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7.

Estaba sentado en medio de mi hermano y Kim en la oficina del director que sudaba como un cerdo mientras mirábamos las cámaras de seguridad del colegio, en efecto se veía a los tres imbéciles siguiéndome cautelosamente por el pasillo hasta entrar en los baños justo después de mí. Ken, uno de los guardaespaldas de Kim estaba ocupando un lugar detrás del trio de mosqueteros que me atacaron, todos tres pálidos. Kim cruzó una pierna y apoyó su codo en el escritorio del profesor mientras mi hermano derretía con su mirada de láser a los tres chicos en frente de nosotros.

– Bueno... – el director carraspeó, secándose el sudor con un pañuelo

Hice una mueca, el pañuelo estaba mojadisimo. Creo que a ese señor le daría un infarto.

– Bueno – repitió el director, me miró – ¿Y estos son los chicos que adentro te hicieron... todo eso que dices, Porsché?

Asentí, inocente – Si, fueron ellos – señalé con el mentón

Kim tanteó sus dedos en el escritorio, desvió la mirada a esos tres.

– Sí saben que están metidos en un grave problema ¿verdad? – su voz era fría pero tranquila.

Uno de ellos, parpadeó – S-señor Theerapanyakul, no s-sabiamos que Ché...

– Porsché – gruñó Kim

– Que Porsché era su n-novio – tartamudeó

Porsche se enderezó a mi lado – Eso da igual, pedazo de mierda, sea o no el novio de alguien, no te da derecho a tratar así a las personas, ¡mucho menos a alguien que lleva un maldito tanque de oxigeno para respirar! Debería matarlos – dijo mi hermano apretando los puños.

El director tosió – No hay que recurrir a la violencia, podemos... solucionarlo.

Kim lo miró.

– ¿Ah, sí? ¿Y cómo? ilustreme – alzó las cejas, esperando

– Llamaré a los padres de estos indecentes y... los sancionaré por tres semanas, y...

– No es suficiente – interrumpió Kim – Inténtelo de nuevo.

Porsche no dejaba de mirar a los tipos, puse una mano encima de la suya para qué se calmara, lo último que quería era que atacara a tres menores de edad y fuera a prisión.

El director se aflojó la corbata – Entiendo su molestia, señor Theerapanyakul, pero es una institución no un reclusorio, no podemos hacer más que eso –

– ¡Es un insolente! – gruñó Porsche – ¡Casi matan a mi hermano! ¿y usted solo les dará una sanción? ¡Es... inaudito!

– ¡Es qué es el conducto regular! – exclamó el hombre

Kim exhaló – Lastimosamente para usted, eso no nos interesa. ¿Es el conducto regular? me importa una mierda, ¿son menores de edad? Me importa otra mierda. – Kim sonrió de lado, y esa sonrisa... me dio algo de miedo – Se lo advertí ¿recuerda? Así que, espere mañana la carta de mi bufete de abogados, cerraran esta institución de por vida, y a estos tres – los señaló descuidadamente con el brazo – Pasaran su vida limpiando los putos baños de una penitenciaría para menores hasta que cumplan la mayoría de edad y sean juzgados por intento de homicidio, yo mismo pondré la denuncia y me encargaré de que sean juzgados.

Los tres chicos comenzaron a llorar.

– Porsché lo sentimos, Porsché... – lloró uno de ellos, arrodillándose – Dile que solo e-estabamos jugan-do...

I breathe for you. - KIMCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora