Empiezo a desesperarme porque hay unas doscientas personas alrededor mía intentando que los gemelos Olsen abran sus regalos y si tengo que esperar más acabaré con las reservas del minibar.
Me cuelo entre la gente, que se queja y me empuja, pero el alcohol en mis venas hace que los ignore y llegue hasta Bill a trompicones. Seguro que ahora mismo estoy igual de sexy que bambi recién nacido.
- Ábrelo - ordeno, entregándole el paquete y el obedece divertido.
Sin duda, las vueltas que tuve que dar esta mañana por todas y repito todas las tiendas de LA merecen la pena cuando veo su cara iluminarse a la par que saca del envoltorio el micrófono y los cascos.
No son los mejores del mundo ni los de más calidad, porque tenía que elegir entre eso y poder comer este mes; pero me he asegurado de que son lo suficientemente buenos para que le sirvan a Bill, por lo menos durante un tiempo.Antes de que pueda decir nada, me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho, tan fuerte que siento que mi corazón me saldrá por la espalda en cualquier momento.
- No se qué decir, Se, son geniales de verdad, muchas gracias. - y me planta un beso en la frente.
Yo respondo apretando más el abrazo, me separo de él y busco con la mirada a su gemelo malvado. Veo a Tom detrás de nosotros con una expresión socarrona en su rostro y sin darme tiempo ni tregua me pregunta acusador:
- ¿Y para mí no tienes nada? Es de mala educación regalarle solo a uno, aunque siendo tú no debería sorp... - y antes de que termine de hablar agarro su mano, ignoro el contacto de mis dedos sobre los suyos, y poso un pequeño paquete haciendo que se quede callado.
Lo mira detenidamente como si estuviera intentando que de sus ojos saliera un rayo láser y atravesara el papel de globitos para saber qué hay dentro.
- El regalo está en el interior - digo sarcástica tras unos minutos, y eso parece sacarle de sus pensamientos.
Me mira, luego al paquete y luego a mi otra vez y yo comienzo a pensar que tan buena idea ha sido dárselo. Seguro que solo alimento más su ego y a este paso vamos a tener que salir todos de la habitación para que entren los dos. Por fin lo abre y pasa lentamente entre sus dedos la fina tela negra que tanto me costó elegir.
Lo miro nerviosa, esperando su reacción.
No es que me importe si le gusta o no, es más bien el hecho de que no me haga pensar que he fallado en lo que mejor se me da en el mundo, hacer regalos.- Yo... - comienza pero levanto la mano para hacerlo callar antes de que arruine el momento.
- Es solo un detalle y eso no significa que te odie menos, pero tampoco soy una maleducada y es tu cumpleaños - aclaro intentando quitarle importancia - felicidades - y esto lo digo mirándole solo a él, hasta que me doy cuenta de que tiene un hermano gemelo que también cumple hoy y sintiendome una tonta me giro para felicitarle.
- A los dos, ¡feliz cumpleaños!- y antes de que ninguno diga nada empiezo a cantar el cumpleaños feliz para fastidiarles un poquito, logrando que el resto se una a mi y todos en coro les deseamos un feliz día. Me fijo en mi amiga Bella, que está agarrada del brazo de Bill mirándole embobada y con una sonrisa radiante en su rostro mientras canta, y un sentimiento genuino de alegría se instala en mi interior.
Aprovecho para escabullirme y salir al jardín, que ahora está completamente vacío. Necesito tomar un poco el aire. Definitivamente se acabó el alcohol por esta noche, o no llegaré de una pieza a casa.
Miro al cielo plagado de estrellas intentando despejarme y como si volviera a tener cinco años intento buscar las constelaciones que me sé de memoria.
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Todas mis vidas | tom kaulitz.
Fiksi PenggemarSer adolescente nunca fue fácil, y no es una excepción para Serena, de 18 años, cuya vida se pone patas arriba cuando es aceptada para estudiar en la universidad de sus sueños. ¿El problema? Tendrá que dejar atrás su país, su familia, todo cuanto co...