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Marcando con un plumón rojo los quehaceres concluidos del día, el doncel y futuro padre soltero torció una pequeña mueca al ver las dos últimas casillas vacías de su lista.

—Meow... —lo llamó Señor Gato, que yacía sentado a su costado, mirando hacia arriba y esperando que Jimin marcara lo que fuera que tuviera pegado en la puerta del refrigerador.

—Olvidamos reponer los productos de limpieza, Señor Gato —le habló el doncel a su felino acompañante—. ¿Crees que nos dure lo poco que tenemos para toda la semana?

—¿Meow? —respondió Señor Gato sin entenderlo completamente, pues su conocimiento del idioma humano no le permitía comunicarse plenamente con el doncel.

—Con mi situación actual con el bebé, no puedo hacer mucho esfuerzo físico. Tener que salir solo para comprar productos de limpieza ya me resulta muy agotador y no quiero —le explicó Jimin con cierta molestia, frunciendo sus abultados labios—. Por eso, solo por esta vez, pasemos esa tarea de la lista, ¿okey?

Tomó nuevamente el plumón rojo en su mano dominante y se giró hacia su lista de quehaceres del día. Tachó las dos últimas casillas vacías que no había podido completar debido a su delicada condición de futuro papá y sonrió más contento.

—Bien, ahora tenemos toda la tarde libre para hacer lo que queramos, Señor Gato.

El pequeño felino lo miró con cierta expresión de resignación y solo se dejó cargar, como si todos los quehaceres de la cocina lo hubiera hecho él y ahora necesitara descansar en su manta calentita junto a su amo.

El doncel lo envolvió en sus cálidos brazos y lo lleno de besos mientras se dirigía a la sala para darse ese pequeño descanso que él si se merecía. Se sacó las pantuflas afelpadas a medio camino y se sentó en el amplio sofá familiar, haciendo un pequeño espacio entre las montañas de almohadas que había dejado la noche anterior para armar nueva fortaleza encima.

Tomó el control remoto de la pequeña mesa de centro con los pies, y se acomodó a sus anchas para ver su novela de las tardes, Escaleras al Cielo.

Aún no podía creer que, de un día común y corriente en su aburrida rutina de solo estar pasando canales al azar, aquella novela llamaría tanto su atención. En especial, en aquella escena del chico persiguiendo el autobús donde iba la protagonista.

La inquietante intriga por saber que había pasado antes de esa escena y que vendría después de ella, lo hizo investigar en su antigua laptop de trabajo el nombre de la novela, y en cuanto la encontró, se puso al día para seguirla al día siguiente en la televisión.

Porque un poco de variedad en su aburrida rutina diaria no caía mal de vez cuando.

Al caer el atardecer de un sol opacado por las sombrías nubes, el futuro padre terminó su relajante tiempo de descanso para proseguir con sus prácticas de ejercicio

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Al caer el atardecer de un sol opacado por las sombrías nubes, el futuro padre terminó su relajante tiempo de descanso para proseguir con sus prácticas de ejercicio.

Entre ronroneos y caricias [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora