II

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Pasear por el Callejón Diagon había sido fascinante, y reunieron todos los libros y útiles que necesitarían para su año escolar excepto una varita que les suministrarían los dioses. Y efectivamente, el primero de septiembre muy temprano, un paquete había aparecido en su habitación alquilada.

Percy lo abrió con impaciencia, revelando dos cajas delgadas y largas, acompañadas de una tarjeta escrita a mano en tinta dorada.

- Estas varitas han sido bendecidas por Hécate para que puedan hacer magia - leyó en voz alta - deben tener extremo cuidado con ellas y no dejar que los mortales las toquen.

Nico abrió una, revelando una varita casi completamente negra, excepto por el mango que era compuesto por un montón de esqueletos en miniatura que parecían estar tratando de trepar por la varita como si quisieran escapar de un pozo. En la base había una piedra de color rojo intenso.

- Definitivamente me la voy a quedar - declaró, examinándola de cerca.

Ahora mas excitado, Percy abrio la otra caja y silbó en admiración. La suya era de un apropiado y esperado color azul, con olas alrededor del mango y delicadas líneas onduladas a lo largo del resto que daban la ilusión de agua, siendo casi transparente hacia la punta.

- Gracias, Lady Hécate- , dijeron los dos al unísono.

Nico se lo guardó en la manga y cogió su mochila. Aunque en la tienda que habían visitado había baúles, les habían impresionado mucho más las bolsas sin fondo que ofrecían. Aunque más caro, era infinitamente más cool y además tenían más que suficiente dinero, cortesía de Hades. Ser príncipe del Inframundo tiene sus ventajas.

- Espero que esto de la escuela de magia sea interesante - comentó Percy cuando aparecieron en una esquina desierta de la estación de tren - porque la escuela normal es horrible.

Nico le pasó un brazo por la cintura.

- No sabría decirte, yo no fui a la escuela - respondió con una sonrisita de suficiencia.

- Suertudo.

Nico no había pisado una escuela desde que él y Bianca fueron encontrados. La mayor parte de su tiempo en los años siguientes lo había pasado en el Inframundo, y luego en el lío que fue la guerra contra Gaea. Percy no había tenido el valor de abandonar los estudios cuando eso le rompería el corazón a su madre, así que había seguido asistiendo a la escuela a pesar de sus terribles notas hasta el año pasado, cuando se graduó a los 17 años.

- No existo legalmente, así que nadie sabía que debía ir a la escuela - le recordó Nico.

- Sí existes legalmente-

- Claro, en los años 40.

- Deja de recordarme que estoy saliendo con un viejo.

Pasaron a través del muro entre los andenes 9 y 10, justo cuando Nico se inclinó para besarle la sien. El muy bastardo era ahora más alto que él a pesar de que Percy no era un chico pequeño en lo absoluto.

- Percy, tengo la misma edad que tú.

- Eso es sólo gracias al Hotel Lotus.

- Entonces deberías estar agradecido.

Percy lo fulminó con la mirada y Nico tuvo el descaro de reírse mientras subían al tren. El andén ya estaba plagado de gente dejando estudiantes, pero se las arreglaron para encontrar un compartimento vacío. De sus maletas, el hijo de Poseidón sacó un libro, o bueno, más bien un cuaderno reconvertido en guía del mundo mágico.

- Me pregunto cómo habrá encontrado Annabeth toda esta información - murmuró Nico.

- Es la señorita sabelotodo, claro que lo sabe.

Dos semidioses medio lunáticos en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora