Capítulo 8: Bailando con el diablo.

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- ¿!!!TU AMIGO BILL ES BILL KAULITZ DE TOKIO HOTEL??!!! - grita Nadia a través del teléfono y si no nos separaran 10.000 km de distancia juraría que la he escuchado desde aquí - ¿porqué no me lo habías dicho? - reclama y por un momento me da miedo que se enfade.

- Al principio no sabía que era él, lo descubrí más tarde. Quería contártelo, de verdad, pero mi vida ha sido muy caótica últimamente - intento explicarme y es verdad; en el mes y medio que llevo aquí es la primera videollamada que hago con mi mejor amiga. Si, nos hemos escrito varias veces pero apenas hemos tenido tiempo de ponernos al día - lo siento, sé lo importante que es para ti y lo mucho que los admiras y debería habértelo contado antes - y casi temo su reacción.

- Bueno ¿y cuando me lo vas a presentar? Y al resto por supuesto, quiero un autógrafo de todos - sonríe mientras me mira divertida. Así es Nadia, es imposible verla enfadada; desde que la conozco jamás la he visto sin una sonrisa en su cara y a mi me gusta pensar que es como cuando sale el sol en un día nublado. Agradezco al destino cada día por haberla puesto en mi camino, no se qué haría sin ella.

- Cuando vengas a visitarme.

- Pues que te parece este fin de semana - y yo parpadeo varias veces porque creo que estoy teniendo alucinaciones.

- ¡¡¿Es en serio?!!! - y ella tan solo me responde enfocando su maleta ya preparada.

- Era una sorpresa pero no podía aguantarme más. Cojo el vuelo el jueves y me quedo una semana, si te parece bien claro - debe ser una broma.

- ¿Bromeas? Claro que me parece bien - y casi me pongo a llorar - Te hecho mucho de menos Nadia - ella solo asiente y sé que ambas estamos aguantándonos las lágrimas asique antes de que nos pongamos a llorar como magdalenas le pregunto por su carrera y si ha conocido a alguien interesante y así es como acabamos hablando durante más de tres horas sobre anatomía, las fiestas de su residencia, las prácticas en el hospital y sobretodo de David, el chico al que mi amiga le tiene echado el ojo.

Colgamos después de un rato, ambas felices y emocionadas por vernos después de tanto tiempo separadas. Puede que 6 semanas no sean mucho pero no recuerdo haberme separado de ella más de 24 horas desde que la conocí.
Es como mi media naranja pero en amiga y tengo unas ganas infinitas de enseñarle todo esto. Por eso en cuanto dejo el teléfono me pongo a investigar los mejores planes para hacer juntas; y a pensar en cómo decirle a Bill y al resto de la banda que en menos de 36 horas van a conocer, no solo a mi mejor amiga, si no a la que probablemente sea su mayor fan y esto último sin exagerar.

Cuando por fin llega el viernes apenas puedo mantenerme de pie en el aeropuerto de la emoción y en cuanto distingo a mi mejor amiga entre la gente corro como si estuviera entrenando para una maratón y la abrazo tan fuerte que creo que nos fundiremos la una en la otra.

- Estás más morena - su ocurrencia hace que me entre la risa.

- Y tú igual de guapa - y es verdad, mi amiga es guapísima. Es un poco más alta que yo, con un cuerpo atlético fruto de su dedicación al deporte, tiene los ojos verdes, los labios gruesos y pecas que decoran sus pómulos y su recta nariz. Parece literalmente una muñeca y la envidio, pero envidia sana siempre.

Cogemos un taxi pero no nos dirigimos a mi casa, porque tengo preparada una sorpresa que se qué le va a encantar asique le doy al conductor la dirección del estudio donde graban los chicos. Aunque eso ella no lo sabe y estoy deseando ver su cara cuando lo descubra.

El día anterior se lo conté a Bill y al resto y estuvieron encantados de conocerla y de ayudarme a preparar todo y yo se lo agradezco infinitamente.

- Vaya, es hermosa - había dicho Georg y todos estuvieron de acuerdo, incluso Tom; aunque poco me importaba eso, él era así con todas. Pero si esto se lo contara a ella se desmayaría y subiría directa al reino de los cielos.

Todas mis vidas | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora