alguna manera y cuando hablaron del suceso en el locausto usaba el papel de víctima.

Su hermano, lo abandonó al igual que el maldito de su padre.

No le importaba mucho su hermano le tenía odio, le tenía rencor, al igual que a su padre.

Cayó al suelo pensar el las palabras del japones, de no lo culpaba, sabía que su familia talvez pensó en lo mejor, su hermano a pesar de todo buscaba lo mejor, pero siempre le causa dolor.

ᦗ𝕴𝖓𝖈𝖚𝖇𝖔ᦗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora