Capítulo 2

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El felino de ojos verdes lo observaba, sin moverse, ni siquiera lo había atacado aún. Treestar se preparó para eventualmente atacar de regreso, mientras hacía un esfuerzo por determinar su aroma.

– ¡Yellowbird! – Maulló al reconocer a la curandera.

La gata bajó delicadamente del árbol y se sentó frente a él, sus ojos estaban esforzándose para seguir abiertos. Sacudió su cola antes de dirigirle la palabra al viejo gato.

– Habían unas telarañas allí.– Explicó, señalando con su cabeza hacia arriba.

– Pensé que eras un gato desconocido.– Le comentó a la gata, mientras volvía a limpiar su pelaje para que quedara liso.

Sus ojos brillaban aún más con la luz de las estrellas que iluminaban la noche. La curandera no dejó de mirarlas hasta que Treestar acarició su pelaje amarillo con la cola.

– El Clan Estelar es él único que sabe si el clan sobrevivirá aquí.– Murmuró Yellowbird.

– ¿Sugieres que deberíamos irnos? –

Habían vivido por mucho tiempo allí, el lago siempre había sido su hogar... ¿Era este el momento de dejarlo? ¿O acaso el clan seguiría viviendo allí hasta que mueran de hambre?

– Si el Clan Estelar quiere que nos vayamos, nos lo hará saber.– Respondió la gata amarilla, dando un rápido lametón a su cola antes de volver a mirar a su líder.

Treestar dió un fuerte suspiro. ¿Sus esfuerzos por reconstruir el Clan de las Montañas Altas eran inútiles entonces? Había pasado toda su vida ayudando a su clan, pero quizás nada de eso tendría sentido al final... si el clan iba a morir de hambre.

– Yellowbird...– Maulló el líder cansado, tratando de mantener sus ojos abiertos.– ¿Tú crees que moriremos de hambre? – Preguntó.

La gata amarilla se quedó observándolo por un momento, como si lo estuviera consultando con el Clan Estelar. Movió sus orejas antes de negar con la cabeza.

La joven gata empezó a caminar hacia el exterior, con pasos decisivos, pero claramente cansados. Se detuvo un segundo y lo miró a los ojos.

– Pero eso no quiere decir que ninguno de nosotros vaya a morir antes de que encontremos paz.– Agregó en un murmullo mientras se alejaba hacia su guarida.

– Eres una curandera sabia, Yellowbird.– Pensó, mientras se desplomaba en su lecho de musgo para intentar dormir un poco.

                                                                       ●                   ●                    ●

El gato café abrió sus ojos al sentir el calor de uno de sus compañeros de clan junto a él. Se esforzó para distinguir el aroma de Shadestone, mezclado con el olor de la carne fresca y los árboles.

– Es la última presa.– Dijo en un ronroneo, señalando con la pata un ave muy pequeña, pero de aspecto igualmente delicioso.

– Gracias.– Respondió, casi sin voz.

El líder se apresuró en terminar a mordiscos la presa, estaba algo seca, debió haber sido cazada en la mañana. Shadestone esperó a que terminara de comer antes de sentarse junto a él.

– Mousedawn tendrá a sus cachorros muy pronto.– Anunció, lamiendo su pata.– Yellowbird dice que necesita más hierbas.– Agregó.

– Dile a Goldenbriar que las busque.– Contestó Treestar, lamiendo sus bigotes.– Tiene muy buen olfato.–

El lugarteniente asintió débilmente, pero no se movió en absoluto. Debía tener algo más que decir.

– Nuestro territorio no será suficiente... moriremos de hambre o enfermedad cuando inicie la estación sin hojas... si no es antes.– Maulló el gato gris oscuro.

Los gatos guerreros: El futuro del Clan de las Montañas AltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora