𝔦𝔳 - THE HEIR AND HIS PUPPET

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—¡Hermano Athan! —la pequeña princesa olvidada (por como muchos la solían apodar) era una niña verdaderamente risueña que no dejaba de tener una encantadora sonrisa en su rostro cada vez que su hermano mayor llegaba de visita al palacio de la gema...

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—¡Hermano Athan! —la pequeña princesa olvidada (por como muchos la solían apodar) era una niña verdaderamente risueña que no dejaba de tener una encantadora sonrisa en su rostro cada vez que su hermano mayor llegaba de visita al palacio de la gema roja— ¡Hermano! —para ninguna sirvienta del palacio que alguna vez albergó a las hermosas mujeres del harem de su majestad le era de extraño el ver correr como conejo salvaje a la pequeña hija de su majestad detrás del heredero a la corona del imperio.

Athanasio se vió obligado a hacer esté recorrido al palacio de su hermana una vez durante todas las semanas de todos los años de aquí en más que le resten de su vida, o hasta que llegué al tan deseado trono.

¿Cuánto tiempo había pasado ya desde que Dianna había fallecido? quizás siete años. Había olvidado ya el como era su rostro siquiera, pero jamás aquellos ojos magenta saldrían de su cabeza.

—¡Hermano-...! —un repentino golpe lo hizo detener de pronto y quedar allí paralizado preguntándose lo que habría podido ser ese ruido. Empezó a oír lamentos que a simple idea le parecían ser sollozos. Sí. Ese era un llanto que trataba de ser silencioso.
Volteó la mirada, pero no su cuerpo por completo. Aquella niña que fue la asesina de su propia madre estaba aún tirada sobre el suelo intentando evitar el llorar con fuerzas.

—¿Qué fue lo que te sucedió? —¿No era obvio? Esa niña tan torpe se cayó y a simple vista parecía haberse golpeado su mentón contra el suelo.
La falta de atención que tuvieron las sirvientas con ella le pareció bastante sorprendente. ¿Acaso no piensan ayudar a levantar a su princesa del suelo? Solo observan allí paradas como si no fuese la gran cosa.

—¡Hermano! —el llanto había ganado esta vez y Athanasia empezó a llorar con fuerzas delante suyo. El golpe había sido tan duro que aún no le pasaba. Quería que la consolaran. Ella deseaba que alguien fuese a tomarla entre sus brazos y le dijese que todo estaría bien, que intentará sanar su dolor o que le dijera lindas cosas. Más lo que obtuvo después fue que había sido cargada por los brazos de su hermano mayor.

—Esta bien. —el príncipe heredero tomó a su pequeña hermana entre sus brazos y miró a sus ojos directamente formando la conexión entre ambas miradas imperiales—. Fue solo un golpe, nada más.

—Pero...dolió. —su sollozo era tan adorable. Su voz aguda que se debió por culpa del llanto. Todo en esa niña era adorable que hasta a cualquier ser tan monstruoso le parecería bonito.

—Por supuesto que te dolería. —Athan unió su frente con la de su hermana pequeña y la meció lentamente entre sus brazos para hacerla sentir a gusto—. Las caídas son dolorosas. A veces no tienes otras opciones que solo ponerte de pie y seguir adelante, o quedarte allí tirada para siempre. Tienes suerte que esté aquí para ayudarte a levantarte, sino nadie más lo haría.

Un silencio se formó entre ambos hermanos en los que sus miradas se cerraron para poder sentirse el uno con el otro más cerca de si mismos. La mano pequeña de Athanasia buscó la mejilla de su hermano mayor y cuando logró poder sentirla, generó una corriente eléctrica en todo el cuerpo de él que lo obligó a reabrir su mirada repentinamente.

—¿Hermano Athan? —todo lo de antes ¿Solo había sido un recuerdo?— ¿En qué tanto piensas?

Ahora que parecía haber vuelto a la vida real, tenía delante suyo a su media hermana menor, de catorce años de edad ya cumplidos.

—En nada. —el tiempo parecía ser tan rápido, como si un abrir y cerrar de ojos fuese todo un año.
Aquella niña torpe era ahora una señorita de encantadora apariencia de hada. Con aquellos mismos rizos de oro que los de su madre, pero con la brillante mirada de joya de la familia imperial. Cuánto habría deseado que ella heredará la mirada magenta de su madre, pero no todo podía ser perfecto—. Solo en la fiesta de cumpleaños. Nada más.

—Estoy segura que madre se encargará de hacer la fiesta más grande de todas. —comentó—. Mis ansias por ayudarla son incontrolables.

—Sí, también estoy emocionado. —su comentario fue hecho en un tono sarcástico, era evidente que a él no le agradaba la idea del festejo, pero su padre insistió mucho que era casi de no creer. ¿Los motivos por tanta insistencia? Ni siquiera la emperatriz los sabía, pero quería creer que se debían de simples sentimientos de un padre que deseaba involucrarse más en los momentos de su hijo heredero.

—Ve esto como una oportunidad. —pidió Athanasia tomando la mano de su hermano mayor en el proceso—. Podrás conocer personas de tu edad y quizás tengan un mismo pensamiento que tú.

—¿Quién podría pensar igual que yo? —preguntó tratando de no sonar fuerte con ella; entendía que su media hermana decía esto porque quería ayudarlo a poder aceptar una fiesta no deseada por él, pero era difícil no opinar utilizando un tono de voz medianamente alto porque era algo tan imposible—. No eh tenido amistades fuera del palacio, a la única persona que visito con frecuencia es a ti y...quizás haya compartido unas cuantas conversaciones con Sir Robane.

—Crees que no podrás hacer amigos, pero ni siquiera pones un poco de tu parte. —la queja acerca de este tema era casi común en su vida, no solo su joven media hermana le intentaba hacer notar que el problemático aquí era él, sino que también su madre—. Y no quiero que te excuses diciendo que ya tienes suficiente amigos, los nobles y lords del Consejo no cuentan como amigos, sino como asociados o directamente como trabajadores.

—Mantengo una charla más animada con un Duque que con un chico de mí edad. No se me da muy bien el hablar de...polo o caballos, o el estilo de ropa que está de moda. —aclaró el joven monarca tomando un poco de su café—. Eh estado toda mí vida aprendiendo para ser el mejor reemplazo de padre, que olvidé el como actuar como un adolescente.

—Solo tienes que ser tu mismo. —el consejo de Athy fue guardado por él en su cabeza. Sí. Quizás era hora de tratar el armar vínculos o relaciones con los nobles jóvenes de su corte, quizás hacer un amigo o tratar el hablar cómodamente con alguien de temas que no tengan que ver la política, las estrategias militares o los asuntos exteriores del imperio—. No tienes que preocuparte por eso, yo estaré para ti.

—Es verdad. —una sonrisa a medias se dibujó en su rostro—. Por lo menos...eres un vago consuelo.

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐎𝐁𝐄𝐋𝐈𝐀 ────who made me a princess?✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora