Capítulo 6: Siete vidas.

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Empiezo a desesperarme porque hay unas doscientas personas alrededor mía intentando que los gemelos Olsen abran sus regalos y si tengo que esperar más acabaré con las reservas del minibar.

Me cuelo entre la gente, que se queja y me empuja, pero el alcohol en mis venas hace que los ignore y llegue hasta Bill a trompicones. Seguro que ahora mismo estoy igual de sexy que bambi recién nacido.

- Ábrelo - ordeno, entregándole el paquete y el obedece divertido.

Sin duda, las vueltas que tuve que dar esta mañana por todas y repito todas las tiendas de LA merecen la pena cuando veo su cara iluminarse a la par que saca del envoltorio el micrófono y los cascos.
No son los mejores del mundo ni los de más calidad, porque tenía que elegir entre eso y poder comer este mes; pero me he asegurado de que son lo suficientemente buenos para que le sirvan a Bill, por lo menos durante un tiempo.

Antes de que pueda decir nada, me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho, tan fuerte que siento que mi corazón me saldrá por la espalda en cualquier momento.

- No se qué decir, Se, son geniales de verdad, muchas gracias. - y me planta un beso en la frente.

Yo respondo apretando más el abrazo, me separo de él y busco con la mirada a su gemelo malvado. Veo a Tom detrás de nosotros con una expresión socarrona en su rostro y sin darme tiempo ni tregua me pregunta acusador:

- ¿Y para mí no tienes nada? Es de mala educación regalarle solo a uno, aunque siendo tú no debería sorp... - y antes de que termine de hablar agarro su mano, ignoro el contacto de mis dedos sobre los suyos, y poso un pequeño paquete haciendo que se quede callado.

Lo mira detenidamente como si estuviera intentando que de sus ojos saliera un rayo láser y atravesara el papel de globitos para saber qué hay dentro.

- El regalo está en el interior - digo sarcástica tras unos minutos, y eso parece sacarle de sus pensamientos.

Me mira, luego al paquete y luego a mi otra vez y yo comienzo a pensar que tan buena idea ha sido dárselo. Seguro que solo alimento más su ego y a este paso vamos a tener que salir todos de la habitación para que entren los dos. Por fin lo abre y pasa lentamente entre sus dedos la fina tela negra que tanto me costó elegir.

Lo miro nerviosa, esperando su reacción.
No es que me importe si le gusta o no, es más bien el hecho de que no me haga pensar que he fallado en lo que mejor se me da en el mundo, hacer regalos.

- Yo... - comienza pero levanto la mano para hacerlo callar antes de que arruine el momento.

- Es solo un detalle y eso no significa que te odie menos, pero tampoco soy una maleducada y es tu cumpleaños - aclaro intentando quitarle importancia - felicidades - y esto lo digo mirándole solo a él, hasta que me doy cuenta de que tiene un hermano gemelo que también cumple hoy y sintiendome una tonta me giro para felicitarle.

- A los dos, ¡feliz cumpleaños!- y antes de que ninguno diga nada empiezo a cantar el cumpleaños feliz para fastidiarles un poquito, logrando que el resto se una a mi y todos en coro les deseamos un feliz día. Me fijo en mi amiga Bella, que está agarrada del brazo de Bill mirándole embobada y con una sonrisa radiante en su rostro mientras canta, y un sentimiento genuino de alegría se instala en mi interior.

Aprovecho para escabullirme y salir al jardín, que ahora está completamente vacío. Necesito tomar un poco el aire. Definitivamente se acabó el alcohol por esta noche, o no llegaré de una pieza a casa.

Miro al cielo plagado de estrellas intentando despejarme y como si volviera a tener cinco años intento buscar las constelaciones que me sé de memoria.

Todas mis vidas | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora