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Noche 7: Cálido hogar, dulce hogar.

Llegamos a casa antes de lo que pensamos, la lluvia había bajado su intensidad y ya no estaba dando tan fuerte, eso nos ayudó a llegar a casa casi secos.

Mi madre fue la primera en cambiarse y ponerse su pijama, con un mantel precioso regalo de mi papá.

—Namjoon, lleva a Jinie arriba a que se cambié y yo preparare algo rico para comer los tres–dijo con una gran sonrisa, apretando las mejillas de Jin y besando las mías.

Con la cabeza le indique que me siguiera y obediente me siguió como cachorro a su madre, me dio ternura su cara de confusión.

Tan tierno.

En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en mi habitación.

Estaba algo desordenada y eso me dio vergüenza.

Rápidamente empece a recoger toda la ropa sucia y usada del suelo, con la vergüenza pintada en mi cara, las metí a la fuerza en el cesto de la ropa.

Mire disimuladamente por encima de mi hombro a Jin, intentando asegurarme de que no viera nada.

Pero no me estaba prestando atención.

Miraba las fotos que tenía de pequeños en mi mesa, sonriendo con algo de nostalgia.

Vi sus ojos brillar.

Sentí mi corazón viajar al cielo.

Sin que él se diera cuenta me acerque hacia él, rodeando lo sin tocarlo y sonreír al oler su aroma.

Tan dulce.

—Ten ponte esto, estaras más cómodo –dije en voz baja, pero igual mente se asustó y rápidamente se giro a verme.

—Que susto Namjoon... –dijo con el ceño algo fruncido.

Namjoon...

No, yo era Namjoonie.

Me molesto un poco que me dijera así.

Yo no era Namjoon.

Yo soy su Namjoonie.

—¿Ya no soy más tu Namjoonie? –dije haciendo un puchero y abrazarlo por la cintura.

Jin me miraba confundido y nervioso por mi acercamiento, empezando a tartamudear.

—Yo... Yo... Bueno

Sonreí sin poder evitar lo.

—Ven te ayudaré a cambiar te–dije apartando me un poco.

Dicho y hecho, le ayude a quitarse su camisa toda mojada, aparte la mirada para no incomodar lo y ya pasado unos minutos volvi a miralo, pensando que ya estaba vestido.

Pero no.

Estaba enredado en mi camisa, luchando con ella.

Sin poder sacar su cabeza.

Intente no reír, pero era imposible, era una escena gracioso y muy tierna a la vez, sobre todo los ruidos molestos que hacia Jin.

—Dejame ayudarte–dije para acercarme aún más, él se quedó quieto y dejó de pelear.

En unos simples movimientos conseguí liberarlo de su prisión, nuestras miradas se encontraron y su cara reflejaba la vergüenza que estaba sintiendo en ese momento.

—Gracias... Namjoonie –dijo mirándome con una sonrisa tímida y en voz baja, agachado un poco la cabeza.

Jin siempre fue tan tímido.

Yo te queria... [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora