La tercera ley de Newton establece que para toda acción existe una reacción igual pero en sentido contrario. O dicho en otras palabras: todo acto tiene sus consecuencias.
Siempre ha sido mi ley favorita, mi mantra y mi inspiración, pero hoy mi querido amigo Isaac ha decidido jugarme una mala pasada porque para cuando miro el reloj, me doy cuenta de que tengo que estar sentada en mi clase de fundamentos de la física en menos de quince minutos. He debido de apagarlo sin querer y seguir durmiendo.
¿Veis? Acción, reacción.
Y no me importaría tanto si no fuera mi primer día en una universidad enorme en la que seguramente me perderé hasta para encontrar el lavabo.
Cuando llego, después de haberle pedido al del taxi que pisara el acelerador como si tuviera complejo de Dominic Toretto, me dirijo a administración a pedir indicaciones, porque de todas formas hace veinte minutos que ha empezado mi clase.
Localizo el aula al final de un enorme pasillo y cuando me asomo por la puerta quiero volverme pequeña, que se abra un agujero en la tierra y desaparecer.
Todo el mundo, incluido el profesor, que para mi desgracia ya tiene bastante cara de pocos amigos, se gira para mirarme y yo me quedó inmóvil.
- ¿Busca algo? - pregunta al ver mi cara de pánico.
- Esto... Estoy matriculada en esta clase, fundamentos de la física I - susurro con un hilo de voz - siento el retraso soy - pero no me deja continuar.
- Srta Serena Gaia, ¿no es cierto? - ante mi asombro aclara - es la única en mi lista que no está marcada asique supongo que también es usted la única que se ha atrevido a llegar tarde el primer día de clase - increpa y yo estoy apunto de apuñalarme con el bolígrafo que llevo en mi estuche.
Aunque tal vez si uso la regla sea más rápido y menos doloroso.
- ¿Conoce usted la tercera ley de Newton? - me sorprende su pregunta.
- La ley de acción reacción, sí - intento sonar segura - cada acción tiene una reacción idéntica en sentido opuesto.
- Lo que significa que cada acto tiene una consecuencia - concluye recitando lo mismo que llevo haciendo yo desde que me levanté hoy por la mañana.
Me quedo callada; no se qué decir ni cómo reaccionar y todos en la clase me miran. Desde los de las primeras filas hasta los de arriba de todo. Siento sus ojos juzgándome como si fuera una estúpida, una impostora que no merece estar allí.
«Basta Serena, te has ganado tu lugar aquí como el resto, un error lo tiene cualquiera» me digo para tranquilizarme.
Voy a responder algo pero el profesor se limita a indicar que tome asiento y así lo hago. Localizo a Bella, de la que me había olvidado por completo con toda la vergüenza que acabo de pasar y me siento junto a ella. Al menos se que ella no me juzgará y eso me tranquiliza un poco.
La clase transcurre sin más incidentes y el resto de asignaturas, a las que llegó puntual, también.
Hoy solo tenía cuatro horas en mi horario asique cuando termina la última lección me dirijo a la salida charlando con Bells más animadamente.
- Oye, ya que eres nueva yo podría enseñarte la ciudad - propone y ahora mismo me parece la mejor idea del mundo. Solo quiero salir del campus y olvidarme de mi pequeño incidente, que me atormentará el resto de mi carrera.
Decidimos ir a comer a un restaurante cerca de Hollywood Boulevard, para luego visitar el famoso paseo de la fama.
Me siento una niña pequeña descifrando todos los nombres de actores y actrices famosos plasmados en el suelo, los cuales intento esquivar porque me da pena pisarlos. Bella a mi lado solo se ríe y me va explicando un poco cosas básicas como donde están las mejores tiendas, el supermercado más barato o un buen cine. Además de como funcionan aquí las direcciones, cosa que me lia bastante y que apuesto que será motivo de que me pierda más de una vez en el futuro.
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Todas mis vidas | tom kaulitz.
FanficSer adolescente nunca fue fácil, y no es una excepción para Serena, de 18 años, cuya vida se pone patas arriba cuando es aceptada para estudiar en la universidad de sus sueños. ¿El problema? Tendrá que dejar atrás su país, su familia, todo cuanto co...